❝Soy una Salvadora. Por sobretodo, soy la hija de mi padre. Nosotros no nos doblegamos aunque nos quiebren en mil pedazos, y el único perdón que otorgamos es una bala en el corazón. Harías bien en recordarlo, porque el segundo que ponga un pie fuera...
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❝No te perdono.❞ —Carl Grimes.
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NOVIEMBRE 2016 Hilltop
Las memorias venían como destellos fugaces.
En un segundo, Izzy estaba desangrándose en la gasolinera, luego en un auto en la mitad de la carretera, luego en una habitación que se le hacía extrañamente familiar. Sus párpados se abrían y cerraban junto a alaridos de dolor, y con cada pestañeo parecía estar en un lugar diferente.
Recordaba el abundante rojo que emanaba desde su abdomen. Ráfagas de intenso ardor, el rostro preocupado de su padre, el perfil de Carl, y los ojos verdes de una mujer que no conocía del todo.
...Pero que tampoco desconocía.
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SEPTIEMBRE 2016 Base sureste
—Pareces una rata comiendo así en la oscuridad. Feliz cumpleaños, a propósito.
Izzy alzó la cabeza al mismo tiempo que su hermano encendía la luz de la cocina y la sorprendía in fraganti comiéndose su pastel de cumpleaños a las tres de la mañana. Tenía parte de la barbilla sucia con la crema del pastel, y los ojos entrecerrados para acostumbrarse a la luz repentina mientras intentaba ocultar su expresión avergonzada. Es decir, sí era su cumpleaños, pero se suponía que tendría una pequeña celebración por la tarde (y, ya sabes, en un momento así se esperaría tener una tarta que no esté a medio terminar).
Pero cumplir años la ponía ansiosa, y cuando se ponía ansiosa, despertaba a la mitad de la noche. Y cuando despertaba a la mitad de la noche, despertaba con hambre. Naturalmente.
—Y tú pareces una rata aunque no estés comiendo en la oscuridad —replicó, ignorando por completo la advertencia de Alex de que no hablara con la boca llena. Se tragó el trozo que había mordido, haciendo una pequeña mueca de placer en el proceso—. Dios mío, Sharon hace tortas deliciosas. ¿Quieres?
Extendió el plato hacia su hermano, pero él negó con la cabeza. —Mejor mañana. Dame algo de azúcar y no podré volver a dormir en toda la noche.
—Te prometo que lo valdría —aseguró Izzy, pero no le dio más vueltas porque, honestamente, quien demonios rechazaría la oportunidad de tener más torta para sí mismo—. Espera, ¿no te marchabas al Santuario ayer?
—Ah, sí. Espero que el Santuario puede sobrevivir un día más sin mí, porque al parecer alguien cumple dieciséis y tengo que quedarme —se encogió de hombros como restándole importancia, pero un brillito de ternura se encendió en sus ojos al ver como la sonrisa de Izzy se ensanchaba más y más—. Vamos, Iz, ¿en serio crees que me perdería tu cumpleaños?
