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Después de partir de aquella aldea, tenían casi dos días de recorrido, la temperatura fresca empezó hacer acto de presencia dándoles la bienvenida a las tierras de Regnum Era.

Extensos prados con preciosos jardines donde podían verse; girasoles, tulipanes, lirios, dalias y claveles todos en color amarillo o naranja. Una gran muralla se levantaba frente al reino la admiro un poco hasta que vio como esta cambio frente a sus ojos para convertirse en una hilera de fuertes árboles que con furia custodiaban las tierras.

—   Espera Hye. – advirtió a la guardiana que iba adelante. — La muralla tiene hechizos de protección. – la guardiana asintió haciéndose a un lado.

De sus manos surgió la espada carmesí cuyo sello real colocó frente a la imponente fortaleza e inmediatamente la puerta cedió, después de que toda la comitiva había entrado retiro su espada y el portón volvió a cerrarse.

Pequeñas oraciones salieron de sus labios entonces llamas carmesí recorrieron toda la extensión endureciendo aún más su protección, pequeñas antorchas de fuego descansaban sobre sus pilares. Siguieron su camino a galope rápido, antes de llegar al pueblo pequeñas casas empezaron a avistarse, en cuanto su pueblo lo vio montando aquel caballo blanco todo se vislumbro de un gran júbilo.

—   ¡Lux salve a nuestro señor Jimin!. – había gritado alguien desde el prado elevando sus manos al cielo para después inclinarse.

Al llegar a la gran ciudad la gente se disperso sorprendidos de ver su rostro, finalmente las inclinaciones en menor o mayor grado cayeron una tras otra.

—   La luz vislumbra nuestro reino. El gran emperador Jimin está aquí. – gritaron algunos.

—   Bienvenido a casa rey Jimin. – le dijo un pequeño con una reverencia mientras le obsequiaba un clavel. — Está flor es tan poco para su gran belleza señor de la luz. – dijo el pequeño.

—   Gracias pequeño. – dijo sonriente.

—   Salve a nuestra madre de luz Park Soomin y padre de los cielos Park Bae. – todos vitorearon con júbilo ante la mención de sus padres.

—   Salve a nuestros Protectores. – Jimin inclinó su cabeza en señal de respeto a sus padres, para después continuar su camino.

Cuando estuvieron frente al palacio de luz como lo había llamado su madre, los guardias lo reconocieron e inmediatamente abrieron los portones con reverencias. Cada persona del palacio miraba atónitos la escena frente a sus ojos, bajaron de sus caballos frente a la entrada donde algunos ciervos sin mirarlo a sus ojos hicieron reverencias.

—   Por favor instalen a mi comitiva, asegúrense de que coman y se sientan cómodos. – ordenó a uno de ellos.

—   Como usted ordene Majestad. – esa palabra tuvo un sin sabor en su boca y tuvo un leve recuerdo de YooBin.

—   Jimin iré a revisar el ala donde te quedarás quiero asegurarme que sea seguro. – todos miraron a la mujer que había osado hablarle informalmente.

—   Lleven a Hye donde les pida, quiero una de las habitaciones del ala real para ella.

—   Como ordene Gran Señor de luz.
Jimin miró a Jungkook que no apartaba sus ojos de el, enarco una ceja en su dirección entonces Jungkook sonrió antes de hablar.

—   Iré contigo. – el asintió caminando en dirección a la sala de reuniones siendo seguido por el.

Algo que había notado era que los guardias custodiaban todas las partes importantes del palacio recordó lo precavido que era KangDae en los detalles. Los guardias en la puerta hicieron una reverencia antes de volver a cruzarse sobre la puerta.

𝑨𝑬𝑻𝑬𝑹𝑵𝑼𝑴 |𝑲𝑶𝑶𝑲𝑴𝑰𝑵| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora