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Apenas abrió los ojos podía sentir el dolor de cabeza pulsante que lo aturdía, los recuerdos de lo que sucedió la noche anterior llegaron a su mente e inmediatamente una lágrima cayó de sus ojos. Wooseok lo había engañado, lo usó como señuelo para sus verdaderos planes también era el responsable de la muerte de su hermana, el dolor que sentía era tan grande que temía no poder sanarse nunca, entonces en lo más profundo de su alma el fuego ardió y sus deseos de venganza avivaron, la determinación brilló en sus ojos como nunca diciéndose a sí mismo que debía ser fuerte, levantarse sobre la corona y recuperar lo que a sus padres tanto le costó fundar.

La puerta fue abierta de improvisto dejando ver a una joven de cabellos rubios, ojos verdes, tez blanca y bonita sonrisa debía rondar los 22 años, ante el escrutinio del monarca ella bajo la cabeza.

—  Buenos días Emperador. – saludo ella con una sonrisa.

—  ¿Quién eres tú?. – cuestionó consciente de que cualquier extraño podía filtrarse en su habitación y asesinarlo.

—  El Rey me nombró su dama, me dijo que me pusiera a sus órdenes Emperador. – habló atropelladamente la joven con su mirada caída.

—   Lo siento…. ¿Cómo te llamas?.

—   Mi nombre es Mina.

—   ¿Cuáles son las funciones de una “Dama” en el Regnum Marium?. – la joven pareció asustarse por lo que se apresuró a responder.

—   Encargarse de sus cuidados personales, su comida, su ropa, acompañarlo a donde sea que vaya, mantenerlo informado de todo lo que pase, escucharlo si lo desea, hacer cualquier tarea que usted me solicite. – enumeró la joven con sus dedos.

—   Bien, yo modificare algunas de esas funciones.

—   Claro que si majestad. – tartamudeo la chica.

—   Primero que nada cada vez que te hablo mírame a los ojos recuerda hacerlo siempre que estés hablando conmigo, no tienes que bajar tu mirada como si yo fuera una deidad porque no lo soy…. Como ves soy un simple chico, solo que tengo estos poderes que me obligan a tener más cuidado…. Si quieres en tus ratos libres puedo enseñarte algunos trucos. – por primera vez la chica lo miro a los ojos y sonrió amablemente.

—   Esta bien Emperador. – aseguró ella.

—   No me bañaras, peinaras, pondrás mis zapatos o ropa eso no sucederá… puedes ayudarme a escoger mi ropa, dar tu opinión sobre lo que hago o digo, puedes acompañarme a donde vaya, podemos tener conversaciones donde pueda escuchar tu voz y tengas derecho a replicar es todo lo que te pido como mi dama.

—   De acuerdo majestad.

—   Ahora tomaré una ducha espérame aquí en cuanto vuelva puedes ayudarme a escoger mi ropa. – la joven asintió.

Veinte minutos después salió del baño envuelto en una bata, pensó que aquella joven tal vez se abría ido, pero esta estaba sentada esperándolo apenas lo vio, se levantó como un resorte. Acercándose al armario miró toda la ropa para sacar toda la que era de color azul cielo, una vez todas las piezas estaban sobre la cama miró a la chica.

—   ¿Cuál crees que se me verá mejor?.

—   Este sin duda se le verá muy hermoso. – señaló la joven al conjunto de encaje, conformado por un suéter de lana, pantalón y una chaqueta llena de piedras preciosas color azul marino.

Mina le dio la espalda permitiéndole vestirse cómodamente, cuando estuvo listo, se miró en el espejo, esas chaquetas le recordaban a las que su hermana pedía al sastre para el, porque aseguraba que el se veía hermoso en ellas.

𝑨𝑬𝑻𝑬𝑹𝑵𝑼𝑴 |𝑲𝑶𝑶𝑲𝑴𝑰𝑵| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora