Capítulo O9.

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- Frank... ¿que son esos moretones? – me preguntaste aquella vez, cuando fui a tu casa.

Recuerdo como me sorprendí al darme cuenta que lo habías visto.

- Un-unos chicos me golpean por ser diferente – te confesé, aunque no era la verdad, ¿Pero cómo decirte que mi padre lo había hecho?

- ¿Quiénes? – me preguntaste sin contener tu enojo. Todavía lo recuerdo, recuerdo la pequeña carcajada que salió de mi boca cuando te escuche. Y es que esa fue la primera vez que sentí que le importaba a alguien de verdad – no te rías... - me dijiste furioso, mientras tus mejillas se ponían rojas.

- No importa – te dije con una gran sonrisa, mientras agarraba tu mano y la acariciaba – yo no soy menos persona, no me voy a rebajar a golpear a nadie – te dije y te sorprendiste por decirte aquellas palabras.

- Entonces está decidido... - dijiste con una pequeña sonrisa, mientras acercabas tu rostro al mío – te voy a esperar todos los días a la salida de la escuela y pobre del que se acerque para lastimarte – y me sonreíste, mientras acariciabas mi cabeza.

Esa fue la primera vez que me sentí amado y que ame a alguien.

- Gracias James...

- Frank... - levante mi cabeza de la mesa, mientras veía a mi padre acercarse a mí. Llevaba puesto un traje, sinónimo de que iba a salir – Me tengo que ir por una semana a Los Ángeles – y luego de eso, deje de escucharlo, y es que aquellas palabras fueron la más hermosa melodía que jamás pude haber escuchado – Espero que cuando vuelva no tengas otro tatuaje.

Mi padre no era igual cuando estaba sobrio que cuando estaba borracho.

Cuando estaba sobrio, como ahora, era frío, distante, amargado y podía sentir que me odiaba. En cambio, cuando estaba borracho me "decía amar", pero no era a mí a quien ama, sino a mi madre.

Podría decirse que el simple hecho de que nos parezcamos hacia que nos confundiera. A veces creo que cuando esta sobrio se hace el que no recuerda nada lo que me hace borracho, pero esa debe ser su forma de poder vivir la vida sin sentirse una basura.


- James... ¡James! – Gritaba por todo su cuarto, mientras daba pequeños saltos. Vos solo me mirabas y se podía notar el fastidio en tu mirada pero a la vez podía ver lo divertido que estabas.

- ¿Que Frank? – me dijiste haciéndote el que no te interesaba, mientras agarrabas tu guitarra y la afinabas.

Siempre era lo mismo, me buscabas a la salida de la escuela, me llevabas a tu casa, nos encerrábamos en tu cuarto, tu madre nos traía algo para tomar y comer, agarrabas tu guitarra y la afinabas, y después recién comenzabas a enseñarme.

- Me quiero hacer un tatuaje, pero no creo que mi padre me deje – te dije, mientras me sentaba en tu cama y agachaba la cabeza haciéndome el inocente.

- ¿Y? – me volviste a preguntar, pero aunque no te estuviera mirando, sé que me mirabas.

- ¿Podrías hacerte pasar por mi padre? – te pregunte, mientras juntaba mis manos en forma de súplica y pestañaba varias veces.

Me quedaste mirando sorprendido, tus ojos completamente abiertos y luego de unos segundos te comenzaste a reír a carcajadas. Tan fuerte era tu dolor de estómago que caíste al suelo de espalda con la guitarra encima tuyo y golpeabas el piso con la planta de tu pie.

Un Corazón Puro - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora