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La mañana siguiente Faith salió sola a pasear por los alrededores, ya que Jungkook se encontraba haciendo unas llamadas importantes. Cuando regreso, su esposo estaba sentado en el sofá con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, y no percibió su llegada.

Al acercarse a él se dio cuenta de que su rostro reflejaba preocupación. La italiana se sentó en las piernas de su marido haciendo que esté levantara la cabeza, sobresaltado.

―No te sentí llegar, Nae Sarang. ―dijo el sonriendo de costado y abrazándola por la cintura.

― ¿Paso algo malo? ―

―Hable con Namjoon, al parecer hay un problema con los socios de la empresa y convocaron a una junta. ―

―Oh... entonces ¿tenemos que volver a Seúl? ―

―No. ―Jeon beso suavemente la nariz de la joven y acaricio su espalda. ―El trato era olvidarnos del trabajo, si los socios quieren verme, tendrán que esperar dos semanas más. ―

―Jungkook, podemos posponer un poco la luna de miel... Así tú solucionas el problema en la empresa más rápido. ―

―Faith Jeon, eres la mujer más comprensiva y maravillosa de todo el mundo. ―dijo besándola con pasión.

Embriagada por los besos de su esposo y haciendo un esfuerzo incalculable, la italiana se separó de él y se levantó de sus piernas.

―Iré a preparar nuestro equipaje. ―

―Yo me encargare de que todo esté en orden en el aeropuerto para volar a Seúl. ―se levantó del sofá y deposito un casto beso en los labios de su mujer.

Faith estaba sorprendida de la eficacia que tenía su marido en los negocios. No había pasado ni una hora desde que llegaron a su apartamento en la capital coreana, cuando Jungkook ya se había duchado y arreglado para ir a la junta de socios en la empresa.

Una vez sola, la italiana preparo un poco de comida para ambos y al terminar se apresuró escaleras arriba para tomar una ducha y cambiarse antes de la cena. Se sentía increíblemente fatigada y pensó que quizá iba siendo hora de pasar por una revisión médica.

Después su éxito en la junta, Jungkook regreso a su departamento y al entrar golpeó inadvertidamente el bolso que su mujer había dejado olvidado sobre las maletas que ninguno de los dos se había molestado en llevar a la habitación.

Todo su contenido quedó desperdigado en el piso y su mirada se detuvo en la lámina de aluminio con pastillas numeradas que sobresalía de entre todas las cosas. Se agachó, la recogió y quedó paralizado.

Veinte minutos después, Faith salió del baño envuelta en una toalla y con el pelo aún húmedo peinado hacia atrás. Jungkook la esperaba de pie, mirando a través del ventanal de la habitación y cuando se dio la vuelta, ella percibió el enfado de su mirada y el estómago le dio un vuelco.

― ¿Qué ocurre? ¿Ha pasado algo malo con los socios? ―le preguntó.

―No querida, los socios y la empresa están bien. ―dijo con un tono de desprecio. ―Sin embargo, encontré otra cosa... ―Jeon lanzó a sus pies la lámina de píldoras anticonceptivas.

―Oh no... ―Faith tragó saliva y apretó los labios sin esconder su sentimiento de culpa.

― ¿Eso es todo lo que tienes para decir? ―atacó él.

―Esas píldoras estaban en mi bolso. ―evitando la pregunta, lo miró con toda la fuerza que conservaba. ― ¿Cómo las has encontrado? ―

―Tropecé con tu bolso al entrar a casa y las vi. ―

El Capricho del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora