Empiezo a entender porque los lectores hacen lo que hacen.
Leer hasta altas horas de la noche, las chicas aprovechan su dinero para el nuevo libro de la semana en lugar de preocuparse por maquillaje; prefieren las hojas amarillas de Neruda a las brillantes de las revistas de moda.
Intercambian libros entre amistades, sin importar los dobleces y las surgidas diminutas manchas.
Recolectar frases como mariposas y calcular las medidas de los personajes en la vida real. Porque guardan con recelo los mejores libros y comparten aquellos que necesitan un mejor criterio.Lo hacen por las noches en que la soledad no asoma por miedo a ser ignorada. Por la compañía, el café y la lluvia de los días felices. Los sentimientos encontrados con palabras que viven.
Por mero placer, no chorradas literarias como la ortografía y la cultura, eso es un efecto colateral de amar lo que bendice tus ojos. El placer de no ser juzgado por personas de las que hablas a tus libros. No titubeas al hablar; no lo necesitas y conectas con desconocidos que tienen un bulto entre los brazos.
Lo hacen por sí mismos, por su felicidad.