La tristeza no puede ser azúl solamente, debe ser gris, negra, un amarillo pálido que es el color de una falsa alegría; no puede sólo ser azul y ya.
Me niego a pensarlo, por un espíritu anarquista, fruto de la necesidad de cambiar de pensamiento tan seguido que así la pena madura y no toma la forma del rencor.
Aunque el azúl puede ser el único color con el que se pueda pintar a un ciego el dolor.
Porque azul es el mar que está tan lejos y tan cerca del cielo. Viéndose bien juntos pero sin llegar nunca a colapsar.
Es como el paréntesis que abre la oración, solo se queda esperando a que sigan palabras, es una curva que se quiere llegar a convertir en su contraria.
No se puede buscar en los únicos lugares donde no se nos conoce por nuestro nombre o rasgos faciales si no por la identidad; el consuelo. A menos que coloques en el buscador palabras felices, y dejame decirte que de otra manera no veras en tu pantalla nada más que palabras desanimadas, hermosas y poco comprendidas pero, a fin de cuentas, solo te sirven para hundírte más, llorar de nuevo, recordar lo que paso y seguir toda la noche buscando razones para no dormir en un buen tiempo.
¿Y que haces cuándo las únicas personas con las que puedes llegar bañada en lágrimas son las que te dan la nueva decepción de la semana?
Ahí ya no queda nada por esperar en la vida más que errores.
Las noches de tristeza son todo un martirio, cansan el alma, el cuerpo colapsa hasta tal punto que te quedas dormido por puro cansancio, el letargo de la mañana te recuerda la noche y olvidas sonreír a la vida.
¿O la vida ya no te sonríe a ti?
No importa de cualquier manera, lo único que queda son las sabanas tiesas de lágrimas y la estática del cuerpo sollozante que no quiere ser descubierto en una serie de arcadas cómplices.
Nunca se llora lo suficiente, todas las noches de una manera u otra se vuelve a desbordar un mar que parece no tener fin a pesar de que al despertar se siente una sequedad como ningún otra, por ello la tristeza es tan selectiva.
Pocos seres he conocido en mi vida que sepan de verdad como se siente, lo que es vivir con depresión al grado de reconocerla como una mala amiga, en una mala época, cuando nada era bueno.
Las mañanas son mecánicas, todo se vuelve sombrío, el sol puede brillar todo lo que quiera pero el interior esta húmedo por las lágrimas, seco y rasposo de gritar, pastoso y lunático.
Cansado, hay poca convicción y los días son una rutina aburrida, sin ganas de comer o hacer cualquier otras cosa.
Todo el mundo es una molestia.
Espero los días en que esto ya no sea una pesadilla. Las madrugadas en que solo sea el insomnio, consecuencia de una vida que da sonrisas y no patadas, lo que no deje dormir.