Korn llevó a Mary de vuelta a la casa. En esa oportunidad no le importó que ella ensuciara el lugar. Una vez la dejo en el cuarto cerró la puerta con llave diciendo que lo llamara cuando estuviera lista. Mary no protesto. Estaba demasiado conmocionada con todo lo que sucedió. Tardo varios minutos en ir hasta el baño. Cuando se miró en el espejo descubrió tenía varios cortes pequeños y delgados en el rostro. Su ojo izquierdo estaba un poco inflamado. Pero eso no era lo más grave. Media hora más tarde llamó a Korn y cinco minutos después de la llamada él apareció en la puerta con un botiquín en la mano.Algún tipo de instrucción médica debía tener aquel sujeto. Era muy hábil con todo ese instrumental para ser un aficionado. Con mucho cuidado, Korn curo la zarpada que Liquir dejó en el costado del abdomen de la mujer, que recostada en la cama veía el techo con una expresión meditabunda. En su ojo izquierdo tenía un parche de gasa y tres benditas en la cara. No parecía preocupada por eso o la herida en su abdomen. Era otra cosa en lo que estaba reflexionando.
-Dejara cicatriz- le dijo Korn, una vez terminó, obteniendo una mirada de la mujer.
-No será la única que tenga- le respondió Mary.
En su pancita tenía otra cicatriz, lo mismo en la rodilla izquierda, la espalda y una chiquita justo en mitad de la frente. Korn las había visto todas. La de la espalda le provocó curiosidad, pero no le hizo preguntas. Él se apartó y ella se sentó en la cama para ponerse una blusa.
-Son las once treinta. La hora de la cena quedó atrás, pero he preparado algo ligero para que comas- le dijo el asistente abriendo la puerta de la habitación y haciendo un elegante gesto para señalarle que lo siguiera. Ella fue tras él.
No comió en el comedor sino en la cocina. Una sopa y una ensalada fue lo que Korn puso ante ella en esa pequeña mesa. Mary saboreo los alimentos de una forma muy diferente a como lo hizo esa mañana. A ratos visualizaba a Liquir sobre ella y casi podía sentir su aliento acariciando su mejilla. Esa sensación de enfrentarse a lo salvaje, a lo irracional, era una experiencia brutal, pero al mismo tiempo estimulante. Pocas de las acciones que llevó a cabo para defenderse fueron pensadas. La sombra de Liquir proyectada en la ventana, la saco de sus pensamientos.
Korn no se movió de su postura. Estaba pelando unas frutas. Ni siquiera cuando la ventana corrediza fue abierta, dejó de hacer lo que estaba haciendo. Al entrar Liquir, apenas si lo miro. El sujeto tenía un aspecto terrible. No llevaba puesto zapatos y sus negros pies dejaron unas oscuras huellas en las baldosas. Avanzó hacia ellos de manera encorvada y sujetando su abdomen con una mano, como si estuviera conteniendo un gran dolor. Mary calculaba haberlo herido a esa altura, pero no creía haberle hecho un daño tan grave. Con cuidado se apartó de la mesa, pues no sabía en que estado había retornado Liquir. Oírlo hablar fue un alivio.
Korn respondió al llamado de su señor, pero sin prisa. Hasta parecía un poco disgustado. Quiso cargarlo sobre su hombro, mas al observar a Liquir con atención prefirió ayudarlo a sentarse en uno de los taburetes altos que había frente a la isla de la cocina.
-Deje el botiquín en mi cuarto- le dijo Korn a Mary- Tráelo por favor.
La mujer obedeció. No tardó ni cinco minutos en regresar con esa caja blanca que dió al asistente.
-¿Cómo estás?- le preguntó Liquir con una voz más brusca de lo habitual. Estaba aguantando un gran dolor.
-Bien- contestó la muchacha, pero con recelo.
-Tienes buen tino- comentó Liquir apartando la mano de su cuerpo para dejar ver la herida que ella le provocó.
Mary se alarmó. Creyó que el corte era grande, pero en realidad era el pelaje manchado de sangre lo que desproporciono la herida.
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Escondete.
RandomTodo lo que ella tenía que hacer era esconderse, pero terminó encontrando algo que nunca imagino.