02 ° Los Cullen

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El ambiente en la casa Cullen se sentía tenso, no debías tener el don del rubio para notarlo. Para una chica que nunca había conocido un vampiro, a pesar de ser mitad uno, estar rodeada por ellos era incómodo. No sabía como actuar. 

- Estos son mis hijos- Carlisle como siempre sabia que decir y como actuar - Alice y Rosalie, Edward, Emmett y Jasper- 

- Hola- No sabía que más decir ante una presentación, nunca tuvo que hacerlas. 

Su madre la mantuvo lo más alejada del mundo posible por su seguridad. Estudiaba en casa y se quedaba en esta la mayoría del tiempo. Solo logro hacer un amigo, que su madre decía era una mala influencia, aunque ella no lo negaba. 

Le enseño a grafitear, andar en moto, fumar y beber. El alcohol no hacía efecto en ella, ya que su calor corporal lo evaporaba en cuanto entraba a su cuerpo. En cambio, la marihuana no, lograba tener un efecto muy relajante en ella. Hacía que sus sentidos se adormecieran, aunque a la vez los despertaba. 

Nunca tuvo que presentarse ante él, solo paso. Ahora debía hacerlo para lograr conseguir un techo donde dormir. 

- Un gusto, gracias por recibirme en su casa- Al decir esto, la vampiresa nombrada como Alice corrió a abrazarla. 

- Estaba esperando por verte- Se mueve un poco en el abrazo haciendo que Hel la sigua - Huele extraño-

- Alice, comportate- Esme interrumpe en cuanto ve la extrañes de la chica - ¿Por qué no vienes a tu cuarto? Así te acomodas- 

Gracias a la mujer logra salir de esa situación incómoda. Intenta prestar atención a lo que dicen en el comedor, pero las paredes parecen ser insonoras. 

Su cuarto quedaba en el último piso, al parecer lo que sería el ático.  Esperaba un lugar lleno de tierra, muebles viejos y telarañas, pero se encontró con un gran cuarto. Media lo que media su remolque, era grande y con muchas cosas. Bibliotecas, sofás, escritorio, guardarropa y una cama matrimonial. 

Hel se quedó parada mirando todo sin creerlo, era demasiado. Había notado que los Cullen tenían dinero, pero no tanto como para hacerle esta habitación y adoptarla. Dejo sus dos bolsos en el suelo sin tocar la alfombra. 

- Espero te guste- La mujer miraba unas flores frescas en un jarrón - La dejamos sin color para que tú la decores como quieras. Si necesitas algo no dude en avisarnos. 

-Muchas gracias- Fue lo único que dijo con un hilo de voz.

  No se quejaba de la vida con su madre, fue buena. El problema fue que siempre debían huir de donde estaban. Nunca tuvieron una casa con dos pisos, un jardín grande y una biblioteca. Hubo momento en que tuvieron que dormir en la misma cama por meses.

Tener todo esto era solo un sueño.  Reviso un poco la habitación, los libros en los estantes y lo que había en el guarda ropa. Los libros variaban de género, dándole un gran número de opciones de que leer. Había ropa en el guardarropa, no era su estilo pero eran bonitas. 

Con algo de duda, Hel desempaco sus bolsos, traía toda su vida en dos bolsos. Coloco la foto de su madre en unos estantes que eran de madera sobre el escritorio. Sabía que ella la cuidaba y la guiaba ahora que estaba con los espíritus.

En cuanto todo estuvo listo dudaba de si ir con los demás o quedarse en su cuarto. Tenía mucha hambre, pero no sabía si era descortés ir a pedir comida. Tal vez pensaban que se estaba tomando muchas confianzas.

Decidió salir sin hablar del hambre.  Bajo las escaleras en silencio, encontrándose con parte de la familia, los hijos del doctor veían la televisión mientras que los adultos no se encontraban. Aprovechando que no la veían fijamente los observo, todos eran extremadamente pálidos y hermosos. 

Estaba acercándose a ellos cuando su estómago la traiciono, sonó en busca de alimentos haciéndola sonrojar. Se quedó quieta ante la mirada de los cinco vampiros, que la miraban como si tuviera tres cabezas. 

Emmett fue el primero en soltar una risa para acercarse a guiarla a la cocina. Camino en silencio, detrás de el aun sintiendo la mirada de los demás. La cocina era igual de grande y moderna que toda la casa. 

- En la alacena y heladera hay todo lo que quieras comer. Tómalo con confianza, es solo tuyo- Una sonrisa amable recorría su rostro haciéndola relajarse - ¿Te puedo hacer una pregunta?

-Ya la estas haciendo- Con más confianza Hel comenzó a desenvolverse con Emmett - ¿Puedo comer una porción de pastel? 

- Adelante, lo hice para ti- La rubia hizo presencia en el lugar acercándose para partir el pastel. 

-¿No bebes sangre?- Emmett al fin hizo la pregunta viéndola comer pastel. 

-Si, mucha. Mi hambre de lobo hace que quiera comerme a todo Forks en una tarde- Bromea sin ver la cara de los otros dos que comparten un pensamiento. 

Debian alimentar bien a la chica si no querían que se entere del secreto. 



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Mezcla de sangre || TwilighDonde viven las historias. Descúbrelo ahora