La noche triste

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La noche era hermosa, cálida, con el cielo despejado, dejando ver una enorme cantidad de estrellas, junto con la luna iluminando todo a su alrededor. Camila vestía un ligero vestido blanco, adecuado para el lugar de la reunión, y Hitoshi una camisa blanca, junto con una bermuda beige. Ellos llevaban saliendo seis meses, no eran una pareja oficialmente, a pesar de que salían juntos, compartían cenas, comidas, salidas al cine, veladas románticas, noches apasionadas, incluso había ocasiones en las que ella pasaba días enteros en casa de él y viceversa.

—¿Te gusta?— preguntó Shinso bastante emocionado.

Camila lo miró con ternura y asintió. —Es bellísimo.— le respondió y lo tomó de la mano por sobre la mesa. Él había tenido la idea de llevarla a cenar, aunque ella no esperaba que fuese en la playa, rodeados de velas, en conjunto con las luces de el cielo, para iluminar el lugar.

—Me da gusto. Sabes que haría lo que fuera para hacerte felíz.— le dijo él, mientras estaba buscando con su mano derecha algo en el bolsillo derecho de su bermuda.

—No deberías prometer esas cosas. Algún día te pediré la luna y no podrás dármela.— respondió ella bromeando al comentario.

—¿Estás segura?— preguntó él con una sonrisa. De verdad estaba empeñado en hacer lo que fuera para complacerla.

Camila y Hitoshi se conocieron durante la universidad, aunque no se llevaban bien del todo. Él tenía una extraña habilidad para manipular a las personas a su alrededor, cosa que a ella le causaba un poco de miedo, hasta parecía que podía lavarles el cerebro y lograr que hubieran lo que él quería, por lo tanto, ella siempre trataba de mantener la distancia entre ellos.

Un par de años después, se encontraron nuevamente durante una reunión en casa de Momo Yaoyorozu, amiga en común que compartían. Después de conversar con Shinso, la castaña se dió cuenta de que no era tan manipulador cómo ella pensaba, simplemente el tipo era carismático, aún siendo un poco serio y sarcástico, por eso las personas a su alrededor accedían fácilmente a hacer lo que él les pedía. Además de eso, después de observarlo un par de minutos, también se dió cuenta de que era bastante atractivo, si bien no era el estereotipo de hombre perfecto, tenía cierto encanto que a ella le gustaba, aunque también sentía que le recordaba a alguien. Esa noche intercambiaron sus números de teléfono y una semana después estaban saliendo juntos. Momo de inmediato se dió cuenta de la cercanía que su mejor amiga comenzaba a compartir con el chico, aunque ella insistía en negarlo. Shoto Todoroki, por supuesto, apoyaba la teoría de su novia.

Camila se encontraba muy feliz. Un par de años después de que Shota se fue, comenzó a salir con chicos, pero nunca llegaba a tener nada duradero o serio, simplemente dejó de interesarse en esas cosas. La llegada de Hitoshi a su vida fue diferente, ella disfrutaba mucho de pasar tiempo con él, de salir juntos, aunque no quería admitirlo de el todo y Shinso no iba a presionarla a que lo hiciera, él estaba perdidamente enamorado de ella, de su carácter fuerte, que iba acompañado con un corazón noble. Amaba todo de ella, todo, excepto un ligero rastro de tristeza que le llegaba algunas veces durante la noche, como si extrañara algo o a alguien. Eso le llenaba de temor a veces, la idea de que ella no lo amara lo suficiente como para olvidar aquello que le atormentaba tanto, sin embargo, olvidaba todo eso cuando la veía sonreír, cuando sentía el sabor de sus labios o el aroma de su piel, era perfecta para él.

—La luna no caería en tu lavado de cerebro.— respondió Camila a el reto de su acompañante.

—Podría intentarlo.— le respondió él. Finalmente había encontrado lo que buscaba.

Ella soltó una risilla y negó con la cabeza. —No quiero la luna. Estoy muy bien, así que no te presiones a tratar de hipnotizar a la luna para que baje.— le dijo ella. Agradecía que él fuera tan detallista, pero algunas veces se excedía.

—¿Qué necesitas para ser feliz?— preguntó él, soltando con delicadeza la mano de Camila, para después levantarse de su asiento y rodear la mesa hasta llegar a ella.

Esa pregunta la tomó por sorpresa. Ella estaba convencida de que no necesitaba nada más para ser feliz, pero aún había algo muy en el fondo que le gustaría y no podía tener. —Creo que soy muy feliz. No necesito nada más.— le respondió, negando con ésto ese escondido deseo. —¿Y tú? ¿Qué necesitas para ser feliz?—

El sonrió y depositó un pequeño beso en los labios de Camila para después ponerse de rodillas frente a ella. —Me faltas tú, Cami.— le respondió y extendió frente a ella una pequeña caja de terciopelo rojo hacia ella, la abrió, dejando ver en su interior un hermoso anillo de oro blanco con un pequeño jade en solitario. —Era de mi madre. Ella está de acuerdo en que te lo dé. Camila Kaido... ¿Me harías el honor de compartir el resto de tu vida conmigo?— dijo Shinso con un nudo en la garganta.

—Hitoshi...— musitó. Realmente no tenía palabras para decirle. Si, lo amaba, y mucho, pero no estaba segura de si era lo suficiente como para compartir el resto de su vida con él. De inmediato se sintió culpable y sintió la obligación de decirle que sí, aunque también sentía la necesidad de decirle la verdad, ya que tenía el vivo ejemplo de Enji, el padre de Shoto, que se había casado sin amor y había hecho sufrir mucho a Rei por no corresponderle en un principio. No quería eso para ellos. —Hitoshi, yo...—

—Cami...— la interrumpió. —Antes de que sigas hablando, quiero que sepas que, desde que nos conocimos me gustaste mucho y no encontraba la manera para acercarme a ti, así que me alegró cuando nos volvimos a encontrar. Me fuí enamorando cada día más y más de ti, al grado de que ahora no podría imaginarme una vida sin ti. Entonces, dime, ¿Aceptarías ser mi esposa?—

Camila lo miró con tristeza. —No.— dijo en un susurro. Se aclaró la garganta, tratando de deshacer el nudo que se había formado ella. —Perdóname, pero no puedo casarme contigo.— le dijo mientras sus ojos comenzaban a desbordar lágrimas.

Hitoshi no podía creer lo que estaba escuchando. El pecho le dolía terriblemente. Bajó la caja, la cerró y la guardó nuevamente en su bolsillo. —Cami... ¿Por qué?— preguntó inocentemente. Le dolía el rechazo de ella, pero necesitaba saber la verdadera razón por la que ella se había negado.

—Perdóname, de verdad. Te amo, te amo mucho, pero no me siento lista para dar un paso tan grande como éste.— trató de explicarle, aunque a él le parecía más un pretexto.

—Tranquila, tranquila. No llores.— le dijo Shinso, estirando su brazo para secarle las lágrimas con su mano derecha. Odiaba verla triste y más aún que lo estuviera por su culpa.

—Hitoshi, perdón. Tú no te mereces esto.— le dijo entre lágrimas. Se sentía terrible por haberlo herido, pero sabía que era lo correcto, a pesar de ser doloroso.

Él se levantó y la rodeó en un cálido abrazo. —Todo está bien. No tengo nada que perdonarte.— le susurró, derramando un par de lágrimas silenciosas para evitar que ella se sintiera aún más culpable.

Después de esa noche triste, la relación entre ambos se tornó incómoda por un par de días, hasta que Camila reunió el valor suficiente para decirle a Hitoshi que no debían verse más. Él lo entendió, sin embargo quedó profundamente lastimado. Decidió que lo mejor sería alejarse, para no salir lastimado. Ninguno de los dos contaba con que la vida los volvería a reunir.

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Tampoco les prometo actualizar diario, pero sí lo más pronto que pueda.

Los quiero <3

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