Costumbres

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Al terminar las clases, cómo tenía por costumbre, Hitoshi recorrió la escuela buscando a Kemy y a Shota, aunque no tuvo éxito, ninguno de los dos se encontraba en las instalaciones. Le envió a cada uno un mensaje de texto, pero ninguno le contestó, por lo que creyó que podrían estar en el departamento del pelinegro. La rubia no solía molestarse por mucho tiempo con él, por lo que seguramente viendo una película, así que se dirigió hacia allá sin perder más tiempo. Quería contarle a sus amigos cómo se sentía con respecto a Camila, la emoción que sentía al verla otra vez y la sensación que tenía, al pensar que ella podría sentir aún algo por él.

Al llegar al departamento de su mejor amigo, tocó la puerta sin obtener respuesta alguna. Sacó su teléfono, le llamó un par de veces, pero el pelinegro no atendía, después lamó a Kemy y corrió con la misma suerte. Su última opción fue estirar el brazo y buscar con la mano la copia de la llave que Shota guardaba sobre el marco de la puerta, cuando la encontró, abrió la puerta y entró. No tardó mucho tiempo en localizar a Shota, estaba durmiendo en el sofá negro de la sala. Cuando Hitoshi trató de acercarse, su amigo despertó, se levantó somnoliento, sentándose, apretando levemente el puente de su nariz, señal de que posiblemente tenía otra migraña.

—¿Qué haces aquí?— preguntó con la voz ronca y hablando en voz baja.

Hitoshi, ocultando su preocupación, se sentó al lado suyo. —Te estaba buscando. A ti y a Kemy.— respondió, tratando de no hablar muy fuerte.

—Ella no está aquí. Sigue molesta conmigo.— respondió Shota, mientras cerraba los ojos con fuerza para abrirlos inmediatamente.

—¿Insiste con la cirugía?— preguntó Shinso.

—Si. Hablé con ella mientras estábamos en la academia, pero sigue sin entender que ya tomé mi decisión.— explicó el pelinegro. Buscó en su bolsillo y sacó un pequeño frasco con píldoras y se metió un par de ellas en la boca para enseguida tragarlas en seco.

—Bueno, supongo que tú también deberías tratar de entenderla un poco.— dijo Hitoshi, observando con cierta incomodidad lo que hacía el pelinegro.

—¿A qué te refieres?—

—Pues, al menos yo entiendo que es tu decisión pero, sinceramente, cómo tu amigo me es muy difícil tratar de asimilar algo así. Imagínate entonces cómo debe sentirse ella.— dijo Hitoshi mientras se le hacía un nudo en la garganta.

—Sé que es mucho más sensible que tú o que yo, pero no sé que hacer con ella. No entiendo por qué simplemente no acepta mi decisión.— dijo Shota con cierto fastidio.

—¿Eres idiota acaso? No estamos hablando de elegir la cena, estamos hablando de que si no haces nada vas a morir.— dijo Shinso. Compartía el mismo sentimiento que Kemy hacia la salud de Shota, pero trataba de dejarlo tranquilo para evitarle un poco las migrañas.

—Lo sé perfectamente, pero no es la vida de Kemy, ni la tuya la que está en riesgo.— respondió Shota despreocupado.

Hitoshi suspiró. —Es inútil tratar de hacerte entender, ¿Verdad?— preguntó retóricamente.

—¿Sólo viniste hasta aquí para molestarme con lo mismo?— preguntó Shota tratando de que su amigo dejara el tema por la paz.

—No. En realidad...— Hitoshi no terminó la frase. No se sentía con ánimo para contarle a Shota lo que le estaba pasando, lo hacía sentirse egoísta de estar tan feliz mientras que su amigo estaba pasando por un problema de salud tan delicado. —Solo estaba buscando a Kemy.— mintió.

—¿Ya la llamaste?— preguntó Shota.

—Ya, pero no contesta mis llamadas ni mis mensajes.— explicó Shinso. —¿Puedo preguntarte algo?—

El pelinegro asintió.

—Después de que tú prometida te engañara con tu mejor amigo, ¿Nunca pensaste volver a casarte? ¿O a tener otra relación?— preguntó Hitoshi.

—¿A qué viene esa pregunta?— cuestionó Shota. Sin duda, había tocado una fibra muy sensible en él.

—Desde que te conozco eres soltero, nunca has tenido novia y un par de conquistas en un bar no cuentan. ¿Por qué?— El de cabello índigo estaba tratando de obtener una respuesta, aunque tal vez fue demasiado agresivo para conseguirla.

—¿Por qué te interesa?— dijo Aizawa. Claramente estaba tratando de evadir la pregunta.

—Porque ya eres viejo y no has tenido ningún heredero para toda tu fortuna.— respondió Hitoshi en tono de broma.

—Puedo ser viejo, pero tengo mejor condición física que tú.— se burló Shota.

—Si, claro.— respondió Shinso con sarcasmo.

Shota sonrió ligeramente. —Me habría gustado tener hijos. Una niña, tal vez.— dijo de pronto. Hitoshi se sorprendió un poco por la repentina sinceridad del pelinegro. —Pero resulta que los bebés no llegan solos a este mundo y ahí es dónde está el problema.— añadió con cierto tono sarcástico.

—Pero, en verdad, después de... ¿Cómo se llamaba? Ah, si, Emi, ¿Nunca más intentaste tener una relación?— insistió el de cabello índigo.

Shota soltó un suspiro. Hablar de Camila no era precisamente sencillo para él, mucho menos después de haber visto a su amigo tan cerca de ella en la mañana.

—¿Entonces?— dijo Shinso para presionarlo a responder.

—Si. Una vez, pero todo salió mal.— respondió cortante.

—¿Por qué?—

—Ella era dramática y yo era un idiota, lo cual hacía que fuéramos un completo caos.— dijo de prisa para quitarse de encima la pregunta de su amigo.

—Pero, ¿Si la amabas?—

Una pregunta complicada tras otra.

—¿Por qué de pronto tienes tanto interés en mi vida personal?— preguntó Shota. Le preocupaba un poco que Shinso hubiese hablado con Camila sobre lo que pasó entre ellos en el pasado.

—Porque quiero saber más de ti, antes de que te mueras.— mintió en tono de broma.

Shota frunció el entrecejo. —Parece que tramas algo.— dijo.

—¿Te interesaría intentar algo nuevamente con alguien?— preguntó Hitoshi.

—No, ¿Por qué?— dijo Shota, ya un poco malhumorado.

—Sé de alguien a quién le gustas, o más bien, está enamorada de ti.— dijo tratando de intrigar al pelinegro.

—¿Quién?— preguntó de inmediato. La primera persona que vino a su mente fue Camila, pero le pareció muy improbable al mismo tiempo.

—Dejaré que te des cuenta por ti mismo.— dijo Hitoshi. En ese momento llegó una notificación a su teléfono, un mensaje de Kemy, disculpándose por no contestar y pidiéndole verlo. —Es Kemy, debo irme.— dijo y se puso de pie.

—Solo viniste a despertarme y hostigarme. La próxima vez ve primero a casa de Kemy.— dijo con hastío.

—Lo siento. Te veré mañana.— dijo despidiéndose y saliendo por la puerta.

Si duda había sido una visita muy inusual. Hitoshi no era de hacer ese tipo de preguntas, a menos que estuviera investigando algo y dudaba que realmente estuviese preocupado por su descendencia.

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