Una historia alternativa de cómo hubiera sido si Daki y Gyuntaro hubieran recibido ayuda en sus momentos de más necesidad. Lo que hubiera podido pasar si hubieran conocido que alguien era capaz de amarlos sin importar nada.
(HISTORIA ALTERNATIVA Y C...
Pasaron unos días desde que Ume me había dicho "mamá", a pesar de que lo dijo de manera inconsciente ella me llamo así desde entonces. Ya no era más la princesa o la reina, era su madre y esa simple palabra hacia que mi corazón pudiera arder de amor por toda la eternidad.
Al que notaba algo distante era Gyuntaro, desde que Ume comenzó a llamarme así se lo notaba más callado y alejado de mí. Si bien hacia los deberes y me ayudaba como siempre no volví a ver esa pequeña sonrisa que me daba cada cierto tiempo, o esos ojitos brillantes que me daba mientras le hacia de comer o le contaba una historia de mi hogar o alguna otra inventada.
Sentía que se alejaba de mí.
Llego un momento en que tuvimos que ir a el Distrito rojo por provisiones, nos habíamos quedado sin comida y necesitaba un par de herramientas para poder hacer mi propia plantación de verduras en la finca. Si bien compraba en el pueblo quería plantar algunas otras frutas y verduras como me había enseñado Nagisa, eso ayudaría a compensar la economía y poder inventar alguna otra medicina para poder curar enfermedades.
-¡Mami! ¡Quiero tener la bolsa!- señalo las compras que tenía en la mano.
-Esta bien cariño, pero con cuidado- le di la bolsa a la pequeña mientras seguíamos viendo algunas verduras, hasta que logré escuchar unos gritos a lo lejos.
-¡Por dios! ¡Qué horror!- por instinto me di vuelta y vi la peor escena que pude imaginarme- ¡Saquen a este sucio y horrible de aquí!- había tres mujeres que le tiraban piedras a un niño, pero no era de cualquiera, se trataba de Gyuntaro.
Deje las bolsas en el suelo y sin pensar salí corriendo hacia él, que se cubría la cabeza para que las piedras no le dieran en la cara. Mire su rostro y pude ver sus ojitos dilatados algunos moretones en su rostro, mi serenidad había llegado a su límite.
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-¡Qué creen que hacen!- les grite mientras ponía atrás mío al chico y a Ume que había llegado a mi lado- ¡No tienen derecho a tratarlo de esa manera!
-¡El no tiene derecho a estar aquí! ¡Ni debería haber nacido! ¡Es horrible, es asqueroso! ¡Debería morir o ser desterrado!- una de las mujeres decía con sorna mientras las demás le daban la razón y el resto solo se dedicaba a mirar la escena.
-Debería irse, con esa cara espanta a la gente, después de todo debe ser un huérfano cualquiera- reía la mujer.
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