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Viajar hasta el departamento de Yuta se había hecho una costumbre. Una vez a la semana iba, quedándome la noche porque solo tenía las tardes libres.
Como había dicho Yuta en anteriores ocasiones, terminaría acostumbrándome al ruido y movimiento de las calles, pero esa no era la mejor noche de todas.
Fue cuestión de segundos para que Yuta siguiera su recorrido al supermercado y que mágicamente alguien tirara de mi brazo, tapando mi boca en el transcurso.
En defensa de Yuta, siempre caminábamos así. Él por delante y yo siguiéndolo mientras charlábamos de algún tema hasta llegar al destino. Era lógico que no se diera cuenta inmediatamente de mi ausencia.
Pero aún con la boca tapada, intenté gritar, aunque esa persona amenazó con lastimarme, pateé, mordí su mano, todo para llamar la atención. Y lo logré al tirar un tacho de basura, causando ruido.
---- ahg... ¿es en serio?
Me relajé al escuchar la voz de Yuta, estaba afirmado en la pared, mirando con molestia a quien me tenía atrapada.
---- mira, en verdad me importa muy poco quien eres. – Utilizó un tono de voz cansado – pero, a ti no debería importarte poco quien soy, ¿sabes? Suéltala ahora.
Pude ver como el japonés metía su mano en el bolsillo de su campera, dejándolo ahí.
Era obvio que alguien con el trabajo de Yuta, no saldría con algún tipo de arma a la calle.
---- ni que fuese tuya, déjame hacer mi trabajo. – Escuché finalmente la voz del hombre – drogón de mierda.
Yuta borró su sonrisa, mordiendo su labio inferior mientras apartaba la mirada.
---- mala elección de palabras. – Susurró – te daré la oportunidad de retractarte o si no...Me veré en la obligación de actuar con violencia.
A todo esto, seguía moviéndome, hasta que finalmente di con la rodilla del desconocido y este me soltó por el dolor. Corrí, llegando hasta Yuta y él me escondió detrás suya.
---- si te digo que corres, corres, ¿comprendido? – Sujetó mi mano con algo de fuerza – no quiero que te quedes aquí, obedece por una vez.
---- claro...
Pero mi mirada volvió al frente, notando al hombre levantarse e insultarme.
---- podría dejar que te vayas...- Yuta hizo una seña, para que me quedara quieta – pero, no debiste tocar algo que es mío, ¿comprendes?
---- hija de puta...- murmuró aún adolorido - ¿Quién te crees para adueñarte de alguien?
---- eso debería preguntártelo a ti. – Relajó su cuerpo frente al hombre – ah...mira. – señaló el piso, logrando que mirara hacia allí – imbécil.
