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Sicheng volvió a jadear intentando no ser muy ruidoso. En esos momentos odiaba a ese japonés. No se supone que debería estar haciendo eso, menos en ese lugar. Él era una persona importante en esa puta escuela y con una reputación que cuidar, pero mierda, la mano del japonés se sentía tan bien sobre su miembro. El menor no pudo evitar gemir, cosa que por suerte pasó desapercibida por toda la gente allí.
—Has silencio, bonito—Murmuró el chico que se hacía llamar Yuta. El chino sabía que nadie podría escucharlos, la gran piscina estaba abarrotada de gente bailando y tomando, nadie les prestaba especial atención. Estaban en el fondo de la piscina fingiendo que charlaban en una esquina, nadie sospechaba de lo que hacían—Alguien podría escucharnos.
La sonrisa pícara de Yuta no hacía más que desearlo más—Yuta—Susurró el más alto intentando no soltar ningún gemido.
—¿Qué pasa? —Interrogó el mayor con su voz ronca.
—Salgamos de aquí por el amor de Dios—El japonés rio y paró el movimiento de su mano, haciendo que chino se quejara en un suspiro. Salió de la piscina sin mucho esfuerzo y fue al interior de la casa, Sicheng lo siguió antes de perderlo de vista.
Ambos se encerraron en el primer baño que encontraron y comenzaron a besarse con dureza. El más bajo apoyó al chino contra la puerta y volvió a posar su mano en la entrepierna del otro haciendo que soltara un gemido ahogado en medio del desesperado beso. Yuta se separó del menor y se sentó en el retrete.
—En tus rodillas, cariño—Ordenó el japonés. Sicheng no tardó mucho en acatar las ordenes mientras el mayor se sacaba el traje de baño y liberaba su erección, a la cual el más alto miró con deseo—No puedes esperar a chuparmela ¿No, lindo?
Sicheng asintió con ganas y Yuta volvió a hablar—Entonces adelante, chupa—Ante la motivación del japonés, el menor tomó la base del miembro y comenzó a lamerlo lentamente, arrancandole un gemido ronco al más bajo. Besó la punta del glande haciendo que Yuta gimiera más. Decidió dejar de hacerlo sufrir y engullió la mitad del miembro del japonés. Este suspiró extasiado—Mierda, lo haces tan bien hermoso.
En poco tiempo el chino logró tomar todo el pene del otro y este no podía dejar de gemir. Yuta tenía sus dedos enredados en el cabello del menor y no pudo evitar tirar de ellos cuando el último nombrado comenzó a acariciar sus testículos. Era imposible que fuera la primera vez del chino haciendo eso, lo hacía tan bien que le era imposible no gemir. Sabía que no le faltaba mucho para terminar, así que tomó del cabello a Sicheng y tiró de el haciendole entender que parara.
—Desnúdate—Ordenó el mayor. Sicheng se levantó, se sacó el traje de baño sin chistar y se sentó en regazo del japonés—Desesperado.
El chino sonrió, lamiendo y besando el cuello de Yuta, dejando grandes marcas rojas que luego se volverían moradas. Hacía un vaíven lento rozando ambos miembros y haciendo que los dos jadeen. Yuta acarició el torso del menor y bajó hasta su culo, apretando este a su gusto, logrando que Sicheng jadeara. El mayor notó por primera vez el tatuaje que el chino tenía, era un tatuaje que iba desde la cintura, seguía por su costado y terminaba un poco luego de que empezara su muslo. El tatuaje consistía en líneas irregulares que el japonés supuso que eran rayos. Yuta no podía esperar más a enterrarse en el menor y embestirlo hasta que le pida que pare, pero tuvo un poco de piedad por el otro.
—Chupa—Pidió el japonés mostrandole tres dedos. Sicheng tomó la muñeca del mayor y chupó lascivamente los dígitos del otro, mirandolo con deseo. Cuando el menor dejó de lamer sus dedos, habló—Date vuelta.
El chino se dio vuelta, dándole la espalda, dejando a la vista su trasero. Yuta sonrió y rodeó con su dedo la entrada del otro, el menor gimió desesperado, pero el japonés solo rio y azotó una de sus nalgas.