Hay millones de pequeñas razones por las que yo, Dong Sicheng, amo a Nakamoto Yuta. Hay tantas razones que si tratara de escribirlas me quedaría sin tinta, sin papel y directamente se me quemaría la mano de tanto escribir.
Porque no puedo explicar lo mucho que me encanta estar así entre sus brazos, sentirme protegido por él. Amo todo de él, pero lo que más me encanta es su sonrisa que hace que mil mariposas revoloteen en mi estomago. Aunque no puedo dejar de lado cuanto me encantan sus ojos tan expresivos y tampoco puedo dejar de decir cuanto amo su forma extrovertida de ser, aunque a veces me da un poco de miedo que nos metamos en problemas gracias a sus palabras sin filtro.
Hay veces en que me pregunto como es que un hombre tan maravilloso y atractivo puede estar con alguien como, sinceramente él parece un dios griego y bueno, yo parezco un humano común y corriente como muchos otros, aunque Yuta me diga una y otra vez que no existe ser más hermoso que yo. Él es perfecto, realmete no necesito nada más si lo tengo a mi lado, mientras él siga acariciando mi nariz todas las noches antes de dormir no voy a necesitar nada más.
—NaYu—Hablé adormilado, sintiendo el dedo de Yuta bajar por mi nariz una y otra vez con la intención de dormirme.
—¿Qué pasa cariño? —Interroga él con su voz ronca.
—Te amo más que a nada en el mundo—Respondo a punto de dormirme.
—Yo también amor—Me dice sin dejar de acariciarme—Eres lo más importante que tengo en la vida, que eso nunca se te olvide.
Y con eso caí dormido con una sonrisa en mi rostro.
Hay millones de pequeñas razones por las que yo, Dong Sicheng, amo a Nakamoto Yuta. Hay tantas razones que si tratara de escribirlas me quedaría sin tinta, sin papel y directamente se me quemaría la mano de tanto escribir.