Grazna, croa, aulla I

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EQUIPO CUERVO

Capítulo 9: ¡Grazna, croa, aúlla! I

Por Okashira Janet

Neji se levantó a las 5 de la mañana, como todos los días, y corrió a buena velocidad por los campos de entrenamiento Hyuuga, aún estaba oscuro así que mantuvo el Byakugan activado para ver en la oscuridad, por su frente corrieron perlas de sudor que humedecieron rápidamente su ropa. Después de una hora se detuvo, intentó tranquilizar su mente e iniciar su rutina de ejercicios.

Calmo, lento, paciente.

Como una serpiente que espera su momento para atacar Neji intentó que los sentimientos que burbujeaban en su interior volvieran dentro de él, ahí donde no eran un incordio para su entrenamiento diario, pero no pudo.

Los puños se le pusieron rojos de tanto apretarlos. A los diez años Neji era el niño más solitario de todo el clan Hyuuga, sin padre, sin madre, perteneciendo a la rama secundaria... era solo un huérfano incomodo el cual no tenía sitio en ningún lado, su única misión en el mundo era proteger a Hinata-sama y dar su vida por ella como lo había hecho su padre. Era su única función, no importaba cuanto entrenara, no importaba que en la Academia lo trataran como a un genio, no importaba que los mismos miembros del clan hablaran de su grandeza, su destino estaba unido a los inseguros pasos de una niña, el sello en su frente lo demostraba.

Neji aún enfurecía al recordar que en algún momento de su vida proteger aquella muñeca de mejillas rojas le había parecido un honorable deber, cuando era pequeño le parecía que cuidar de una princesa era propio de un caballero, de un hombre de honor del que escribirían canciones y leyendas. ¡Que necio!, una princesa mimada que no podía protegerse por sí misma solo causaba muertes sin sentido, la muerte de su padre ni siquiera se comentaba, como si no hubiera sucedido. Un evento negro en la historia del clan que todos se esforzaban por olvidar.

Quería odiarla, por quitarle todo, pero odiar a alguien tan débil como Hinata era una pasión que su ínfima existencia no alcanzaba a rellenar, Hinata si acaso despertaba un frío desprecio por su parte. Siendo muy niño se había prometido que no moriría por ella, no sería un perro que pudiera pisotear, el destino estaba escrito y enunciaba que sería su guardián, estaba bien, lo aceptaba, pero entonces se esforzaría por ser un genio, una existencia de esas que solo aparecen una vez en cien, ¡en mil años!, su fuerza humillaría para siempre a la heredera y al clan y cada vez que ella intentara mirarlo en menos tendría que aceptar que era más fuerte que ella, que podía matarla si quería y ella ni siquiera tendría tiempo de activar el sello del pájaro enjaulado.

Para Neji saber que el resto del clan segregaba a Hinata tanto como a él había sido siempre una constante, a él no lo trataban por respeto, por temor, pero a Hinata solo la envolvía el aura de la decepción.

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Y entonces el mundo cambió, ella, la pequeña, la inútil, la que se suponía que moriría en cualquier instante si él no estaba a su lado para protegerla, su prima de mejillas rojas y lágrimas prontas había sida retirada de su lado para ser entrenada por el mismo Uchiha Itachi en persona, de pronto le dijeron a Neji que si Hinata moría ya no era su problema, mientras estuviera con aquel equipo Hinata ya no sería su responsabilidad.

Neji era inteligente y sabía escuchar, pronto descubrió que la mayoría de los Hyuuga encontraban poco probable que Hinata sobreviviera, hacían planes como Hanabi como la siguiente heredera. Neji no le había prestado atención antes a su prima menor así que se pasó un día entero viéndola entrenar. Era una niña fuerte de mirada decidida y movimientos rápidos, una niña que no era una decepción, una niña de fuego en la sangre. Decididamente era una mejor heredera, pero a Neji no le importaba demasiado el cambio, no encontraba ningún sentimiento por Hanabi Hyuuga, ni bueno ni malo.

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