MEMORIES

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Mientras Amity seguía perdida en sus recuerdos, alguien tocó la puerta de su casa y corrió a abrirla para ver que su hija Azura estaba ahí.
- Hola mamá, te veo muy feliz hoy.
- ¿Y por qué no? Eres mi hija, es motivo suficiente para estar alegre. Pasa, te prepararé un café antes de irnos.
Azura entró a la casa y dejó el portal en la entrada de la casa junto a su palisman, el cuál se desprendió y fue al jardín. Después, fue a sentarse en el sofá de la casa, se veía demasiado exhausta.
- ¿Mucho trabajo?
- No es eso, es que sabes como me pongo en este día.
- No solo es difícil para ti, también lo es para mí.
- La extraño mucho mamá, no es justo que le pasara eso.
Amity podía comprender muy bien a su hija, ya habían pasado 13 años desde aquel triste día.
Poco después bajaron los niños ya cambiados con ropa formal y oscura.
- ¡Mami! - Gritaron los pequeños y corrieron a abrazarla, mientras que la joven Aliathra recibía los abrazos de sus hijos muy feliz. Pocos segundos después Aliathra bajó del piso superior y fue abrazar a su mamá para darle la bienvenida.
- ¿Cómo les fue? ¿Trataron bien a su abuela?
- Claro que sí querida, si pude controlarte a ti siendo una niña muy hiperactiva, mantener bajo control a los niños no fue ninguna molestia.
- ¡Vaya mamá! Me sorprendes.
- La experiencia hace a la maestra, aunque a estas alturas esperaba que tuvieras más experiencia que yo, después de todo, tienes 3 hijos. Pero tienes trabajo, por eso no has tenido tiempo de desempeñar tu papel al 100 como madre, la verdad es que eres una mujer admirable hija. Muchas personas no habrían podido con esas responsabilidades pero tú demuestras lo contrario.
Azura sonrió a su madre e invitaron a los niños a unirseles en la conversación. Tyrion e Isabela le contaron a su madre todo lo que habían hecho junto a su abuela pero especialmente toda la plática para saber sobre su abuela Luz Noceda e incluso la joven Aliathra se mostró muy interesada en conocer sobre cómo una humana logró enamorar a una bruja. Azura estaba feliz, ya que ella evitaba hablar de su segunda mamá.
- Hija, debo arreglarme y podremos irnos después.
- Claro mamá.
Amity subió las escaleras y entró a su propia habitación donde empezó a cambiarse su ropa casual por una más seria y formal, también de color negro. Mientras terminaba de colocarse su vestido, observó sobre la cómoda de su cama, una fotografía enmarcada de ella y su esposa en un viaje familiar que hicieron a Londres, el día en que los 19 años de felicidad se terminarían y que también dio hincapié a un terrible sufrimiento para Amity y toda la familia, el sólo ver esa fotografía le hizo recordar aquel fatídico día en el que todo se derrumbó.

Recuerdo de Amity

- ¿A dónde deberíamos ir ahora?
- Pues fuimos al palacio de Buckingham ayer, paseamos por la abadía de Westminster antier y visitamos el Puente y la Rueda de Londres.
- Entonces deberíamos visitar los museos, leí que esta ciudad humana tiene más museos que cualquier otra.
- ¡Agghh! Amity, no quiero ver eso. Mejor vamos a dar un paseo en el Támesis.
- Ayer te tocó elegir la actividad linda, es mi turno para ello - Le respondió Amity usando su tono seductor. - Hazlo por mí y te daré un premio.
Luz se puso roja como tomate y en cuestión de minutos se terminó de arreglar, lista para salir.
La cita de ambas fue hermosa ya que pudieron visitar varios de los museos que ofrece la capital británica, Amity estaba encantada con la cantidad de historia que aprendió sobre aquel país humano, era mucho más amplia que la de las Islas Hirvientes, aunque también aprendió mucho sobre la cruel realidad de la historia británica. Tras varias horas de recreación decidieron ir al centro de la ciudad para poder ir a algún lugar para comer algo y después, poder ir a dar aquel paseo en el Támesis.
- Definitivamente, fue un día muy interesante para nosotras.
- Debo admitirlo querida, los museos son muy interesantes.
- No todo se trata solo de divertirse, incluso podemos aprender mientras nos divertimos. Después de todo, mañana volveremos a casa y a nuestras obligaciones.
- Ni que lo digas Amity, sin duda tendré mucho trabajo que hacer cuándo vuelva ¡Ah!. - Luz se sujetó la frente mientras hacía una mueca de dolor.
- ¿Estás bien?
- Sí, tranquila. No pasa nada, solo es un pequeño dolor de cabeza.
- Amor, creo que deberíamos volver al hotel.
- Olvídalo Amity, es nuestro último día aquí, quiero que lo disfrutemos.
- Pero...
Luz puso su dedo en los labios de Amity.
- Iremos a comprar unas píldoras para la cabeza y continuaremos, ¿Te parece?
Amity, no estaba muy convencida de la idea de Luz, pero aceptó su propuesta.
- Entonces, disfrutemos este último día aquí.
Se pusieron manos a la obra y fueron a buscar alguna farmacia, en el camino, Luz no se quejó del dolor que sentía aunque tenía la sensación de que la cabeza se le partiría en dos, pero tras comprar unos analgésicos, ambas jóvenes se dirigieron al parque en donde comieron en uno de los locales de comida más cercanos al río y se dispusieron a rentar un bote de remos para dar un paseo.
El paseo fue muy lindo y Amity pudo haberlo disfrutado más si no hubiera tenido que preocuparse por su esposa, en estos 19 años de matrimonio, Luz había gozado de un perfecto estado de salud y jamás había tenido algún malestar, a excepción de unos cuántos resfriados y alguna que otra fiebre, pero un dolor de cabeza jamás, pero con suerte sólo sería un simple dolor de cabeza y todo terminaría para bien, tras dar por terminado el recorrido decidieron volver al hotel para descansar no sin antes de haberse tomado una última foto que un amable fotógrafo accedió a tomar. Esa foto, daría inicio a la cuenta regresiva del fin de su matrimonio.
Los días transcurrieron y estos se convirtieron en semanas, después en meses para dar paso a los años, que empezaron a ser tormentosos y duros para la pareja.
Cinco años después de ese viaje, la salud de Camila empezó a deteriorarse gradualmente y a un ritmo terriblemente rápido, para Vee y Luz, esta situación fue muy dura para ambas ya que la mujer que las educó y crió estaba muriendo y aunque trataron con la medicina e incluso la magia sanadora, no se podía hacer nada, todos estaban de acuerdo en algo, la vida de Camila Noceda estaba llegando a su fin y no había nada ni nadie que pudiera impedirlo.
Camila falleció dos meses antes del nacimiento de Aliathra debido a una arritmia fulminante, provocando un terrible dolor en sus hijas, su nuera y su nieta quiénes lamentaron profundamente la pérdida de tan amada persona. Amity estaba muy asustada, ya que la profecía que Odalia le había dado, estaba cumpliéndose lentamente y esta sería sólo una pizca del martirio que le esperaba.
Tras la pérdida de su madre, Luz empezó a sufrir y cayó en depresión, descuidó su empleo, su relación con su hija y su esposa e incluso con Eda y sus amigos, pero lo peor fue que su salud también sufrió.
Los dolores de cabeza que había empezado a padecer desde ese viaje a Londres se empezaron a volver recurrentes y cada vez más intensos, hasta el punto de volverse insoportables, pero cuándo Camila murió, su condición empeoró. Empezó a padecer de mareos, visión borrosa y hubo ocasiones en que se sentía débil y cansada, pero ella logró evitar que su familia y amigos sospecharan que estaba enfermando, a todos los engañó, menos a una, Amity.
Amity conocía perfectamente a Luz y ella sabía que su esposa no estaba bien, podía ver como iba desmejorando cada día que pasaba y a pesar de que rogaba a Luz que fueran a ver sanadores o médicos ella se negaba rotundamente, afirmaba que no le ocurría nada malo o que simplemente se repondria con un buen descanso, pero Amity Blight, no aceptaría ese no para siempre y a menudo discutían, provocando un mayor distanciamiento entre ellas.
Amity estaba cada vez más desesperada, su matrimonio estaba peligrando y ella no veía ninguna posible solucionarlo, lo único que quería era recuperar el control de su vida y superar esta dura prueba que la vida le puso en frente, pero un día Amity llegó finalmente a su límite.
Ocurrió cuándo Azura, quién ya con 21 años cumplidos, acababa de dar a luz a la joven Aliathra y mientras sus madres esperaban tanto noticias como de ella como del bebé en la sala de espera, fue cuándo Amity entendió lo grave que estaba Luz.
- ¡Demonios! ¡Demonios!
- Luz cálmate por favor.
- Ahora no Amity.
- ¿De qué hablas ahora?
- No quiero discutir ahora.
- Tu eres quien quiere convertir todo en una discusión.
- Entonces déjame sola.
- Luz, por favor. Nuestra hija está pasando por un duro momento y nos necesita, trata de controlarte.
- ¿Quieres que me controle Amity? ¿Cómo? No he dormido bien desde hace días, mi cabeza no ha dejado de dolerme desde hace dos semanas, me siento mareada, cansada y... y...
Luz no pudo continuar y antes de que Amity comprendiese bien las palabras de su esposa, se desmayó.
- ¡Luz! ¡Luz despierta! ¡Ayúdenme!
Un sanador se acercó corriendo y revisó a Luz, de inmediato llegaron tres sanadores más, la subieron en una camilla y se la llevaron. Amity intentó entrar junto a ella pero los sanadores se lo impidieron y le rogaron que esperara afuera.
Amity estaba asustada, sabía que algo no andaba bien con Luz y se culpaba de no haber insistido lo suficiente en que Luz se atendiese, pero ya era tarde.
Un sanador salió para informarle que Aliathra y la bebé estaban bien pero que necesitaban descanso, podría pasar a verlas mañana pero de Luz no hubo ninguna respuesta que calmara sus nervios.
El día transcurrió y no hubo nada sobre el estado de Luz, para Amity la espera era una horrible tortura que sólo se incrementaba. Al día siguiente, pudo conocer a su nieta, aunque era un momento muy conmovedor, también fue muy duro el pensar que Luz no estaba ahí junto a su hija en este importante momento.
- Hola pequeña, soy Amity, tu abuela.
- Tiene tus ojos mamá.
- ¿Y dónde está Seth? Debería estar aquí.
- Tuvo que ir a atender una emergencia de su aquelarre.
- Debería estar aquí, con esta bella niña.
- Aliathra, ese es su nombre.
- Es un bello nombre Azura.
- ¿Y dónde está Luz mamá?
Amity no supo que responder a su hija, no estaba en condiciones para saber sobre el estado de salud de su mamá, pero merecía saberlo de un modo u otro.
- Azura, Luz no está bien.
- ¿¡Qué?!
- La están atendiendo, pero no es nada grave, ya verás que pronto va a venir a conocer a Aliathra. Ten fe hija.
Tras unos minutos, una enfermera le comunicó a Amity que la paciente y la bebé debían descansar por lo que salió de la habitación y volvió a la sala de espera.
Pero apenas se dirigía hacia allí cuándo el sanador que atendía a Luz se le acercó y desgraciadamente, no traía buenas noticias.
- Usted estaba con la señorita Noceda ¿Verdad?
- Es mi esposa. ¿Cómo se encuentra?
- Está descansando, pero temo decirle que no traigo buenas noticias. En todos mis años como sanador no había visto algo como lo que su esposa padece.
- ¿Qué quiere decir?
- Venga conmigo por favor.
El sanador condujo a Amity hasta su consultorio y al llegar, hizo aparecer una serie imágenes que Amity reconoció al instante, Luz tenía un tumor.
- Es un tumor maligno señorita y temo que está muy desarrollado.
Amity no podía procesar aquella devastadora noticia y ahora, la vida le había arrojado una enorme piedra que no podría remover tan fácilmente.
- ¿Puede curarla?
El sanador simplemente negó con la cabeza.
- Como le dije, el tumor está muy avanzado y desgraciadamente no se parece a ninguno que haya visto en toda mi vida, tengo entendido que que la anatomía de los humanos no es tan diferente a la de las brujas, también padecemos de tumores pero nunca he visto uno alojado en el cerebro. No poseemos el conocimiento para extirparselo a su esposa, lo lamento.
- Debe de intentarlo, se lo ruego.
- Lo siento señorita Amity, pero no hay ningún sanador en las Islas Hirvientes que pueda ayudarla y tampoco tenemos los conocimientos mágicos que puedan llevar a cabo un procedimiento así, lo lamento mucho.
Amity se quedó en silencio por varios segundos y sólo le quedaba una única alternativa, buscar medicina en el mundo humano.
Apenas salió del despacho del sanador, Amity se dirigió a la habitación de su esposa quién yacía inconsciente en una cama. Al estar a su lado, tomó su mano y sin poder contenerse más, Amity se derrumbó en un mar de lágrimas.
Ya lo tenía todo, una familia, un hogar, amigos y lo más importante de todo, era feliz pero todo eso corría peligro.
- Luz, debes ser fuerte. Por mí, por nuestra hija, por nuestra nieta. No te rindas.
Luz no pudo salir de la sede del Aquelarre de Sanación hasta después de varios días y sólo tras haber obtenido permiso de su sanador y únicamente para que Amity pudiera llevarla al reino humano y así poder internarla en un hospital.
Pero durante ese tiempo sus amigos fueron a verla para hacerla sentir cómoda pero ninguna visita levantaba tanto el ánimo como las de Eda, quien siempre sacaba sonrisas a todos en particular a Luz. Al principio, Luz no tomó la noticia de su tumor de forma negativa, después de todo tenía la esperanza de que pudiera ser operable y prefirió mantenerse optimista.
Gracias a los ahorros que tanto Amity cómo Luz habían guardado durante años pudieron costear a uno de los mejores neurocirujanos del país quien llevaría a cabo sus mejores esfuerzos para poder determinar si el tumor de Luz podría ser curado.
Pasaron varios días en los que Luz fue sometida a diversos procedimientos médicos y también se le hicieron muchos análisis y estudios que a pesar de que Amity no los conocía, tenía fe en que el mal que aquejaba a su mujer desaparecería.
- ¿Qué te pasa cielo?
- Hola Luz, ¿Cómo te sientes?
- Fuera de mi terrible migraña, estoy bien.
Recientemente, Luz había soportado una dolorosa sesión de quimioterapia que tenía la intención de verificar si el tumor podría ser afectado.
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