Día 11: Camera + Age Gap(Jonathan Byers)

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⚠️TW: Diferencia de edad, consentimiento dudoso, exhibicionismo, mención de pornografía.



La paciencia no era una de tus virtudes más destacables. Especialmente tratándose de compromisos laborales; te gustaba hacer las cosas bien y ello implicaba tiempo, verdadera dedicación y respeto.

Respeto. Algo difícil de encontrar dentro de tu área.

El último fotógrafo contratado por la agencia era un cerdo. Además de no cumplir con las normas estipuladas dentro del estudio, poseía la mala manía de tomar imágenes no solicitadas de dudosas intenciones, fuera del set, en el baño, de tu rostro cada segundo de la jornada, de tus cosas.

De acuerdo, trabajar como modelo de una revista tan particular significaba precisamente eso. Modelar. No formaba una buena reputación para nadie quejarse del negocio, así que habías aguantado cada mínima irritación que te provocara su persona hasta el día en que fue despedido por razones ajenas a tu caso, lo que fue una maravilla para ti y para las otras chicas con las que habías coincidido en el oficio.

¿El motivo? Aparentemente compartía el contenido con empresas rivales, algo así, los rumores no eran fáciles de esparcir, por lo que la noticia y los detalles de la situación aún no habían llegado a tus oídos, quizá para la colaboración final del mes podrías enterarte de más. Por el momento, te limitabas a entenderte con el encargado de tus citas, de quien no habías recibido visitas frecuentes en la última semana.

La búsqueda de un nuevo subordinado les había atrasado el trabajo a todos, lo que era una lástima porque ahora tus deudas pendían de un frágil hilo, el estrés de las cuotas universitarias te estaba matando, sin mencionar la renta del departamento junto al campus y la nula existencia de comida en tu cocina.

Aquella llamada durante la mañana–después de un merecido desayuno de cereales sin leche–te estaba salvando el pellejo. No eras la primera en la lista, nunca lo eras, pero sí la chica disponible en todo momento. Te diste una ducha fría, vestiste algo holgado y saliste de casa con una mochila encima. Maquillaje, cepillo, ropa interior nueva, zapatos cómodos, secadora, fijador y algo que picar por si la sesión se alargaba más de lo anticipado. Siendo honesta era la falta de horarios lo que precisamente se amoldaba a tu estilo de vida, era relajado cuando tenía que serlo y tenso cuando no. La dirección no quedaba lejos tampoco, una locación discreta en un local cómodo.

Caminar por los vecindarios vecinos no era ningún problema de ida, el regreso siempre resultaba más complicado entre la oscuridad de la tarde. Los fines de semana visitabas la casa de una vieja amiga y, con suerte–y unas copas de vino–, te invitaba a pasar la noche en su residencia.

Echaste un vistazo a ambos lados de la acera, empujando la puerta y saludando a la amable recepcionista que al parecer estaba bastante ocupada buscando un contacto entre sus papeles, la oíste balbucear e indicarte el corredor que debías de tomar. Esbozaste una sonrisa genuina, agradeciéndole el gesto, y pasaste, no sin antes asomar la vista por el estudio cuyo número te era más conocido.

La iluminación era tenue, demasiado baja para ver con claridad por donde caminar, aunque debías entrecerrar la mirada porque los reflectores en el escenario al fondo eran demasiado intensos para ignorarlos. El hombre que cuadraba tus citas te recibió de forma escueta, nunca era muy elocuente y eso te hacía sentir en confianza, era bastante profesional.

Y, por supuesto, era guapo.

Dejaba todo en orden y salía de la habitación para dejarte laborar amenamente, la estilista se demoraba cerca de diez minutos lo que resultaba oportuno en tu afán por llamar la atención del agente, un plan que seguía sin dar frutos. No perdías la esperanza, parecía un tipo interesante, carismático y misterioso, en serio encantador.

ONE SHOTS(ST) +21 (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora