EL OMEGA DE UN MAFIOSO

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Hay algo que Takemichi ama con todo su ser: los niños.

Últimamente, cuando Mikey se va a "trabajar" Takemichi se escabulle a la guardería, y aunque él sí va a trabajar, aún prefiere esconder su pequeño secreto de su alfa.

No es que Takemichi no quiera contarle, pero él está seguro que su alfa no entenderá el amor que siente por los pequeños niños y niñas.

Mikey no entenderá lo lindo que es ver a Ryan sonreír.

Mikey no entenderá lo hermoso que llega a ser poder ver a unos pequeños Nino, Luna y Mana hacer berrinches por perder en piedra, papel o tijera.

Mikey no entenderá la satisfacción que puedes tener con simplemente escuchar a Luke hablar.

Mikey no entenderá lo divertido que es ver lo dramático que llega a ser Ian cuando Milk le roba su jueguito.

Mikey jamás entenderá lo que es perderse en los bonitos ojitos de Damian.

Mikey no entenderá jamás lo que es ver a un bonito rindou coquetear con un pequeño souya.

En conclusión, Mikey jamás lo entenderá, porque él no es un alfa amante de los niños, tampoco se los daría, Takemichi sabía eso, porque si no quiere marcarlo por miedo a perderlo, obviamente no traerá unos niños a un mundo peligroso como lo es el suyo.

En conclusión, Mikey nunca lo entendería.

—¿De donde vienes?

Asustado voltea, encontrándose con Mikey, quien lo miraba fijamente. ¿Acaso no tendría que estar en el trabajo? Mikey siempre volvía a las nueve, nunca tan temprano, no antes que Takemichi.

—Hola —con una sonrisa nerviosa, cierra la puerta detrás suyo y se acerca a su alfa—  ¿Qué haces aquí tan temprano?

—Los chicos no me necesitaban, era una misión fácil, vine hace cuatro horas.

Takemichi cierra los ojos, maldiciendo en silencio mientras su cabeza trataba de inventar alguna excusa creíble.

—Ah, que bien —sonríe—. Yo fui a ver a mi mamá.

—Bien, pero, ¿por qué no llevaste a tus guardaespaldas? Sabes lo peligroso que es irte solo.

—A mamá no le gustan esos hombres, le dan miedo.

—Ellos no tienen que entrar contigo, amor —Takemichi hace una mueca, Mikey se acerca y besa una de sus mejillas para calmarlo—. Es por tu bien, amor, no quiero que nada malo te pase.

—Nada malo me pasará —aseguró—. Sé cuidarme solo.

—Las personas con las que trato son peligrosas.

Y regalándole una sonrisa, Takemichi asiente y besa los labios de su alfa.

—La próxima iré con ellos.

El tema es olvidado, aunque sólo por la tarde porque al anochecer, cuando Takemichi duerme tranquilo y bonito en la cama, Manjiro le da órdenes claras y directas a Hanma.

—Quiero que mañana lo sigas, algo me está escondiendo.

—Sí, señor.

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