EL OMEGA DE UN MAFIOSO

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Cuando Johanne abre la puerta y ve a su hijo con una mochila y su carita tristona, ella sabe rápidamente lo que pasó.

—Manjiro es un tonto —ella rápidamente dice, tomando a su pequeño hijo y metiéndolo a la casa—, aunque no creo que quieras escuchar eso.

Takemichi niega y se sienta en el sofá, no tarda mucho en escuchar el grito inconfundible de su pequeño hermanito quien corre hacia él y lo abraza.

Takemichi sonríe.

—¡Take Take! —Theo, su pequeño rayo de luz, trepa al sofá y rodea con sus bracitos su cuello—. Te extrañé mucho, Take.

—Y yo a ustedes también.

—¿Te quedarás por muchos días como la otra vez?

La sonrisa de Theo lo hace sonreír también.

—Sí, me quedaré un par de días.

—¿Muchos?

—Sí, muchos.

Y el pequeño ojiazul grita emocionado y se aferra más a su hermano.

Johanne mira con una sonrisa la escena, aún así sabe que debe preguntar luego porqué Takemichi se quedará.

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—Es raro pero me siento halagado.

Manjiro ríe ante las palabras de Sanzu.

Había estado toda la noche, madrugada y mañana en el hospital, pensó que irse en la tarde para darse una ducha pero antes de poder tomar sus cosas, el omega había abierto sus ojos y tomó su mano, deteniéndolo.

Mikey estaba feliz, Sanzu por fin despertó, eso era todo lo que quería.

Por su parte el omega había sonreído radiante cuando Mikey le contó que estaba tan asustado por él que hasta dejó a Takemichi para correr al hospital. Claramente él se sintió un ganador.

—No es raro, sabes que eres muy importante para mí.

—¿Más que tu omega? Realmente no me lo esperaba.

—Ustedes dos son todo lo que yo amo, de forma distinta obviamente pero los amo.

El menor hace una mueca.

—¿Forma distinta?

—Claro Sanzu, Takemichi es mi pareja, lo amo como tal, en cambio lo nuestro es un amor distinto, de hermanos.

—Pero no somos hermanos.

—No de sangre pero estamos juntos desde cachorros, para mí tú eres mi única familia y no sé qué haría sin ti.

Incómodo y molesto, Sanzu sólo asiente y decide cambiar el tema de la conversación.

—¿Desde cuándo estás aquí?

—Desde que me dijeron que te dispararon.

—¿Y eso cuándo fue?

—Ayer por la tarde.

Sorprendido el omega mira la ventana. ¿Tanto tiempo estuvo en el hospital?

—Wow.

—Sí, wow —sonríe—. Espero no te moleste pero llamé a Shion, él te hará compañía, yo iré a tomarme una ducha, veré a Takemichi y luego vendré, ¿sí?

Para nada le agradaba esa idea pero entendía que Mikey está agotado.

—Bien, ve.

Lo deja ir, esperando en silencio la llegada de Shion.

Y Mikey se va con la ilusión de ver a su omega al llegar a casa.

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