EL OMEGA DE UN MAFIOSO

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Cuando Manjiro llega a la gran mansión y ve a todos corriendo de un lado a otro no le parece raro, en unos pocos días tienen una misión y claramente todos estarían alborotados, pero cuando se lo quedan mirando por demasiado tiempo la cosa se vuelve rara.

—¿Qué tanto me miran?

Hakkai es el primero en dar un paso hacia delante, mostrando su clara valentía al ser quien está por soltar la bomba.

—El señor Takemichi tomó todas sus cosas y se fue donde su madre.

Y su corazón se detiene ante la noticia.

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Cuando Johanne termina de escuchar todo lo que su hijo le contó, jura que tiene ganas de ir y golpear a ese tonto alfa con todas sus fuerzas, no le importa que Manjiro sea jefe de una gran red de narcotráfico o lo que sea que haga, Manjiro Sano va a escucharla.

—Creo que Naoto era la mejor opción para ti —dice, en un intento vago de distraer a su hijo—. Escuché que volvió a Londres, su madre me dijo que preguntó por ti.

—Mamá, ahora sólo quiero descansar un poco, nada de alfas por el momento, ¿sí? Quiero tomarme un tiempo para mí.

Ella sonríe.

—Es la mejor decisión que puedes tomar.

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Hanma suspira cansado. Está desde hace más de cinco horas estacionado frente a la puerta de la casa de la madre de Takemichi, ya está cansado, el omega ni siquiera salió pero obviamente él no puede volver con su jefe sin fotos del omega.

Cuando Manjiro se enteró que Takemichi se había ido todo fue un caos, primero se quedó en una especie de shock y después, cuando salió de su trance corrió a su habitación para asegurarse que lo que le habían dicho era cierto, y luego de comprobarlo todo comenzó a volar, las cosas eran tiradas, sólo se escuchan gritos del alfa y todo empeoró cuando Takemichi rechazó sus llamadas.

Por esa misma razón es que está ahí, porque Mikey lo había mandado a asegurarse que Takemichi realmente esté a salvo en la casa de su madre, pero el omega ni siquiera se asomaba a la ventana e Hanma ya estaba harto.

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Cuando las puertas de su oficina se abren Manjiro mira con esperanza de ver a su omega, lamentablemente no es a quien quiere en esos momentos.

—¿Y esa cara larga? —Sanzu se acerca a él—. No pasaste por mí, pensé que irías a buscarme para salir del hospital pero Shion tuvo que traerme.

—No estoy de humor, Sanzu.

—¿Por qué no?

—Takemichi se fue.

Sorprendido el omega ve al alfa esperando alguna señal que le diga que es mentira, una broma, pero ante la mirada gacha de Mikey él sabe que es verdad y sonríe cuando ve la gran oportunidad.

—¿Te dejó?

—Fue donde su madre.

—Pero terminaron.

Aún sin mirarlo, Mikey alza ambos hombros.

—Ni siquiera contesta mis llamadas.

Claro, con Takemichi lejos todo será más fácil.

—Oh Mikey, él no merece que estés así de triste.

Su plan puede ponerse en marcha.

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