EL OMEGA DE UN MAFIOSO

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—¡Take Take!

Takemichi ríe cuando la pequeña niña se tira sobre él y lo abraza con fuerza. Ella es tan bonita.

—Hola, bonita, ¿cómo estás?

—Feliz ahora que te veo.

Así como la pequeña mana se había tirado sobre él, los otros niños y niñas no tardaron en acercarse también.

Como ya dijo, Takemichi ama a los niños y definitivamente la guardería es su lugar favorito en el mundo.

Hay peligros, lo sabe, sabe que no debe salir de la casa sin guardias, él no debe extorsionar a sus guardaespaldas, las amenazas funcionan pero sabe que en cualquier momento Mikey se enterará, despedirá a los hombres y contratará a personas que no se dejen extorsionar.

Hoy no fue fácil, principalmente porque tuvo que escaparse de esos tipos porque hoy no querían dejarlo ir, le advirtieron que no saliera pero Takemichi no podía pasar un día sin ver a estos bonitos niños que iluminan su día a día.

—¡Take! —Bruno le habla, mirándolo con esa hermosa sonrisa de hoyuelos que tanto ama en el pequeño niño—, ¡le gané a Camilo!

—¡Él me hizo trampa, Take!

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Cuando Hanma deja caer las fotografías sobre el escritorio, Manjiro se apresura a tomarlas en sus manos y mirarlas rápidamente.

Queda mudo.

—¿Una guardería?

No es que Manjiro se esperara un engaño, sabía que Takemichi era incapaz de estar con alguien más o traicionarlo en cualquier otro sentido, pero no se imaginó nunca que su omega asistiera a una guardería.

—Según lo que averigüe, él trabaja allí.

—¿Él trabaja en una guardería?

El chico asiente despacio, espera a que su jefe le dé una orden pero al no escuchar nada, pregunta.

—¿Qué desea que hagamos, señor?

—Nada, yo hablaré con él —perdido en sus pensamientos, Manjiro toma las fotos y las guarda en un costado—. Puedes irte, hanma, descansa.

—Buenas noches, señor.

Y cuando el menor se va, Manjiro cree que puede pensar tranquilo, pero la puerta se abre y Sanzu entra sin siquiera tocar.

—Aquí estás, te estaba buscando.

El omega se siente sobre el escritorio, Manjiro estaba a punto de regañarlo pero cuando lo ve, él tiene las fotos en sus manos y su ceño está fruncido.

—Sanzu, deja eso.

—¿Él va a una guardería? ¿Acaso piensan secuestrar a un pobre niño?

—Deja de decir idioteces.

—¿O Takemichi te engaña con uno de los profesores de ahí? Mierda, sabía que ese omega era un-

—¡Sanzu! —rápidamente lo interrumpe—. Basta.

—¿No era eso?

—No.

—¿Entonces?

—Takemichi trabaja ahí.

—Ah —el omega se queda en silencio unos pocos segundos, pero cuando vuelve a hablar la cabeza de Manjiro duele—. Es un estúpido, ¿sabes que está poniendo en riesgo a esos niños?

—Sanzu.

—No estoy actuando por celos. Piensa, Mikey, si tus enemigos saben que tu omega trabaja ahí, esos niños no están seguros.

Eso era verdad, esos idiotas podrían ir contra Takemichi, aprovechar que él está solo y en el proceso podrían herir a algún niño.

Takemichi en verdad está siendo un irresponsable.

—Hablaré con él cuando vuelva.

—Eso espero, no quisiera que nada le pase a niños inocentes por un omega tonto que intenta ser rebelde.

Manjiro evita responder.

Sanzu sigue hablando.

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