Al día siguiente, solo me centré en estudiar para sacar adelante el examen.—A ver, me voy a centrar, que me quedan pocos días para el examen. Pongo el móvil en modo avión y a estudiar, nada de Lucas, ni de Kai, ni de Raquel.
Me quedé estudiando hasta la hora de cenar, cené tranquilamente y me dormí nada más acostarme. Al día siguiente, me desperté temprano para seguir estudiando. Llegué a clase y ahí estaba Lucas, esperándome en la puerta de entrada, mirando el móvil apoyado contra la pared.
—Ayer no respondías los mensajes, ¿pasó algo?
—No, qué va, solo que me centré en estudiar para el examen del miércoles.
—Ah, vale. Hablando del examen, ¿me podrías ayudar, porfa?
—Vale, venga, te ayudaré. ¿En tu casa o en la mía?
—En la tuya, porfa, que nos queda más de camino.
Entramos a clase. Fueron las tres horas más largas que he tenido en lo que llevamos de curso. Al salir al patio, me llevé los libros para estudiar y me senté en el banco. Vi que se me acercaba Lucas por la espalda.
—Hola, doña empollona.
—Sabes que no me gusta que me llames así —le digo en tono enfadado.
—Vale, perdón, lo que usted quiera.
—Ahí... ven, anda, siéntate que te ayudo un poco con el examen. —Nos ponemos a repasar un poco y de repente me quita el libro y lo apoya sobre el banco a un lado.
—Venga, deja el estudio para casa, diviértete un poco. Estamos en el patio. —Me coge de la mano y me levanta del banco—. Vamos a jugar al baloncesto, anda.
—Venga, vale.
Entramos a clase y aún nos quedan tres horas más. En clase de artística teníamos que hacer un trabajo en parejas con plastilina, y Lucas y yo nos pusimos juntos.
—Voy a ir a imprimir la foto de la figura. Ahora vuelvo, Lucas.
—Vale.
Vuelvo de imprimir la foto y veo que Lucas ha puesto todas las plastilinas ordenadas, menos algunas tonalidades.
—Qué creativo eres.
—Es que tardaste mucho y me aburría.
—Si solo fueron cinco minutos. Bueno, el caso es que vamos a hacer la figura.
Nos pusimos a hacer la figura. Pasó la hora y no la habíamos terminado, pero nos dijeron que, como el profesor de la siguiente clase no estaba y la profesora de artística la siguiente clase la tenía libre, nos dejó continuar con la figura. Pasados media hora, la terminamos y la entregamos, para saber la nota al día siguiente. Pasó la hora y nos fuimos a clase de economía. Ya se terminó la clase; yo, como siempre, tardé mucho en recoger mis cosas y Lucas ya se había ido para afuera, y como no me lo volví a encontrar en la puerta principal, estaba mirando el móvil apoyado contra la pared.
—Venga, vamos, princesita.
—¿Eso me tiene que halagar?
—No sé, yo creo que sí.
—Venga, anda, vamos a mi casa.
Al llegar a mi casa, Lucas se quedó en la entrada mientras yo abría la puerta.
—¿Tienes algo de beber? —preguntó, mirando alrededor.
—Claro, pasa. Te haré un té.
Me di prisa en la cocina, tratando de no pensar en lo que podría suceder si él se quedaba más tiempo. Lucas siempre había sido un buen amigo, pero últimamente sentía que la química entre nosotros iba más allá. Mientras el agua se calentaba, decidí ponerme cómoda.
—¿Te gusta el té? —pregunté, girándome hacia él.
—Soy más de café, pero me vale.
Le sonreí y le pasé una taza. Nos sentamos en el sofá y comenzamos a hablar de lo que habíamos estudiado. De repente, Lucas se inclinó hacia mí, apoyando su codo en la rodilla, mirándome intensamente.
—Helena, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, lo que quieras.
—¿Por qué siempre te esfuerzas tanto en los estudios? No me malinterpretes, admiro tu dedicación, pero a veces me da la impresión de que estás huyendo de algo.
Mi corazón se aceleró. ¿Estaba él sugiriendo que me estaba escapando de mis sentimientos hacia él y hacia lo que había pasado con Kai y Raquel?
—Es solo que... —empecé a decir, pero no sabía cómo continuar. En ese momento, el sonido de mi móvil interrumpió el momento. Era un mensaje de Raquel.
—¿Vas a leerlo? —me preguntó Lucas.
—No, no quiero saber nada de ella ahora. —Lo dejé a un lado y me volví hacia él—. Como decía, a veces me siento más segura estudiando que lidiando con mis problemas.
Lucas me miró, comprendiendo.
—Sabes, no tienes que hacerlo sola. Estoy aquí para lo que necesites.
Me sonrojé, sintiéndome abrumada por sus palabras.
—Gracias, Lucas. Eso significa mucho para mí.
—Y... hay algo más que quería decirte. —Se inclinó un poco más cerca—. Desde que estamos juntos, he empezado a sentir algo más que amistad. No sé cómo te sientes tú, pero quería que lo supieras.
Me quedé en silencio, procesando lo que había dicho. Por un lado, estaba el miedo a abrirme nuevamente a alguien después de lo que había pasado con Kai, pero por otro, había algo especial entre nosotros que no podía ignorar.
—Yo también siento lo mismo, Lucas. Me asusta, pero... me gusta estar contigo.
Sin decir más, él se acercó y, con una suave sonrisa, entrelazó sus dedos con los míos. El gesto, simple pero significativo, me hizo sentir que tal vez estaba lista para dejar atrás el pasado y abrirme a una nueva posibilidad.
—¿Te gustaría salir conmigo? —me preguntó, su mirada llena de esperanza.
—Sí, me encantaría.
Así, en ese instante, decidí que era momento de dejar atrás las dudas y dar un paso hacia lo desconocido, sabiendo que, al menos, no estaba sola en esta nueva aventura.
Al final del día, todo lo que había vivido, las risas, los estudios y las emociones, me llevaron a este momento: un nuevo comienzo, donde el futuro con Lucas prometía ser tan emocionante como aterrador.
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Caminos de corazón
RomanceLa historia sigue a Helena, una joven que enfrenta cambios significativos tras una intensa relación con Kai. Después de la despedida de su mejor amiga Raquel, Helena regresa a casa y comienza a desarrollar una conexión con Kai, marcada por momentos...