Human |JeffBarcode|

11

Planeta Tierra

—¿Quieres venir conmigo al nuevo pub de Perth? Escuché buenas cosas sobre el lugar.

—No esta noche, Ping —dijo Jeff, con los ojos en la pantalla de su ordenador—. Tengo trabajo quecompletar.

—Mentira —dijo Ping—. Pond no pudo elogiarte lo suficiente esta mañana; dijo que estaba adelantado en todos sus plazos.

Jeff continuó escribiendo.

—Estoy ocupado —dijo secamente.

Ping dejó escapar un suspiro.

—Dime que no vas a dormir aquí de nuevo.

—No duermo aquí. Sucedió un total de dos veces.

—Mira, esto no es saludable, hombre —dijo Ping —. Primero te niegas a abandonar tu lugar, ahora lo evitas como la plaga.

Jeff no dijo nada, manteniendo sus ojos en la pantalla. Hubo un silencio tan largo que comenzó a pensar que Pong se había ido.

—Han pasado meses —dijo Ping en voz baja—. Él no va a volver.

Jeff apretó la mandíbula y no dijo nada.

—Solo acéptalo y sigue adelante.

—Lo he hecho —dijo Jeff, muy uniformemente—. Es por eso que estoy aquí. Trabajando.

—No estás trabajando, Jeff. Estás trabajando hasta más no poder. Para fin de año, serás inmensamente rico o muerto de agotamiento. No estoy seguro de cuál es más probable en este momento —Ping hizo un sonido de irritación—. Olvídate de ese niño. Él se fue sin decir adiós. Es una pequeña mierda ingrata...

—Sal —dijo Jeff.

—Vamos, amigo, sabes que tengo razón...

—Vete —dijo Jeff nuevo. Debió haber algo feo en su voz, porque Ping se estremeció y se fue sin decir una palabra más.

Cuando la puerta se cerró tras él, Jeff se recostó en su silla y se pasó una mano por los ojos cansados. Ping tenía razón: estaba trabajando demasiado. Pero el trabajo era bueno. El trabajo mantenía su mente ocupada. Jeff se pellizcó el puente de la nariz. Por el amor de Dios. Habían pasado casi dos meses. ¿Cuánto tiempo iba a sentirse como una mierda? Sentirse como una mierda por alguien que aparentemente no existía. Todavía era difícil creer que todo lo que Barcode le había dicho era una mentira, pero los hechos no mentían: Barcode Calluvianen no existía. Casi hizo que Jeff pensara que Barcode solo había sido producto de su imaginación. Excepto que él no era el único que había visto a Barcode . El era real. Él había sido real.

El pensamiento trajo un dolor familiar a su pecho. A pesar de su ira, todavía no podía descartar la posibilidad de que algo le hubiera pasado a Barcode. La gente no solo desaparecía, especialmente sin llevarse su pasaporte y sus posesiones. Ping siguió diciéndole que lo dejara ir, le decía que Barcode era una mierda desagradecida por irse así.

Jeff deseaba poder seguir ese consejo, pero el problema era que no podía creerlo por completo. Después de su enojo y dolor iniciales, Jeff había pensado cuidadosamente en su relación y no podía creer que Barcode , su sincero, dulce e inocente Barcode , era en realidad una
persona de mierda. Ping se había burlado cuando Jeff le había dicho eso.

—¿Sincero? ¿Inocente? ¡Él mintió incluso sobre su nombre! Vamos, sé que lo tienes mal por él, pero seguramente no puedes ser tan ciego. Era un zorro que fingía ser un conejo, y tú lo compraste.

Ping tenía razón. Racionalmente, Jeff lo sabía. Irracionalmente, seguía pensando en la forma en que Barcode le sonreía, en la forma en que se acurrucaba en él, en la forma en que temblaba bajo su toque, en la forma en que respondía a sus besos, con la boca ansiosa, dulce y jodidamente inocente. Una persona puede mentir, pero el lenguaje corporal no puede. ¿O simplemente se estaba engañando a sí mismo? Probablemente. Porque ninguna explicación tenía sentido. Jeff incluso consideró la posibilidad de que Barcode se hubiera ido porque se había sentido culpable por engañar a su prometida, pero eso no explicaría el pasaporte falso y ninguna identidad.

Sin mencionar que Barcode no habría hecho un maldito pastel para él.

El pastel aún estaba caliente cuando Jeff había llegado a casa. Había sido lo más enloquecedor. Literalmente podía oler el champú de Barcode en el aire, como si Barcode hubiera estado allí. Ping puso los ojos en blanco cada vez que trataba de argumentar que Barcode no podría haberse ido por su propia voluntad.

—A menos que haya sido secuestrado por extraterrestres, no hay excusa para él. ¡Deja de ser tan ciego, hombre! Deja de inventar excusas para el pequeño idiota. Olvídate de él. Hay un montón de peces en el mar. Qué demonios, ya ni siquiera te reconozco.

Sí, Ping tenía razón.

Tenía que ser realista. Barcode era un mentiroso. Todo lo que había hecho era mentir. Barcode, si su nombre era incluso Barcode, se había ido y no quería que lo encontraran.

Tal vez había llegado el momento de seguir adelante.