El Camino

152 6 9
                                    

Iba corriendo por aquel oscuro y solitario pasillo.

-Master...-.

Una mota de luz se veía en el horizonte, intentaba alcanzarle, jadeante estaba próximo a tomarla entre mis manos.

-Master-.

Mi mano derecha encerró aquella esfera de luz y entonces lo escuché.

"Amigo"

-MASTER-.

De pronto, tuve que retirar mi mano, pues la luz me había quemado, mi cara se llenó de terror al ver como todo a mi alrededor se encontraba en llamas, las flamas estaban a punto de tragarme.

- ¡MASTER! -.

Algo picó mi rostro y me hizo salir de las pesadillas, la curiosa gaviota se espantó y alzó el vuelo.

-Por fin despierta- dijo Fay allí frente a mí, a espaldas de las olas del mar.

El viento salado golpeó mi rostro, la arena se metió entre mis dedos y mis ojos se lastimaron por el sol, en tan despejado cielo.

- ¿Dónde estamos? - pregunté confundido.

-Mis observaciones indican que nos encontramos del otro lado del portal mágico que usted creó. Específicamente en la tierra donde debería estar el objeto necesario para encontrar a la diosa Din-.

-Si, eso parece ser, pero...- me levanté sacudiendo la arena de mi túnica- ¿Cómo llegamos a esta playa? ¿caímos del cielo? ¿Por qué estaba durmiendo?

Fay miró hacia arriba.

-No...lo sé, master. Mis memorias y mi análisis se oscurecieron por un lapso de tiempo, lo último que recuerdo es encontrarle inconsciente en la arena.

-Mmm, quizás aun no controló del todo la fuerza que me otorgó mi otro yo-.

Fay se quedó flotando allí pensativa, sin decir nada.

-Esto sería más fácil si no hubiera sellado mis recuerdos-.

Una ola chocó con fuerza contra la arena.

-Master pensó que sería mucho mejor para usted no tener tantos futuros en su cabeza, eso solo le traería confusión-.

-Ahora mismo estoy confundido- dije burlándome.

-Pero está donde debe estar, Master- dijo y una sonrisa se dibujó en mi rostro- Master decidió fusionar su consciencia, pero dejó detrás pequeñas pistas para su viaje- Fay giró hacia mi alrededor y se posó delante de mí, apuntando hacia un camino de piedra- Este mundo es la prueba de ello.

Cerré los ojos y suspiré.

-Has hablado fuerte y claro, Fay. Vamos allá, exploremos y encontremos lo que necesitamos cuanto antes-.

Fay asintió.

Puse pie en aquel tramo empedrado.

- ¿Dónde deberíamos empezar? – pregunté.

Fue entonces que el suelo comenzó a temblar, a lo lejos una nube de polvo se acercaba cada vez más hacia nosotros. Desenvainé la espada y me preparé para el ataque.

A pocos metros pude ver la adversidad con la que nos enfrentábamos, era una familia de pequeños cerdos rosados corriendo a toda velocidad.

Sonreí y coloqué la espada de nuevo en su cubierta.

-Solo son cerdi...- pero no pude terminar mi aseveración.

-¡¡CUIDADO!!-.

- ¿Eh? -.

La Leyenda de Zelda: El Héroe DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora