Esto no estaba en mis planes.
¡Maldita sea!
Quería llegar a Din antes de encontrarme con Meitei. Mi identidad ahora será revelada y el peor escenario comenzará.
Una gota de sudor rodó por mi mejilla mientras me ahogaba en mis pensamientos, estaba por blandir mi espada cuando un grito lleno de ira me alertó.
- ¡¿Qué te crees que haces?!-.
Mis ojos se movieron con rapidez hacia la izquierda y un piso debajo de mi enemigo. Allí estaba un joven demonio envuelto en su capa blanca que continuaba arrodillado. Estaba levantando la cabeza, mostrando sus ojos inyectados en sangre y su rostro alterado por la furia.
- ¡¿Acaso estas ciego?! ¡La diosa se encuentra en sus aposentos! ¡¿Por qué sigues de pie, demonio imbécil?! -Todo su cuerpo se estremecía por el odio.
-No hace falta alterarse, Manathos- dijo la mujer en lo más alto con parsimonia- Déjame charlar con él.
El rostro del demonio pasó del odio a la sorpresa, y rápidamente agachó la cabeza.
-Le ruego que perdone este impulsivo desliz, mi diosa-.
-Tengo curiosidad, tus acciones le pertenecen a un demonio muy valiente, o...-levantó su mano- ¿o a uno muy tonto? - tronó los dedos.
En ese mismo instante sentí como si un gigante hubiera caído en mi espalda, no había forma de que pudiera mantenerme de pie, fue así que mis rodillas golpearon el suelo estrepitosamente. Estaba seguro de que no había nada encima de mí, una fuerza invisible me tiraba hacia abajo, mis palmas impactaron la tierra, evitando que mi rostro besara el suelo.
-Esto me gusta más- dijo entre risas.
Usé toda mi voluntad para levantar la cabeza.
-Es un sabio movimiento hacer una reverencia cuando te encuentras ante un dios-.
Estiré el cuello con todas mis fuerzas, mi rostro pudo elevarse, dejando mi vista dirigida hacia el cielo. Siendo capaz de ver por primera vez la forma real de mi enemigo.
Una silueta oscura se había levantado de su asiento y daba pequeños pasos hasta salir de las sombras.
Mis ojos se abrieron todo lo que pudieron, debía grabarme la imagen de esa maldita.
Una delgada mujer apareció, envuelta en un largo vestido negro, de piel gris y marcas negras por su cuerpo, con un lacio cabello rojo intenso que llegaba hasta su espalda. Sus grandes y brillantes ojos rojos miraban hacia mi dirección con superioridad.
Ella sonrió y elevó ambos brazos con las palmas de sus manos hacia el cielo.
-Ya pueden levantarse-.
El resto de demonios del coliseo se reincorporó y las ovaciones a la diosa comenzaron.
Mi cuerpo seguía siendo presionado contra el suelo, y moverme era todo un maldito desafío.
- ¿Estas bien, Knil? - preguntó Sheikah preocupada.
-De maravilla- respondí con sorna.
El par de demonios tan juntos entre sí que ocultaban la mitad de su cuerpo con toga y capucha negra comenzaron a burlarse de mi situación con ímpetu.
- ¡Idiota! - exclamó burlón el demonio que escondía su cabeza debajo de otra capucha negra encima de su asiento de color rojo.
El resto del publico comenzó a lanzar cosas dentro del coliseo, comida y restos de monstruos cayeron a mis pies, mientras que otras golpearon mi rostro, embarrando mis mejillas con vísceras de bestias repugnantes.
ESTÁS LEYENDO
La Leyenda de Zelda: El Héroe Dorado
FanfikceLa ultima leyenda de Zelda. Un mal muy antiguo es liberado, una joven princesa llena de esperanza desaparece y un mundo oscuro y desolado son lo que queda. La Historia de un héroe dirigiéndose hacia su destino, viajando por el tiempo y el espacio en...