-¿Quién eres?- volví a preguntar.
-Soy solo un viejo vendedor de máscaras- dijo con una sonrisa, el extraño hombre de ojos rasgados que se encontraba haraposo y esposado en el sucio piso.
-Tu no luces como nadie de aquí, ¿de dónde eres?-.
-Soy de muchos lados joven, ahora, ¿va a liberarme o deberíamos tomar él te primero?- dijo con una risita.
-Eso depende, ¿Por qué estas prisionero?-.
El pequeño hombre que se mantenía calmado y con una sonrisa en su cara sin ningún aviso explotó, tomó con ambas manos los barrotes de la celda y gritó con una cara de loco.
-¡Solo venia en busca de un tesoro para después continuar mi viaje! ¡Solo quería esa legendaria mascara! ¡Pero estos engendros me capturaron antes de lograr mi cometido!-.
Su arrebato me asustó por un segundo, empujándome hacia atrás. Al estar tan cerca podía ver sus pequeños ojos rojos.
-¿Mascaras? ¿Hablas de la máscara del crepúsculo?- dije, confundido.
Me volteo a ver de nuevo con una sonrisa.
-Así le llaman los ignorantes. Es la Máscara de Majora-.
Un fuerte dolor volvió a arremeter contra mi cabeza, obligándome a colocar la palma de la mano en la frente.
-Las leyendas contaban que la máscara encerraba un gran mal-.
-¿¡Qué?!- dije, ignorando el dolor en mi cabeza.
Me miró fijamente.
-Las leyendas contaban que había un demonio dentro de ella-.
El martillo cayó de mis manos puesto que la jaqueca me estaba rompiendo el cráneo. Traté de hablar mientras oprimía mis ojos con las manos.
-¿Cómo sabes todo esto? Estoy muy seguro que no eres de este mundo-.
-¡Ni los Twili tampoco lo son!- el hombre volvió a perder la calma- ¡son los descendientes de los intrusos, esos hombres oscuros que fueron castigados por intentar robar un gran poder! ¡Ellos crearon la máscara!-.
Lo miré de vuelta.
-He visto ya a muchos reyes y princesas vigilar mi celda- su mirada se clavó en mi- Sin embargo, si la historia no es de tu interés, te advierto que deberíamos escapar cuanto antes, si no es que quieres estar presente durante el fatídico destino de tu amigo-.
-¿Qué?-.
-Dejar a un pobre niño solo durante una ofrenda de sacrificios, ¿Qué más se puede pedir?-.
-¡No puede ser!- era una posibilidad, una horrible posibilidad que debía detener.
-¡¿VAS A DEJARME AQUÍ?!-.
Me detuve en seco. Titubee por unos segundos y le dije.
-Hazte para atrás- activé el cetro de hielo.
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Todo ya estaba escrito, mi destino era morir igual que mis padres. La historia de Dwen el inventor acababa aquí.
Caminaba por la plaza hasta tomar mi lugar en aquel pilar negro. Unas cuerdas aparecieron, aprisionándome.
-¡Es hora! Los cinco sacrificios están listos. La diosa del crepúsculo tomará sus almas- dijo la princesa.
Estaba bien, ya no más soledad en la vieja casa, ya no iba a volver. Estaba bien, solo...solo...me hubiera gustado hacer algo más, me hubiera gustado...ser algo más. Lagrimas rodaron por mi cara. Estaba bien, todos tenemos un fin, todos solo somos historias al final.
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La Leyenda de Zelda: El Héroe Dorado
FanfictionLa ultima leyenda de Zelda. Un mal muy antiguo es liberado, una joven princesa llena de esperanza desaparece y un mundo oscuro y desolado son lo que queda. La Historia de un héroe dirigiéndose hacia su destino, viajando por el tiempo y el espacio en...