LAZZOZ

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-Para contar esta historia, debemos empezar a relatar desde el principio-.

Toda historia se inicia desde el principio, pensé.

-No estas entendiendo, amigo- dijo amablemente la voz de aquella mujer desconocida- Cuando me refiero al principio, hablo del inicio de todo lo que conoces. Del día en que la tierra y el tiempo mismo fueron creados. El día en que los dioses llevaron a cabo su labor-.

Mi mente parecía ir en picada a lo desconocido, mi ser se fusionaba con su voz y las imágenes pasaban de algo borroso a crear una vivida realidad.

-Es mi deber contarte lo sucedido hace incontables milenios atrás. Concéntrate amigo, una vez escuches esto, tu decidirás que camino debes tomar...- la voz tardó en proseguir-Todo comienza con la llegada de los 7 dioses...

De repente todo se volvió fuego, las llamas tapaban mi vista e irradiaban suficiente calor como para alejarme de allí, sin embargo, yo estaba y no estaba en ese lugar al mismo tiempo. Fue entonces cuando dos manos brillantes, de un dorado intenso alejaron las llamas y mostraron su creación, una figura dorada volaba tras forjar la tierra roja.

-La diosa Din se encargó de crear y esculpir el relieve de la tierra- la figura dorada envuelta en un aura roja volaba por los cielos observando a detalle el lugar, cuando de pronto otro ente dorado le rebasó en velocidad y se detuvo en seco, era idéntica a la diosa Din pero con un aura oscura-La diosa Meitei creó un manto alrededor de la tierra, una manto oscuro que se extendería hasta el infinito alrededor de esta nueva creación-.

Una vez hecha su labor, Meitei sonrió y tocó el suelo por primera vez, la tierra roja se resquebrajó con el impacto y una gran parte de la construcción de Din voló por los aires y se dirigió hacia aquel oscuro manto, más allá de este pedazo de roca.

-Fue así como Meitei creó la luna- dijo aquella extraña voz.

La diosa Din también puso los pies sobre la tierra y tras tomar cierto impulso elevó el puño hacia el cielo, dirigiendo toda su aura hacia fuera, hasta el manto negro creado por Meitei, brillando con gran intensidad y creando un calor inimaginable. El resultado de aquel acto fue una explosión tan grande que por primera vez la luz se había hecho.

-Fue así como Din creó el sol, y de los vestigios de la explosión de su génesis se crearon las estrellas-.

Una tercera figura dorada envuelta en un aura azul paso al lado de Din con suma indiferencia, dio varios pasos y revisó todo a su alrededor. Tras eso, con ambas manos tomó algo que no podía verse, era como si agarrara el aire y se disponía a arrastrarlo.

-La diosa Nayru inspiró con suma fuerza y con sus brazos envolvió la tierra con un velo que le daría sentido a todo, con las leyes naturales que regirían el mundo por siempre. De esta manera por fin era posible entender la pintura que los dioses habían creado, al menos para un mortal-.

Era cierto, ahora todo era más claro, el cielo estaba allí de color azul perlado, y la tierra debajo, dura y seca. Todo parecía cobrar sentido pero aun así, lucia como una pintura a medio acabar.

-Nayru dio un gran suspiro...- fue entonces que me di cuenta, la imagen de Nayru empezaba a moverse con naturalidad y no como si de imágenes estáticas pero muy claras se tratasen- ...Y fue así como de ese suspiro, Nayru creó el tiempo-.

A cierta distancia de Nayru una figura dorada envuelta en un aura verde daba grandes zancadas, hasta que de un gran brinco paró por fin. Extendió los brazos y abrazó su cuerpo.

La Leyenda de Zelda: El Héroe DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora