-¡Venga, sal de allí!- le grité a la oscuridad, en medio de aquel extraño lugar solo iluminado por unas cuantas antorchas en la pared, observándose apenas una larga alfombra roja.
De pronto por la izquierda una enorme garra de sombras apareció, la cual logré esquivar al último momento impactando mi escudo contra ella, sacando un puñado de chispas.
-¿¡Así es como será, eh!? ¡No esperaba menos!- corté el aire con mi espada- ¡maldito cobarde!
Otra garra salió de la oscuridad y la evité dando unos pasos hacía un lado, la garra rompió la pared y un frio viento empezó a entrar al lugar.
Observé el hueco hecho por las sombras y al ver a través de él, me quedé atónito. Estábamos encima de las nubes, flotábamos y nos movíamos por el cielo.
-Qué diablos...- dije.
Sentí algo detrás y al girar la cabeza pude ver como se cerraba una oscura mano alrededor de mi cuerpo, pero ésta no logró atraparme pues había dado una pirueta en el aire escabulléndome.
Mis botas golpearon el suelo y otra garra del brujo venia en mi búsqueda, respingué y desaparecí con mi capa de color verde. Sus dedos negros solo tomaron el aire.
-¡Ahora ambos jugaremos a las escondidas!- dije.
Fue entonces cuando un sonido empezó a lastimar mis oídos, las uñas de las garras rasgaron las paredes del salón y abrieron varios huecos, la luz de la luna entró y un fuerte viento helado me golpeó, elevando mi capa por unos segundos.
Ese momento fue suficiente para el brujo, pues cuatro puños oscuros impactaron en mi cuerpo al instante, y me estrellaron contra una esquina.
-¡¡Arrrgh!!- me quejé, mientras caían pedazos de la pared tras el impacto.
Por la rendija del ojo veía como esas navajas negras intentaban cortarme una vez más, sin embargo, el brujo volvió a hacer un hueco en la pared al esquivarle con las cadenas del gancho de metal, colgándome del techo de su salón.
Sus garras como tentáculos me seguían sin parar e impactaron contra mi escudo, abriendo un agujero en el techo y empujándome al piso de arriba. Rodé por el piso y al incorporarme un rayo de color rojo cortó mi mejilla, evadiéndolo por los pelos.
El brujo no estaba jugando, un movimiento en falso y moriré.
El silencio se apoderó del segundo piso, sentía como serpenteaba por las paredes, pero no podía encontrar su verdadera posición.
De pronto, una lluvia de rayos mágicos iluminó de rojo el salón y abrió agujeros en el piso, salté de un lado al otro evitándolos, pero entonces la oscuridad me golpeó y mi rostro se estrelló con la pared opuesta.
Era inútil, tenía que encontrarlo, puse en mis manos el cetro de fuego y lo activé pero no iluminaba lo suficiente.
-Luchas contra lo inevitable, pequeño Link- dijo el brujo mientras se retorcía en la oscuridad- Todo va a terminar aquí, en mi templo, y cuando la vida te deje, iré y buscaré a Ezero y le haré lo mismo.
Abrí los ojos, el maestro. ¡Eso es!
-Grandes palabras para el murciélago que se esconde en su cueva-.
-¡Adiós, pequeño Link!-.
Una segunda ronda de rayos rojos se dirigieron hacia mí y al colisionar, la mayor parte del piso se había derrumbado.
-Tch, de nuevo ese campo de fuerza-.
El diamante azul de Nayru giraba a mí alrededor y de pronto desapareció. Coloqué el medallón de las llamas junto al cetro y combiné su magia. El cetro empezó a brillar y unas pestañas de metal se desprendieron debajo del orbe rojo en la punta del cetro, formando un circulo a su alrededor.
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La Leyenda de Zelda: El Héroe Dorado
FanfictionLa ultima leyenda de Zelda. Un mal muy antiguo es liberado, una joven princesa llena de esperanza desaparece y un mundo oscuro y desolado son lo que queda. La Historia de un héroe dirigiéndose hacia su destino, viajando por el tiempo y el espacio en...