3. ¡Oh, eres tú!

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La noticia del brutal asesinato de Maureen Prescott era lo unico de lo que la gente hablaba, nunca había sucedido algo como tam en la ciudad de Woodsboro, y con la crueldad que fue llevado el crimen se creía que se trataba de un crimen pasional. Fue Sidney Prescott la única testigo del crimen, segun relataba ella que había visto a dos hombres, el primero se rrataba de un repartidor de pizza que de no ser por como no paro de tocar el timbre jamas se hubiera despertsdo, el siguiente, se trataba del asesino de su madre, o al menos eso creía ella, Cotton Weary se había convertido en el sospechoso principal gracias al testimonio de la chica. Y como todos los rastros que habían en la escena de crimen, Weary fue llevado a juicio, en donde tan solo tres personas testificaron, el esposo e hija de la víctima, y aquél joven repartidor fue el último en hacerlo, y su testimonio fue el unico que no se acopla al de los otros dos, sorprendiendo al jurado.

-Señoría, le puedo asegurar que ese hombre ya se había largado cuando yo llegué-explicaba el joven-lo vi pasar con su auto a mi lado cuando yo llevaba un pedido a la casa de alguien, y de allí lo vi irse en dirección opuesta a la casa de los Prescott, acto seguido, yo fui a la casa de los mismos, en donde nadie me atendió y...-permanecio callado entonces, sabía quw al estar allí sentado tenía que decir la verdad y eso haría-Cuando llegue a la casa de los Prescott vi a alguien asomarse por la ventana, o eso creo, tan solo vi la cortina moverse asi que no estoy muy seguro, pero al acercarme a la casa y tocar el timbre, era apenas audible, pero escuche como murmullos. Sea quien sea el que se encontraba allí dentro, estoy mas que seguro que se trataba del verdadero ensamblador de este crimen.

A pesar de todo, el testimonio de aquél muchacho no fue tomado en cuenta, puesto a que se creía que todo lo que dijo era inventado, pero la verdad era otra, asi era como había sucedido. Y tan solo una mujer le creyo, Gale Weathers, quien ql igual que el muchacho, creía que Cotton era inocente.

Pero eso no bastaba, dada rosas las pruebas encontradas en la escena del crimen que lo incriminaban, Cotton Weary fue a prisión. Y tras el juicio terminado, no paso mucho tiempo como para que los habitantes de Woodsboro comenzaron a olvidar lo sucedido, aquél brutal asesinato dejo de ser relevante, bueno, excepto para los familiares y amigos de la víctima, quienes no olvidarán lo sucedido aquella trágica noche. En Sidney un resentimiento surgio dirigida hacia aquél repartidor de pizza que salto en la defensa del que ella creía el asesino de su madre. Detestaba a ese muchacho, ¿Quién se creía que era como para hacer algo como eso? Ni siquiera se conocían hasta ese momento y se atrevía a testificar en el juicio, era inaudito.

Por su lado, aquél muchacho se encontraba devastado, todos en el pueblo lo veían como si se tratará del cómplice de aquellos crímenes, sus vecinos y compañeros de clase lo miraban con desprecio, por lo menos tenía a su amigo que lo apoyaba, Randy, aunque sus métodos y consejos no fueran los mejores a decir verdad- ¿Quieres que veamos alguna película esta noche?

- ¿Quieres no volver a llamar a este número? -pidio/ordeno-Sabes bien que a este número solo se le llama para hacer algún pedido, y respondiendo a tu pregunta, no, no puedo, ya sabés el por que, trabajo.

- ¡Tu siempre trabajas! -protesta abrumado-Sabes, vere si alguien mas quiere ver películas conmigo.

-Aja, ¿Y a quien crees que le guste ver peliculas de terror con vos?

-Tengo... Más amigos que seguro les gustaría ver alguna película de terror-cantorrea, de manera superior.

-Si, pero no con vos-se burla molestando al contrario-bueno, ya fuera de juego, el sabado si querés nos juntamos a ver alguna película, tengo que trabajar.

Al cortar la llamada, se recarga aburrido, la recepcionista se había ausentado esa mañana, teniendo que encargarse él de atender a los llamados.

No muy lejos de allí, acostado en su cama, observando algún punto lejano en el techo, Stuart se cuestionaba si debía llamar o no a la pizzería, el dueño de sus pensamientos seguía siendo el muchacho de la pizzería, deseaba volver a encontrarse con él, y no sabía de que otra manera volver a verlo que no sea en la pizzería o en la secundaria de Woodsboro, quería acercarse s él y hablarle como uns persona civilizada a otra. Pero cada que intentaba acercarse para hablarle, desiste en el último segundo y no llega ni acercarse al muchacho, se ponía demasiado nervioso y las palabea se quedaban arrojadas en su boca.

Pedirle un consejo a Billy no estaba a discusión, primero que nada, por qué se reirá de él por pedirle un consejo de como ligar con un hombre, segundo por qué de seguro ni siquiera acepte en ayudarlo. No le quedaban muchas opciones que digamos, no se le ocurría una idea mejor que tener que llamarlo para que le trajera una pizza y ver, si de esa forma podía iniciar una conversación levemente decente con aquél muchacho que lo tenía encantado, en esta ocasión se decide por ordenar una pizza de cuatro quesos y ya vería si llamaba a Billy o a su "querida" novia, Tatum Riley, uhg, ni siquiera le gustaba en primer lugar, solo salía con ella para mantener siempre una coartada creíble, como que la noche de los asesinatos estuvo cogiendo con su novia o algo por el estilo.

De un salto salió de la cama cuando oyó el timbre see tocado, ¡Es él! Pensó sonriente, bajando lqs escaleras apurado, abriendo la puerta de un golpe, asustando al muchacho al otro lado, quien pego un saltito por inercia- ¡Oh, eres tú! -exclama con sorpresa, ya era la tercera vez en este mes en la que aquél joven alto ordenaba una pizza, de todos no estaba del todo sorprendido, ahoea comprendia porque se le era familiar esta dirección- ¿Te gusta mucho la pizza verdad? Claro, considerando que la pides a menudo. Al menos tu gusto por ella mejoró considerablemente, si tenemos en cuenta que la ultima vez pediste una con Pila y ahora la de cuatro quesos. Yo en lo personal prefiero la de peperoni, esa es deliciosa.

-Pienso igual-mintio.

Ese tipo de pizza siempre le caía muy mal al estómago, pero mentir para caerle bien al muchacho no le importaba, ahora debía de averiguar la manera de descubrir su nombre-Por cierto, mí nombre es Clark-se presenta, llenando de dicha el corazón del contrario sin ser este consciente de aquello-, creó que ya mas o menos nos conocemos, vamos juntos a la clase de la vieja señora Jones

-Oh si, te eh visto, pero no estaba del todo seguro de que fueras tu esa persona y pues, no quería hacer el ridículo por acercarme a alguien y saludarlo, y que a final no resultes ser tu y...-divaga de más rascando su nuca, intentando borrar esos nervios, pero estos eran todavía más claros a medida de que hablaba-ehh, yo-yo soy Stu.

-Es un gusto conocerte Stu-dice sonriente, y un rojo sube a las mejillas del susodicho, se escuchaba tan bien su nombre saliendo de esos labios rojos y carnosos, tan apetitosos... Mierda. No era el momento para pensar en cosas como esa-, por cierto, serían trece con noventa. Llegue a tiempo y para tu mala suerte no te va a salir gratis.

Pestañeo varias veces sin comprender-Dinero.... ¡Oh, el dinero! ¡Espera aquí un momento que lo busco!

El moreno nego divertido, viendo como el mayor de altura salía corriendo en la busca del dinero con el cuál pagarle, por su parte, Clark se remueve nervioso en su lugar, en la espera de que el contrario regresará, aún era temprano, así que no había muchos pedidos en las mañanas, aunque se pregunta por qué razón alguien desayuna pizza, pero no era quien como para juzgar acerca de lo que desayuna o no la gente, el ni siquiera habia tomado un vaso de agua esa mañana al despertar.

-Aquí tengo tu dinero-dice al aparecer, entregando el pago al muchacho, junto a una pequeña propina-eh bueno, entonces nos vemos pronto.

-Eso tenlo por seguro si es que sigues ordenando pizza para el desayuno-bromea sin ser consciente que le acababa de dar una idea al contrario-, bueno Stu, nos vemos algún otro día, adiós.

Con su mano levantada despedía al contrario, sin quitarle la mirada, lo veía alejarse en su motocicleta, y en su corazón, la esperanza de volver a ver a Clark, vive, no mentiría, quizá había caído perdidamente enamorado de ese chico, y esperaba con ansias que el día termine, para que a la mañana próxima, vuelva a pedir algo de pizza para el desayuno como escusa para volver a verlo a él y solo a él. Cerró la puerta y se dirigió hasta el salón, donde sentado frente al televisor, comía la pizza mientras veía ese nuevo programa que había comenzado a dar en el canal seis, un anime japonés de guerreros de otro planeta, nunca antes le había llamado la atención hasta ahora.

Pizza delivery ᴳʰᵒˢᵗᶠᵃᶜᵉ/ˢᵗᵘ ᴹᵃᶜʰᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora