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Esto comenzó con un joven chico castaño, de brillantes ojos borgoña y rojizos

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Esto comenzó con un joven chico castaño, de brillantes ojos borgoña y rojizos.

Luzu; el cual era un dulce y amable omega de un pequeño pueblo lejano a la ciudad, siempre amable y dispuesto a colaborar.

Incluso si lo eras su mejor amigo, incluso si antes le habías causado algún daño a su ya roto corazón, el no dudaría en ayudar, porque así era Luzu.

Nunca trató mal a sus amigos, a pesar de que estos no eran devotos de su admiración, era como una suave brisa de primavera, etérea y refrescante. Muchas veces, Karmaland no supo apreciar a este ser lleno de amor, llevando al chico a ofensas sin igual.

Ignominias que lastimaron el corazón suave de un joven, de unos suaves ojos de terciopelo rojo.

¿Cuando ocurrió esto? Muchas veces, otras más sutiles y algunas crudas, tanto como la carne de las entrañas de un humano, de un humano ignorante del remordimiento. Un día, este pequeño ángel celestial, se enamoró, del ser más imperfecto existente.

Interés que poco a poco fue creciendo, como un copo de nieve que se transforma en avalancha. Pero, este ser celestial nunca intentó obligar a este ser imperfecto.

O como su nombre terrenal, Quackity; un alfa, con más pecados que altura, enamoró a un ser celestial.

Una mañana suave, la cual esparcía su rocío por un campo de lirios, podías ver a un ángel caminar, de vestiduras oscuras, ojos profundos y de brillante cabellera castaña, junto a un pequeño alfa, de ropas azuladas y con una máscara blanca

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Una mañana suave, la cual esparcía su rocío por un campo de lirios, podías ver a un ángel caminar, de vestiduras oscuras, ojos profundos y de brillante cabellera castaña, junto a un pequeño alfa, de ropas azuladas y con una máscara blanca. Además de unas medianas alas en su omóplato.

Bromeaban entre sí, mientras paseaban, claro que el alfa era muy ruidoso para la suave armonía del castaño.

El mayor, miraba a más bajo con una mirada cargada de amor y ensueño, pensando que quizás este día podría hablar con el alfa más pequeño y decir su sentir.

Aunque en su pequeño plan, no estaba estipulado algo.

"¡Oye lusu! Vamos al pueblo ¿Sí? ¡Quiero ir al pueblo!" El ser alado agitó sus alas de manera agresiva y estruendosa, llevándose la atención del felino.

"¿Mm? ¿Para qué quieres ir Quacks?" Preguntó con total curiosidad.

"Para ver a mi rubia tetona lusu, lo dejé muy solito estos días, pero le voy a premiar con unos besotes por la espera" Comento el híbrido, dejando pasmado al más alto.

"Ellos.... ¿Serán pareja? Yo... No debería meterme.. no creo que deba.." Pensamientos que atormentaban al Omega comenzaron a llegar, como gotas heladas de lluvia callendo en su corazón "Quacks, creo que deberías ir tú, no creo que a Rubius le de alegría verme a mí..."

"¡No digas bobadas lusu! Vámonos" Tomó la mano del otro y corrió hasta el pueblo.

"¡E-Espera! ¡Quacks!"

Al llegar a la tienda de bicicletas, el menor se olvidó totalmente del joven ángel caído, dejándolo totalmente abandonado mientras se iba a coquetear con un híbrido de oso

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Al llegar a la tienda de bicicletas, el menor se olvidó totalmente del joven ángel caído, dejándolo totalmente abandonado mientras se iba a coquetear con un híbrido de oso.

El felino se quedó mirando los coqueteos de ambos, dónde incluso llegaron a suaves besos, cosa que el mayor solo podía observar con una melancolía que ya no formaba parte de aura celestial.

Ver al amor de tu vida coqueteando con otro mientras a la puesta de sol te iba a jurar millones de promesas de amor le hacía daño.

Decidió irse de aquel lugar, dónde solo fue ignorado, su frágil y tibio corazón no estaba listo para tanto dolor, caminó por el pueblo, su estómago se sentía tan pesado como cien soles, al igual que su pecho ahora hueco de amor.

Su pecho ardía como el sol, no sabía si eran sus pulmones o su corazón, pero estaba seguro que ardía como nunca antes en su triste y desolada vida de Omega.

Náuseas atacaron, pero el resistió, así como había hecho durante toda su vida en este cruel mundo, resistió.

No recuerda cuando se encontró con el alfa de ropajes lilas, pero si recuerda como este lo tomó con una suavidad digna de un ángel y lo llevó a su casa, con la suficiente paciencia como para no dejarlo tirado a mitad de camino.

Lugar en donde consoló al Omega, abrazó e incluso ayudó a vomitar, aunque ninguno notó los pétalos en la bilis del castaño, el lobo preocupado por el bienestar del Omega y el castaño aturdido por el dolor de sus pulmones y corazón.

El alfa de su pequeña manada, cuidó al Omega más hermoso, preocupado por sus malestares y dolores, aunque fuese muy suyo, lo acostó en su habitación.

Aquella que alguna vez fue hecha para otro Omega, el cual ahora coqueteaba con otro híbrido alfa.

Acurrucó al ser celestial en su cama, lugar al que llevó cojines suaves para su gusto, lugar en el que se acurrucó junto a él, en dónde no hizo más que acariciar la larga cabellera castaña.

Al parecer, los males del ángel cesaron con la seguridad y el aroma que le otorgaba el lobo, cosa que agradeció el felino entre suaves lamentos. El alfa contestó al felino con pequeños lametones, que se llevaron las lágrimas del Omega acurrucado en sus brazos.

Ambos se durmieron, no saben si por la comodidad, los aromas unidos o el dolor compartido.

Aunque, el aroma a lirio era muy nuevo en Luzu, puesto que el siempre había olido a frutos del bosque.

Ambos eran piezas olvidadas de un rompecabezas, piezas que fueron olvidadas por ser simples extras.

Ambos eran piezas olvidadas de un rompecabezas, piezas que fueron olvidadas por ser simples extras

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¿Les gustó? Es un inicio curioso.

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