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Lamentablemente, cuando la presencia de Quackity se extinguía de su hogar y corazón, los vomitos volvían, al igual que aquel aroma a lirios

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Lamentablemente, cuando la presencia de Quackity se extinguía de su hogar y corazón, los vomitos volvían, al igual que aquel aroma a lirios. Su Omega se sentía morir, deseando los brazos del joven híbrido de pato, soltando intensos sollozos lastimeros.

Todo esto porque el menor había decidido volver a su hogar y dejar al pequeño ángel solo, lo admitía, era egoísta por desear la presencia del pelinegro solo para él, pero su dolor era más grande que la moral, y su Omega no la conocía entre tanto sufrimiento floral.

Si bien veían al joven durante el día, no era lo mismo, la presencia en su nido era casi nula, la calidez que el agregaba a su hogar se había apagado y sentía que su energía se extinguía en lo más profundo de su pecho.

Su Omega felino, su dulce tigre con quién había estado prácticamente toda su vida, lloraba la falta del Alfa en su nido todas las noches, lloraba su ausencia.

El dolor no era solo algo psicológico, desde la ida del menor, sentía su cuerpo pesado y lastimado, como si espinas crecieran en su garganta, como si algo más consumiera la energía que reunía a duras penas.

¿Cuánto más tendría que sufrir?

Entre nuevos lloriqueos, su Omega se dedicó a llamar al Alfa, con la esperanza de haber establecido una conexión, por muy pequeña que fuera, ansiaba algo que llamara a su Alfa.

Aunque había la posibilidad que está conexión no existiera y se ahogara en sentimientos florales.

Se había despertado a mitad de la noche, sus ojos aún estaban pegados y su boca aún babeaba de manera industrial en su pobre almohada, costumbre que se le había quitado si dormir en el pequeño nido hecho por el Omega

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Se había despertado a mitad de la noche, sus ojos aún estaban pegados y su boca aún babeaba de manera industrial en su pobre almohada, costumbre que se le había quitado si dormir en el pequeño nido hecho por el Omega.

Observó todo lo que le rodeaba, aún con la duda de que pudo haber sido, hasta que escuchó a su alfa gruñón hablarle.

"Hey, iluso, despierta" El alfa de pato miraba molesto a su fracción humana.

"¿Qué quieres pendejo? Hay gente por aquí que necesita dormir, viejo caliente ¿No me digas que quieres coger? Tengo sueño y no me prestaré para tus mamadas" Gruñó en respuesta.

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