𝕰n el aire sobrevolaban motas de polvo acompañadas de una extraña tensión entre Killian y aquella mujer.
Las aves en la abertura miraban fijamente hacia nosotros cinco debajo. Los otros dos guardias frente a mí me observaban minuciosamente, casi sin pestañear, provocando en mí incomodidad y vergüenza. No obstante, absortos del mundo, ambos alfas parecían ni respirar siquiera.
El cabello de Killian, largo a las orejas, era aún más claro bajo la luz solar a la vez que, ligeramente gris, se apreciaba la melena a los hombros de la mujer, que no contrastaba del todo con las apenas visibles arrugas en su piel morena.
Fue solamente cuando la mujer dio un paso adelante, saliendo de las sombras, y su reluciente armadura dorada interceptó un rayo solar, que Killian y yo esquivamos el reflejo cubriéndonocs los ojos, haciendo gesticular a la mujer una sonrisa corta.
—Teniente —me saludó Haetwill Ayers con tono desdeñoso.
Su expresión se apagó por completo y ajustó su casco bajo su brazo izquierdo.
—Coronel —respondí tranquilo pasados unos segundos, volviendo la vista al frente y le dediqué una sonrisa ladina—, cuánto tiempo.
Haetwill permaneció impasible en todo momento, yo usé una entonación burlona para agregar:
—Aparentemente, no lo suficiente, para usted debo aclarar. ¿No es así?
Haetwill exhaló de forma entrecortada y apartó finalmente sus ojos amarillos canario de mí y los entornó; bien ccccclaro ha estado siempre el hecho de que no le agrado.
En silencio me hallaba debido a que no comprendía aquella conversación en una lengua que yo siempre he desconocido por completo. Únicamente supuse que estuve presente en la charla cuando Killian tensó los hombros y la mujer de ojos amarillos, como todos y cada uno de los ninkenses nativos presentes, y de cabellera totalmente blanca me miró de pies a cabeza y le dijo algo a Killian después de observar a un zopilote que recién llegaba junto a las demás aves; vestía la misma armadura que los demás soldados, pero en pequeño y se ajustaba a sus rasgos animales, con la diferencia de un pequeño royo en su pata derecha atado con un listón rojo.
—El Duque los recibirá con gusto —Haetwill comentó finalmente, aún en ninkense.
El aviforme vvcccvvvvcvwfcvdcccccccccccf vccfccde cigüeña y el transgressus de oso emitieron dos pronunciados golpes con sus lanzas sobre el piso extrañamente plano, generando que las aves alrededor de la abertura tardaran dos segundos en desaparecer junto con su aleteo. Me limité a asentir y a comenzar a caminar detrás del trío de soldados y seguido por Mirt, que vino directamente a mi lado y masculló:
— ¿Qué le dijiste?
—Reunión Rutinaria Oficial —me respondió, aunque tardé en comprender.
Cierto. No habíamos vuelto a tener una de ese tipo desde hacía casi tres años, debido a que Iol enfermó en la temporada de frío y decidieron hacerlas por medio de escritos; cartas que los tres escribíamos para 'solucionar' conflictos políticos ficticios.
«De esta forfma reforzaremos su aprendizaje de escritura código en caso de que no podamos disponer de reuniones presenciales», nos explicaron nuestros padres una tarde de reunión en la cual Iol no asistió como estaba planeado.
«Es por su seguridad, Joven Duque», me consoló Zigor aquella tarde de mi cumpleaños, posterior a que mis padres fuesen arrestados y se me prohibiese volver a salir de la montaña. Y le había hecho caso durante todo el tiempo transcurrido. Sin embargo, en cuando terminé de leer el mensaje de mi abuelo, el Duque, hice caso omiso a la recomendación del anciano Zigor de esperar órdenes y salí corriendo de mi alcoba siendo perseguido por mi omega de compañía.
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𝕻𝕽𝕰𝕯𝕺𝕹𝖀𝕸: 𝕰𝖑 𝕽𝖊𝖌𝖗𝖊𝖘𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝕭𝖊𝖑𝖑𝖆𝖙𝖔𝖗𝖊𝖘
Novela JuvenilLa tierra se pudre y la gente se asesina entre sí por miedo a la diferencia de raza entre los humanos comunes y los cambia formas. El Rey Carnifex retoma la casería de transgressus y la Ammyt anuncia su regreso tras dos siglos de su primera...