𝕰l calor bajo mío era reconfortante. La suavidad de las sábanas una hermosa caricia. Y el sol en mi rostro un augurio que dejaron entrar sin mi permiso.
Las risas de los tres omegas irrumpiendo en mi habitación interrumpieron mi sueño y sus cuchicheos llamaron mi atención, haciendo que se levantarán las orejas de zorro.
— ¿Viste lo desorientado que estaba? —preguntó el pelinegro.
—Lo sé, ¿cierto?
Muy satisfecho —respondió otro, el castaño, igual de asombrado y a modo cómplice.—No estoy de acuerdo —objetó el tercero, rubio, quien se encargó de fastidiarme más al seguir abriendo las cortinas restantes de mi cuarto—. No pareció que le hubieran dado una buena coyunda. —Yo abrí los ojos en demasía, enderezándome sobre la cama para ver cómo se dirigía hacia sus amigos, que arreglaban mi nueva, y usual, muda de ropa.
— ¿Bromeas? —Replicó el castaño con mi pantalón entre las manos—, si ayer creí que lo mataría por todos esos gritos —expresó.
—Ni que lo digas —corroboró el pelinegro—. Su habitación estaba hecha un lío; mantas tiradas; la colcha desacomodada. Yo opino, que habrá muchos polluelos para cuando menos lo esperemos, ¿no es así? —bromeó propinándole un codazo ligero al castaño, comenzando a reír. Yo únicamente pude esconderme en las cobijas a costa de la vergüenza. Escuché sus risas amortiguadas.
—Oh, ¡qué adorable! —exclamó el rubio arribando a mí lado.
━━━━━━━━◇◆◇━━━━━━━━Posteriormente a que el trío de omegas risueños abandonara mis (nuestros) aposentos, me dediqué, por fin, a desadormecerme. Si bien, anoche, no supe ni para qué nos esforzamos tanto en armar una supuesta noche, romántica y alocada, de bodas. Sin embargo, al llegar a oír uno que otro cuchicheo mal susurrado, me di cuenta que había resultado un tanto excesivo de lo esperado.
Las cortinas de la cama sobrevolaban al compás del aire, el cual entraba junto con el sol a través de la ventana, las sábanas se encontraban en el suelo acompañadas de almohadas, solo sobrevivieron dos al desastre, e incluso había plumas de las mismas.
Comencé a ajustarme la camiseta, la cual tuve que quitarme y así dar un efecto más realista mientras Killian, al otro extremo de la cama, apenas se levantaba y hacía lo mismo. Fue entonces, que la puerta frente a Killian, opuesta a la ventana, se abrió de sopetón. Entró Ciro con su usual túnica azul, una bolsa, un pergamino entre los brazos.
Nos quedamos mirándonos un tiempo, descifrándonos unos a otros y buscando las palabras adecuadas para excusarnos de algún modo de los rumores que se esparcieron como fuego en papel entre todos los presentes en la Torre. No obstante, Ciro cambió el curso de las cosas al confesar:
—Son buenos, debo admitirlo —cerró la entrada tras de sí y se acomodó los lentes encima del puente de la nariz—. La mayoría habla de su "supuesta'' noche salvaje de bodas. —Llegó hasta el sillón a dos metros de los pies de la cama, dejó la bolsa en la mesa de centro.
» Pero creo que ese comentario fue algo excesivo, ¿no crees, Killian? —le cuestionó a mi esposo, se posicionó junto al sillón individual cruzado de brazos, alzando las cejas. El nombrado se encogió de hombros, se sacudió el cabello mientras yo emitía una risa.
—Todo vale en el amor y la guerra —se excusó Killian tomando una muda limpia de ropa.
—De eso nada —contrarió Ciro, yendo de vuelta por la bolsa, de la cual sacó una túnica doblada, idéntica a la que él mismo traía puesta—. Ahora son jefes de Ninken. Por lo tanto, deberán vestir como tal —se acercó a darle sus prendas a Killian y otras a mí, acompañadas por una caja para cada uno.
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𝕻𝕽𝕰𝕯𝕺𝕹𝖀𝕸: 𝕰𝖑 𝕽𝖊𝖌𝖗𝖊𝖘𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝕭𝖊𝖑𝖑𝖆𝖙𝖔𝖗𝖊𝖘
Novela JuvenilLa tierra se pudre y la gente se asesina entre sí por miedo a la diferencia de raza entre los humanos comunes y los cambia formas. El Rey Carnifex retoma la casería de transgressus y la Ammyt anuncia su regreso tras dos siglos de su primera...