𝕯𝖎𝖈𝖆𝖓𝖙𝖎𝖎

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𝕰l vientre me ardía, lágrimas brotaban de mis ojos y respirar me era difícil. Tenía la visión nublada y los oídos sordos. Supe que no estaba solo cuando Mirt y Killian llegaron y me hablaron, mas no escuché ni una palabra suya. Se turnaron para tomarme de las mejillas y continuar preguntándome no sé qué. La mañana iba muy rápida y me sentía bastante aturdido.

        —¡Despierta, despierta! —le exigí a Iol mientras lo zarandeaba bruscamente por los hombros. Killian me detuvo y lo volvió a tomar de la cara, que no contaba con la suficiente fuerza para mantenerse firme, y le habló despacio.

        —¿Iol, me oyes? —Esperó paciente mas no hubo contestación. Le apartó un mechón de la cara y siguió intentado hasta lograrlo.

        —¿Que-é? —logró pronunciar confundido. Miró a su alrededor varias veces, reconociendo el lugar—. No, no... No entiendo qué... —frenó su análisis para mirarlo y luego a mí. Finalmente alcanzó a decir—: Tuve una pesadilla —admitió. Tragó saliva para proseguir—, sólo eso —enfocó a Killian—. Estoy bien —sonrió en pequeño—. Estoy bien —repitió en un mascullo, como si no lo creyera, como si se diera cuenta que, lo que hubiese soñado, no fue más que su mente jugándole una mala pasada—. Estoy bien, de verdad —me insistió.

        Al salir el cielo era más claro. Estiré los brazos sobre la cabeza y poco después salió Mirt.

        —Tuvo un ataque de pánico, estará bien —explicó imitando mis movimientos perezosos. Nos mantuvimos en silencio posterior a eso, pensando en qué hacer a continuación. 

        Sin palabras de por medio, comenzamos a recoger las mantas, las mochilas y de más. Conforme lo hacía, más me confundía. Si bien, mi último recuerdo de anoche, independiente de mi postrema [1] pesadilla, fue que cabalgábamos por un sendero. Empero, nuevamente, Iol interrumpió mis pensamientos. Emitió un quejido al desperezarse mientras salía y bostezó. 

        —¿Cómo te sientes? —pregunté, su respuesta fue su dedo pulgar levantado acompañado de una vaga sonrisa—. ¿Quieres un té de manzanilla? —propuse agitando un frasco con dicha hierba. Lo pensó un momento, con las mejillas sonrojadas y rehuyendo de la mirada inquisitiva de Killian. Asintió apenado y en silencio. No dije nada, conozco bien los terribles calambres de ciclo. 

        Puse agua (de un río no tan cercano) en un pequeño cuenco de cerámica y luego la herví con las flores de manzanilla y dejé reposar antes de cedérselo. Cuando se lo terminó, ya estábamos listos para partir. Guardé la taza ya limpia en mi bolso y me lo colgué en el hombro.

        Como no queríamos sobre cargar al caballo, nuevamente, Iol (después de mucha insistencia suya) caminó durante un tramo cargando con su mochila, que tenía la tienda bien enrollada encima, pues decía que necesitaba recomponerse de su ya finalizado ciclo.

         Pasada una hora, intercambió con Killian y éste continuó a pie. Mientras tanto, se la pasó leyendo pergaminos, con una agilidad increíble para no chocar contra un tronco. Algunos los distinguí como datos geográficos (aburrido), mas otros me parecieron estar escritos en dicantii (una lengua vetusta² de Kaika y aún más aburrido) por él mismo. Supongo que para que nadie supiese qué decían sus notas, pues muy pocos lo hablaban ya.

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Sin que él mismo lo supiera, permanecí escondido en el bolso con frascos de Mirt. Para suerte mía, mi transformación de transgressus más pequeña posible cabía en un pequeño saco con clavo.

        No tuve conciencia del tiempo transcurrido puesto que me quedé dormido, pero cuando desperté me di cuenta de que nos hallábamos cruzando los límites de Ninken, y para en la noche, habíamos llegado a Chuai. 

𝕻𝕽𝕰𝕯𝕺𝕹𝖀𝕸: 𝕰𝖑 𝕽𝖊𝖌𝖗𝖊𝖘𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝕭𝖊𝖑𝖑𝖆𝖙𝖔𝖗𝖊𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora