Steven quería romper todo aquello que se tropezara en su camino. ¿La había perdido definitivamente? Lo más seguro. Su cabeza se debatía entre si dejar que el antiguo Steven volviera o ignorar aquello y seguir siendo el "nuevo" Steven; si volvía a ser el antiguo Steven sería una calamidad para una persona en especial pero sería glorioso para todos los demás. Aquella persona lo recordaría aún más con su reputación dañina mas los demás recordarían los viejos momentos y simplemente disfrutarían; si hacia eso obtendría todo aquello que tanto le gustaba cuando era "malo" pero si continuaba con el "nuevo" Steven las cosas seguirían siendo las mismas y eso implicaba que nada sería fácil ni mucho menos agradable. Decir que se encontraba en un dilema era poco.
El pelinegro se puso en cuclillas, recogió delicadamente el libro de Orgullo y Prejuicio, abrió el libro y vio aquella frase que el señor Darcy le decía a la señorita Bennet.
"He luchado en vano. Ya no puedo más. Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame que le diga que la admiro y la amo apasionadamente..."
Oh, cuánta razón tenía aquella dichosa frase. ¿Haría lo mismo que el señor Darcy? ¿Se resignaría consigo mismo y dejaría que todo volviese a como era antes? ¿O arreglaría todo a su favor? Sentía que se encontraba casi en la misma situación, sentía que si seguía guardando todo aquello explotaría de nuevo en algún momento. Después de estar un buen rato ahí se dignó a salir de la biblioteca, comenzó a dirigirse a su casillero, al llegar lo abrió y una pequeña nota cayó al suelo; se agachó, la agarró, luego sacó sus últimas cosas que llevaría al entrenamiento y cerró su casillero. Tomó rumbo hacia el campo de americano —ya que ahora era el nuevo mariscal— y no podía faltar por nada en el mundo. Los pasillos estaban ahora desiertos, la universidad había terminado y solo se encontraban los jugadores de americano y uno que otro alumno perdido. Mientras caminaba, se acordó del papel, se detuvo y lo leyó.
"Al fin, será mía y...".
No terminó de leerlo y destrozó el papel. Sabía quién se lo había dejado y eso lo enfureció más; toda esa ira que sentía se estaba acumulando cada vez más y tenía que sacarlo de alguna forma posible pero parte de él no quería que fuera a la antigua, así que ahora su nueva forma iba a ser el entrenamiento. Entró rápido a los vestidores y se puso su equipo.
—Steven.
Dejó de vestirse y volteó. Al ver de quién se trataba lo ignoró.
—Óyeme bien, Maxwell —escuchó como se acercaba—. Es la última vez que te advierto que si haces llorar a Girasol no tendré compasión contigo —dijo Jack, furioso.
—Métete en tus asuntos.
Jack apretó los puños y tomó a Steven del jersey.
—Me meto porque sé que a ella le sigue doliendo todo lo que pasó entre ustedes.
Steven al oír aquellas palabras se quedó atónito. ¿Jack sabía la verdad? ¿O solo estaba fingiendo?
— ¿Y qué es? Si tanto dices saber.
Jugaría con la mente de él un rato, necesitaba saber si había alguien más que supiera la verdad. Sin que Jack dijera nada después de un rato, lo soltó y comenzó a caminar hacia la salida.
—Como sospechaba —dijo Steven.
Y antes que cerrase la puerta de los vestidores Jack volvió a hablar.
— ¿Por qué no le preguntas a Landon?
«Landon», pensó Steven, quién aún lo recordaba, que va, vivía con ese nombre en su mente todos los días de su maldita vida. ¿Qué iba a hacer ahora? Jack todavía recordaba la verdad y no la "verdad" que los demás creían saber. ¿Lo ayudaría para que los demás le creyeran? ¿O seguiría en su plan "apoyo a mi mejor amiga, me hago de oídos sordos y finjo que no sé nada"?
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Girasol
Teen FictionGirasol es una chica. Sí, ese es su verdadero nombre. Mientras que la mitad de la universidad la considera bonita, la admira, ama su sonrisa, su carácter y hasta su nombre, la otra mitad odia hasta la última molécula que forma parte de ella. ¿Qué di...