Sabía que ya no podía hacer nada pero él quería seguir insistiendo aunque por otra parte, algo malo pasaría gracias a su necedad. «Solo arruinaré todo, como siempre», pensó Steven. ¿Entonces qué era lo correcto que debía hacer? Si hacia las cosas como su corazón dictaba lo más seguro se vería como un loco empedernido pero ¿y si no lo hacía? La perdería. Ni él mismo se entendía, un día decidía olvidarla y al otro día se juraba seguir luchando por ella; debía darse cuenta que el tiempo avanzaba y que al final de cuentas llegaría al mismo punto: cansarse de todo eso. Porque jurarse muchas cosas que jamás iba a cumplir ya estaba siendo demasiado tóxico para Steven. «No debo seguir, no puedo seguir», se repitió el pelinegro.
Si se sentaba a ver videos de él mismo de como era antes y comparaba como se encontraba exactamente en ese momento, seguro diría algo como: que nena eres, así como me decían. Dicen que los hombres no son sensibles pero... ¿alguien no se ha puesto a pensar por qué no lo son? Bueno, tal vez sea porque alguna chica a quien amaban demasiado no quiso seguir más a su lado y ahora son así porque les duele recordar que cuando lo fueron solo les hicieron daño, además que creen que si vuelven a ser el chico lindo y atento que alguna vez fueron pasará la misma historia, pero... ¿y si la chica que ellos "amaban" no era la indicada? ¿Qué tal si la chica que realmente deben amar está debatiéndose si decirle lo que siente o no?
Qué tal si... ¿dejamos de pensar en la palabra amor? ¿Y la cambiamos por la palabra dolor?
— ¿Estás ebrio?
Alzó la mirada un tanto asustado ya que no había escuchado entrar a su hermana Ellie a la casa.
— ¿Por qué lo dices?
Su hermana miró a su alrededor y levantó una ceja. Las botellas estaban tiradas, unas estaban rotas y otras vacías. Los diferentes olores que se mezclaban en la sala hacían sentir a Ellie en algún bar barato con un montón de borrachos.
—No las tomé.
— ¿Acaso todas estas botellas se vaciaron solitas?
—Te he dicho que no me las tomé.
—Entonces dime cómo es que todas estas botellas están así.
— ¿Qué crees tú?
—Lo obvio, que te las tomaste.
—Pues no, entiende. Solo... las arrojé y ya.
—De acuerdo.
— ¿A qué hora ha llegado tu vuelo?
—No tiene poco, intenté marcarte pero mi celular se descargó y no encontré ningún teléfono público.
—No importa, ya estás acá.
— ¿Al menos te levantarás a abrazarme?
Sin pedírselo dos veces, Steven se levantó del sillón de donde se encontraba y abrazó a su hermana. Siempre se abrazaban efusivamente porque se supone que eso hacen los hermanos y sabían que si se abrazaban más de un minuto iba a verse raro mas esta vez no fue así; era la segunda vez que Ellie permitía que su hermano menor la abrazara, no porque le tuviera lastima sino porque sabía muy bien que él en verdad necesitaba eso y más.
— ¿Por qué, Ellie?
Su hermana temía ahora de las preguntas, de las palabras y de los sentimientos que su hermano sacara a luz.
— ¿Por que qué, Steven?
— ¿Por qué solo me rechaza y no deja que yo la ame? ¡Me abrí a ella y solo me juzgó!
—Quizá porque tiene miedo...
— ¡Yo también tengo miedo! Sin embargo, estoy haciendo hasta lo imposible conmigo mismo para que ella me quiera tan siquiera un segundo.
— ¿Y ya le has preguntado por qué no te ama?
—No, pero con todo lo que me ha dicho creo saber la respuesta.
—Mmmm... ¿y qué harás?
—Nada.
—Pero...
— ¿Pero qué? —Se alejó de su hermana—. La he perdonado, le he pedido disculpas tantas veces que ya perdí la cuenta, ya he dejado de ser el de antes, he venido desde lejos solo a buscarla, la he convertido a ella en mi prioridad, ya le he preguntado que más quiere, que odia de mí para poder cambiar y así me ame, pero... ¿qué obtengo? ¡Nada! —Gritó con voz gruesa, haciendo un ademán, abriendo ambos brazos—. No puedo volverme en alguien en quien no soy solo para que al final de cuentas no me ame, porque... ¿Quién me asegura que si lo hago ella me amará al fin?
— ¿Es que acaso no te das cuenta?
Steven la miró confundido.
—Ya te has convertido en alguien en quien no eres solo por ella y ella... ni siquiera te ama.
Steven miró en silencio a su hermana y la dejó sola en la sala de estar dando como terminada aquella charla.
El amor que sentía por Girasol lo cegó demasiado que dejó de preocuparse por el mismo. «Amor. Amor. Amor», pensó el pelinegro ¿Por qué todo lo comparaba con Girasol? Era como si lo hubiese hechizado de cuerpo y alma. Steven sonrió al pensar eso, ya que recordó cuando el señor Darcy le dice a la señorita Bennet: Si sus sentimientos son los mismos que en abril, dígalo de una vez, una palabra suya me silenciara para siempre. Si sus sentimientos hubiesen cambiado, tendría que decirle que me ha hechizado en cuerpo y alma y la amo, la amo, la amo, no quiero estar sin usted otro día.
Encendió la vieja motocicleta que su padre tenía guardada en el garaje y salió de la casa.
*
Se acostó en su cama, apagó la lámpara que estaba en su mesita que iluminaba su habitación y cerró los ojos.
«No puedo odiar a una persona en especial ni aunque quiera», pensó Girasol en las palabras que Steven le dijo.
Abrió los ojos de inmediato y se mordió los labios. Pasó sus dedos temblorosos por sus labios y recordó su primer beso con Steven. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué actuaba así cuando estaba enfrente de él? ¿Por qué no aceptaba que sí lo amaba? Se tapó la boca para no producir ningún ruido y lloró.
Ambos se habían hecho daño para descubrir si todavía existía algo de amor entre ellos pero solo se centraron en el dolor, lo cual provocó que se les fuera de las manos. ¿Qué debían hacer? ¿Qué era lo que en verdad era lo correcto después de eso? ¿Todo o nada?
Apretando con fuerza sus ojos se dio cuenta de algo que gracias al dolor la había cegado —al igual que Steven—. Ella lo amaba, no lo odiaba, lo había perdonado, lo extrañaba pero el culpable siempre había sido su orgullo y no Steven. Limpió rápidamente sus lágrimas y sorbió su nariz. Ya todo había terminado para cada uno y sintiendo que le ponían punto final a uno de sus problemas, ambos habían tomado una decisión.
Steven había tomado la decisión de: olvidarla, dejarla de amar y alejarse de ella aunque doliera. En cambio, Girasol había tomado la decisión de: dejar el orgullo para no olvidarlo, amarlo y estar con él.
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Girasol
Teen FictionGirasol es una chica. Sí, ese es su verdadero nombre. Mientras que la mitad de la universidad la considera bonita, la admira, ama su sonrisa, su carácter y hasta su nombre, la otra mitad odia hasta la última molécula que forma parte de ella. ¿Qué di...