Veintitrés

3.3K 270 54
                                    

Su reflejo en el espejo de techo parecía bastante entretenido mientras a través de este observaba como su amado lo admiraba sin dejar de acariciar su tibia piel, el silencio era demasiado cómodo y las caricias lo estaban adormeciendo mientras estaban semidesnudos en la cama, el castaño repasaba con la yema de sus dedos las ligeras serpientes blanquecinas dibujadas en su vientre, Harry acariciaba su brazo y al notarlo tan distraído dejó un beso en su mejilla.

— Amor ¿Aún te molestan tus marcas? —Murmuró sobre su mejilla mientras bajaba su mano a su pecho, Louis soltó un suspiro muy sonrojado.

— Son muy notorias ¿No es así? —Lo miró con vergüenza, Harry besó sus labios.

— Son preciosas, como olas de mar que complementan el océano en tus ojos —Murmuró sobre su boca mientras acariciaba su vientre, Louis sonrió cerrando sus ojos. — Además no eres el único con ellas, sabes que también tengo.

Tomó la mano de su novio llevándola hasta su cadera para mostrarle pequeñas marcas de estrías ya blancas y algunas apenas notorias marcas rojas, Louis suspiró acariciandolas con suavidad y dejó un beso en sus labios.

— Las tuyas son perfectas, todo en ti lo es —Lo abrazó mientras entrelazaba su pierna con las suyas y se ocultó en su pecho, Harry lo atrajo más hacia él.

— Honestamente me gustaría que pudieras amarte de la forma en que yo te amo, se que lo lograrás un día, así que tomate tu tiempo, tenemos toda una vida para que lo logres —Dejó un beso en su cabello mientras disfrutaba el aroma de su shampoo.

No había nada más relajante que descansar abrazados en la cama después de una tibia ducha, no había demasiado que hacer en el hotel y ya habían pasado dos días desde que llegaron, la seguridad afuera aún estaba tratando de recibir información sobre Jeff, los demás chicos estaban sintiéndose frustrados tras el encierro pero Jay siempre estaba ahí para calmarlos, el piso que habían cerrado solo para ellos apenas tenía una sala de juegos donde se reunían por las tardes.

Cuando Louis se quedó dormido entre sus brazos el rizado se dedicó a admirarlo un poco más, era sin duda un dulce ángel enviado desde el cielo solo para él, no le importaba ser un egoísta y posesivo chico que solo quería el amor de Louis para él, dejó un beso en su frente y lo cubrió mejor con las mantas antes de ponerse de pie, caminó hasta la maleta que los de seguridad le habían brindado con algunas prendas, no habían podido traer nada cuando llegaron al hotel, sabía que todo esto costaría una fortuna pero las cantidades no se comparaban en nada al tener por fin libertad. Se colocó un pantalón de pijama mientras caminaba hasta el balcón de la habitación esperando no ser visto por nadie, se dejó caer en un pequeño sofá individual y suspiró mirando el cielo nublado por algunos segundos antes de volver su vista a su teléfono, sonrió para sí mismo cuando la pantalla se iluminó con un catálogo de anillos de compromiso el cual cerró para buscar boletos de avión rumbo a Nueva York.

***

La relajante agua caliente y burbujeante masajeaba su cuerpo con esmero mientras sus ojos se mantenían cerrados en el jacuzzi junto a la sala de juegos, después de tanto tiempo pensándolo decidió hacerle frente a sus inseguridades colocándose un bikini y entrando para relajarse por un rato, para su suerte nadie además de los chicos podía entrar al piso y se encontraba sola, aunque no pudo disfrutar demasiado de ese pensamiento cuando escuchó la puerta del salón cerrarse, abrió sus ojos de inmediato intentando ocultarse por completo en el agua, el chico inglés había entrado con solo un bañador y una toalla en su mano, al verla un ligero rubor se formó en sus mejillas.

— Oh lo siento, creí que estaba solo ¿Puedo acompañarte? —Murmuró antes de seguir acercándose, Maddison asintió aún sumergida casi por completo.

FATBOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora