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¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?

Siempre toma malas decisiones, no es una sorpresa.

¿Por qué esta vez salió mal?

Uno piensa que si eliges mal camino es lo único que puedes esperar que pase pero, durante toda su vida las elecciones han sido así y nunca había habido algo que se escapara de sus manos.

¿Por qué él?

Quackity era especial, lo llenaba, lo hacía sentir seguro y no como un puto bicho raro que estaba en el lugar incorrecto, lo hacía olvidarse de que al llegar a casa todas y cada una de sus acciones serían señaladas, que los ojos de su padre lo mirarían despectivamente, que su madre cerraría los ojos para ocultar su decepción, que su hermana bajaría la mirada con tal de no hacerle ver que había perdido a su héroe.

Que Samuel lo miraría por el rabillo del ojo antes de reprocharle cada una de sus acciones y darse la vuelta.

Quackity representaba su escape de la realidad, su mundo perfecto, su lugar seguro. Representaba todo aquello que ya no creía merecer y lo único que lo detenía de correr a sus brazos era su edad.

Dos años menor.

No era mucho, de hecho era casi nada. Pero para el la edad representaba más que un número...

Estaba acostumbrado a salir con chicos mayores, Renato era la viva prueba de aquello, necesitaba a alguien que supiera cuidarlo y no alguien a quien cuidar, sin embargo, había decidido confiar en el, se había dicho que podría dejar que lo cuidaran, que estaría bien.

No lo estuvo.

Su reflejo en el espejo es horrible, pasa sus manos mojadas por su cabello intentando arreglarlo, no lo logra, las lágrimas vuelven a caer.

¿Por qué acepte?

Siempre había sido tan inseguro, sobre todo lo que se relacionara con su persona pero Quackity lo hacía sentir querido, deseado, adorado. Amado. Lo había hecho sentir la octava maravilla del mundo...

La puerta se abre, se hace pequeño en su sitio sabiendo que ya habrá una mirada que lo juzgue pero no es así.

– No quise hacerlo, de verdad que no — admite Alex, con el cabello oculto en su gorro y las ojeras marcadas, las lágrimas vuelven a caer. — Pero... — no termina pues la puerta se abre una vez más.

Rubén deja de respirar.

¿Por que Samuel de todas las personas que podían entrar?

Pone el pestillo, Quackity aparta la mirada. El de ojos morados lo abraza, casi siente que lo quiere.
— ¿Cuantas veces? — No lo entiende al principio, no hasta que mira a Quackity — ¿Cuantas veces he aceptado que me engañes? — su corazón duele aún más.

¿Por qué le tienes miedo?

Se aleja lo más que puede — ¿engañarte? — es la primera palabra que dice desde el viernes por la noche, intenta convencerse de que esa es la razón por la que su voz tiembla y no el que está tan roto como la misma. Suelta una risita amarga para después sorber su nariz — ¿como puedo engañarte si no tenemos una relación?

— Rubén...

— No, nadie lo sabe ¿realmente eres un novio? ¿Por qué? — las lágrimas abandonan sus ojos, no ve más que dos siluetas frente a él. — ¿por que me regañas si me ves con alguien más? ¿Por qué me besas cuando nadie está cerca?

¿Por qué finges amarme en soledad?

— Llevamos cuatro putos años Rubén, no me vengas con que no sabes cómo funcionamos — lo dice entre dientes, Rubén no se sorprende por su grosería porque sabe que solo las dice cuando está molesto — pero tienes razón, también estoy cansado de tus migajas.

— No me vengas con eso cuando sabes bien que hago todo por ti — el azabache levanta una ceja en su dirección antes de voltear hacia Alex que solo baja la cabeza — Y el no tiene nada que ver en esto.

— Yo creo que tiene mucho que ver, después de tomó el filtro esas fotos — pero es mentira, lo sabe por esa forma tan sutil que tiene de rascarse la nariz cuando miente, porque las palabras se le enredan en los colmillos y salen arrastradas.

El castaño abre los ojos cuando se da cuenta — por los dioses... fuiste tú, Samuel de Luque — su corazón se salta un latido.

¿Por qué me lastimas si no me quieres cerca?

Quiere que le diga que es mentira, que nunca haría algo así sabiendo lo mucho que le afecta que otros critiquen su cuerpo pero cuando lo mira a los ojos no encuentra al chico del que se había enamorado hace tanto tiempo.

— Vete — es un mísero susurro pues si habla más fuerte saldrán todos sus sollozos y aunque ya es un desastre, no quiere que el de ojos morados lo vea aún peor — ¡vete! — sube la voz cuando no lo ve moverse, incluso se acerca a empujarlo — No quiero volver a verte en mi vida.

Samuel le da una última mirada antes de salir, el se derrumba en el suelo.

¿Ese es su karma?

Alex intenta acercarse pero el lo aparta y termina por correrlo también, ahora se siente tan solo...

NudesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora