Epílogo

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— Yo se que te fue bien, estuviste estudiando muchísimo — Juan cierra su casillero y mira a Rubén haciendo un puchero que no puede resistirse a besar con una enorme sonrisa.

— Pero esa maestra me odia — sin embargo, ya no hay más berrinches, hay mejillas rojas y hoyuelos, hay perlas blancas y manos entrelazadas. Hay pasos cortos para que el pasillo se haga eterno.

Así han sido los últimos meses, porque han estado juntos.

— Precisamente por eso no creo que disfrute mucho de verte otro año por los pasillos, a demás todos se portan piadosos porque pronto estaremos en la universidad y no tendrán que vernos nunca más.

— Hablando de que pronto seremos graduados — Rubén relame sus labios nerviosos — ¿te gustaría ir al baile conmigo?

Juan toma su rostro entre sus manos y lo besa en los labios — me encantaría — Rubén sonríe aún más grande — pasaré por ti a las 8. ¿Está bien?

— Si — susurra y lo ve alejarse una vez se han despedido porque el otro tiene clase. Así que recoge su mochila del suelo y se da la vuelta, caminando hacia las gradas porque él tiene hora libre.

Grande es su sorpresa cuando al llegar encuentra a Quackity y a Spreen juntos. — Hola Rub — dice el argentino y el mexicano baja la mirada.

Se plantea si debe irse o debe quedarse lo que le parece una eternidad pero termina diciendo un — hola chicos — y se sienta una grada arriba de donde están ellos — ¿Qué hacen?

— Uhm — Spreen es el que habla — Quackity me está contando sobre su crisis, parece ser que reprobó algunas materias así que le quitarán su beca. No se graduará este año.

Rubén se sorprende y mira al chico rápidamente aunque esté aún no le devuelve la mirada, Quackity apreciaba mucho su beca, fue algo que siempre supo.

Spreen se levanta porque carre lo llama desde el otro lado de las gradas cuando recién llega — ahora vengo — le dice a ambos pero no ha pasado mucho tiempo cuando Quackity ya se ha puesto de pie.

— Alex — le llama antes de que de un paso lejos de él, Quackity se detiene porque es Rubén quien lo llama — ¿fue por mi? ¿Fue por lo que pasó conmigo?

— No — dice rápidamente el otro cuando se voltea — quiero decir, estuve triste y preocupado por ello un tiempo pero se que estás bien y eso ayudó a calmar mis nervios. Fue solo... — el azabache suspira cuando se sienta a su lado — pasaron más cosas en mi vida y todo fue un lío que me hizo dejar la beca en último lugar. Pero estoy bien.

— ¿Estás seguro de eso? — Quackity asiente — lamentó no haber podido estar ahí para ti.

— No tenías que — le dice con esa sonrisa dulce que le resultó encantadora en algún momento. — Uo también deje de acercarme porque lo creí mejor. Y ahora iba a irme porque sigo sin saber si aún duele verme. — lo último lo dice tan bajo que parece un susurro.

Rubén suspira y cierra los ojos, se permite disfrutar de la ligera brisa antes de volver a hablar — lo hiciste por un tiempo, aunque yo sabía que no era tu culpa, que lo que pasó no fue por ti, me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes.

— A mi también — dice Alex y toma una larga respiración, casi como si tomara valor. — ¿Puedo darte un abrazo?

— Solo si prometes no olvidarme cuando vuelvas a México.

El chico niega divertido — ¿cómo podría? — Rubén se pone de pie y extiende los brazos. — te quiero Ru. — le susurra cuando siente que el tiempo que lo ha abrazado ha sido suficiente.

— Yo también patito — le dice Rubén con ese apodo que usaba antes. Cuando se separan los dos tienen grandes sonrisas en el rostro — suerte en México. No olvides enviarme mensaje de vez en cuando.

— No lo haré — le dice el chico con una sonrisa. Hay un pacto intangible, un acuerdo de paz. Tal vez las cosas entre ellos como pareja ya no se dieron pero mientras lo ve alejarse, Rubén sabe que es y fue una buena amistad que no quiere perder.












Son las 7:30 o al menos lo eran cuando revisó el reloj por última vez, mira de nuevo su traje de un rojo tan intenso que parece vino tinto y decide quitarse el saco finalmente, harto de cómo se le ve cuando escucha a Juan tocar la bocina, desabrocha el primer botón de su camisa negra y acomoda su cabello justo a tiempo para recibir a Juan en la puerta.

Suspira y se dice que no debe estar nervioso — Hola — le dice a un Juan con traje azul marino — te ves increíble.

Juan le tiende la pequeña caja de chocolates que compró para él aún sin palabras, besa sus labios nada más acercarse — si eres real — susurra — estás guapísimo.

Las mejillas de Rubén se sonrojan y le da un pequeño golpe en el hombro. Los dos caminan hasta el auto poco después y el camino se pasa entre risas, con la playlist que han hecho a lo largo de los meses con canciones que les recuerdan al otro o a los dos en conjunto.

Rubén se siente realizado cuando el de lentes le toma de la mano y juntos entran al gimnasio que es donde se está haciendo el baile, se toman una foto juntos como la pareja que son y siempre soñaron y se reúnen con los amigos de Juan. Bailan las canciones lentas muy cerca del otro y los besos fugaces no se hacen esperar.

Juan lo acompaña cuando Reborn le dice que está afuera y lo espera cuando su mejor amigo pide un baile con él.

— Me alegra que seas feliz Rub, nunca desee nada para ti más que esto. — le dice el chico después de una vuelta.

A Rubén se le cristalizan los ojos y no duda en dejar el baile de lado para abrazarlo — te voy a extrañar tanto, no has dicho nada pero lo sé, los últimos meses son una tortuosa y lenta despedida, no se a donde irás pero no voy a detenerte, no quiero ser esa clase de persona.

Su mejor amigo le explica que ha conseguido una beca para estudiar en Francia y aunque estará solo a unas horas es muy difícil para él viajar. Rubén aguanta las lágrimas porque también quiere que su amigo consiga la felicidad que el tiene y sabe que ese ha sido su sueño por mucho tiempo. Hablan un rato más antes de un doloroso "hasta pronto".

— ¿Estás bien? — le pregunta Juan que sigue esperando por él solo que ahora tiene una mirada preocupada, se limpia algunas lágrimas y asiente con una sonrisa.

— Lo estoy desde que te tengo a mi lado — ambos comparten un largo abrazo que concluye cuando Rubén dice — creo que ya estoy listo.

Y Juan sonríe en grande. Se pone sobre una rodilla y saca de su saco un anillo, Rubén jadea — es un anillo de promesa — le explica rápidamente el castaño — con el te prometo que estaré contigo siempre que me lo permitas. Rubén se arrodilla junto a él después de que se lo pone — ¿qué haces?

— Yo también tengo algo para ti — su sonrisa tiembla en los bordes y después de un par de suspiros toma el valor de hablar de nuevo — iremos a la misma universidad en unos meses — Juan asiente y ve a Rubén sacar un par de llaves de su pantalón — y mis padres me regalaron un departamento cerca de la universidad , no es muy grande pero dos personas estarían muy a gusto. No quiero presionarte tampoco porque esto podría ser demasiado pero... ¿Tú quisieras vivir conmigo?

A Juan se le corta la respiración y cuando lo nota ya se empañaron sus lentes — si quiero — susurra con la voz aguda por el llanto y no duda en lanzarse sobre Rubén para darle un beso más largo de lo acostumbrado.

NudesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora