12

170 16 6
                                    

Está nervioso, eso está claro, las manos le tiemblan y Rubén ya le ha ofrecido de su vape de marihuana fingiendo que no lo nota, lo que lo hace sentir más nervios.

Son las nueve de la mañana, el horario perfecto para que Rubén esté ahí porque es una hora que aún considera buena, pero el chico lleva una hora esperando y Spreen lleva una hora atrasado.

— Puedo pedirle a Reborn que nos preste su auto si quieres — dice Rubén con tono apenado.

El quiere responderle que no serviría de nada porque el lugar también es una sorpresa para él pero no quiere que piense que no le ha puesto esfuerzo a su cita pero es interrumpido por su celular.

En la pantalla el nombre de Spreen resplandece.

— Te voy a matar — le dice a penas responde a lo que él chico ríe.

— Tranquilo, Ari y yo nos atrasamos un poco porque no encontrábamos las cajas que nos diste pero ya está todo listo, llegó en tres o cinco minutos.

Cuando llega a donde ellos el enojo de Juan es reemplazado por un fuerte sonrojo que a Rubén le parece adorable, ambos suben a la parte trasera del auto del argentino y hablan de cosas triviales en las que a veces lo involucran.

Es solo cuarenta minutos después cuando la curiosidad vence a Rubén y pregunta — ¿A dónde vamos?

— Es una sorpresa — Juan le da una sonrisa nerviosa y Rubén ríe suave.

— No me gustan las sorpresas pero lo permitiré porque eres tú — el corazón de ambos late con fuerza, el del más alto porque solo nota lo que dice después de hacerlo y el de Juan porque aquello significa que Rubén confía en el incondicionalmente.

Diez minutos después le vendan los ojos a Rubén y diez más finalmente llegan a su destino.

Rubén puede escuchar algunos pájaros cantando y árboles moviéndose, bajo sus pies siente tablones de madera que rechinan cuando pisa el siguiente de ellos.

Juan le quita la venda cuando están en medio del puente y Rubén se limpia los ojos pues los siente llorosos.

El lugar especial que Spreen había mencionado es un parque japonés a las afueras de la ciudad, es una zona tranquila por lo que no hay más que un par de personas caminando por el lugar. Juan le ofrece su mano y con una sonrisa que busca de confortarlo agrega — Una vez me dijiste que te gustaba la cultura japonesa y cuando les conté a Ari y Spreen que quería invitarte a salir, Spreen me recomendó este lugar.

Rubén entrelaza sus manos y suspira — es un lugar hermoso, gracias.

— Aún no es todo, sígueme — Juan no había dejado que alguien más se encargara de su cita así que después de mucho tiempo pensando en que sería bueno hacer para ella, había decidido que conquistaría a Rubén por el estómago.

Acomodada en una mesa de mantel blanco se encontraba una canasta, dentro de ella lo único que Juan sabía hacer en el horno sin que terminara hecho carbón.

— Es lasaña — dice Rubén y sus ojos brillan.

— Había dudado mucho sobre que estaría bien preparar para ti pero creo que no me equivoque.

— La lasaña casera siempre será una buena opción — Es Ari quien le jala la silla para que tome asiento y luego prende las luces que han colgado en las enredaderas de los alrededores.

— ¿Dónde consigues luces de navidad recargables?

— Es un secreto.

Su comida llega a su fin cuando sus amigos retiran los pequeños platos con los restos del pie de zarzamoras que su mamá hizo especialmente para él.

Entonces pasean por la orillas del lago, Rubén se toma algunas fotos con las estatuas que adornan el lugar y le dice lo bien que se verán en su Instagram.

Se acerca a él cuando pasan por la estructura que simula un templo budista y levanta el teléfono para tomar otra foto, Juan sonríe a la cámara y Rubén se voltea a darle un beso en la mejilla.

– Me divertí mucho — le dice después de que ve a Ari, Spreen y Carre despedirse a lo lejos. — Gracias por invitarme.

— Me alegra que te haya gustado — el castaño de lentes muerde su labio inferior — en realidad, quería hacerte una pregunta.

Rubén deja que lo guíe a la banca más cercana y lo mira fijamente. Juan tarda más de unos segundos en hablar dudoso de si debe decirlo o no pero finalmente cierra los ojos y después de un suspiro se anima.

— Los días que hemos pasado juntos han sido de lo mejor que me ha pasado en estos meses, cuando estoy contigo siento que puedo ser yo libremente y que puedo hacer cualquier cosa.

Siempre me has parecido alguien atractivo pero ahora que te conozco puedo decir con seguridad que eres más que eso, eres fuerte, eres inteligente, eres valiente.. eres... la mejor persona que conozco — suelta una risita — con esto quiero decirte que...

Pero su frase no termina porque Rubén lo besa.

— No lo digas — le pide cuando se separan.

— Tenía miedo de hacerlo porque temía que fuera demasiado para ti y arruinara nuestra amistad — Juan relame sus labios, el otro recarga su frente con la suya — pero quiero decirlo, quiero que lo sepas. No pido nada más porque se que puede ser muy pronto para ti solo...

— También me gustas, Juan — sus ojos brillan y ese pequeño dolor que se había instalado en su pecho, desaparece.

Ambos se abrazan y quedan en un silencio cómodo.

NudesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora