Los padres de Sowon y Eunha arreglaron un matrimonio entre sus hijas.
Eunha estaba en contra porque es heterosexual, mientras que Sowon no solo
estaba interesada, sino que cuando conoció a Eunha, descubrió la actitud malcriada de la niña, decidió s...
Un chico de 23 años vestido con un traje de negocios entró tranquilamente en la oficina y fue recibido calurosamente por un hombre de mediana edad con la misma ropa que él.
Se inclinó sonriente ante el hombre y este último le hizo señas para que se sentara, pero él declinó cortésmente, razonando que necesita ser rápido.
—¿Cómo te fue?—
El anciano preguntó rápidamente, no queriendo ocupar mucho tiempo de la apretada agenda del chico.
—Me fue bien. Pero Uhm...—
—¿Ella no te siguió?—
El chico asintió como respuesta, haciendo que el anciano suspirara.
—Sin ofender, señor, pero no creo que le guste—
Comentó.
—No. Estoy bastante seguro de que si les gustas. Mi instinto nunca me falla—
—¿Qué quiere que haga ahora, señor?—
El anciano dudó si debía decirlo, pero aun así terminó haciéndolo.
—¿Puedes continuar con la última opción?, Simplemente no podemos perder más tiempo—
—Si eso es lo que quiere, Sr. Jung— (Padre de Yerin)
Él sonrió agradecido.
—Gracias, Sehun—
******
PUNTO DE VISTA DE SOWON
Camino ansiosamente de un lado a otro en la sala de estar mientras ocasionalmente miro mi reloj de pulsera.
Cansado de caminar, detuve mis pasos y solo miré las escaleras, esperando a que alguien bajara pero terminé decepcionado.
¡Tch!, ¡Eunha está tardando demasiado otra vez!
¿Qué pensará Yuju de mí ahora?, ¿Qué estoy actuando como un VIP?, ¡No puedo dejarla esperando cada vez que nos vemos!
Entonces, de repente, sentí que mi teléfono vibró. Rápidamente lo saqué y nerviosamente mordí mi labio, viendo que era un mensaje de Yuju.
-Sowonie.. Ya estoy aquí. ¿Dónde estás?-
¡Maldita sea!, ¡Esto es de lo que hablo!
Con eso, corrí escaleras arriba y caminé hacia su habitación. Dudé al principio si debía llamar a la puerta o simplemente irrumpir, pero luego elegí lo primero cuando me vino a la mente el pensamiento de Eunha, todavía vistiéndose.
—¡Señorita. Jung..!—
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