| 1 0 |

33 4 0
                                    

Si me preguntaban si había sido capaz de dormir... No. 

Dormir en el suelo del baño no era algo que tuviera planeado, y mucho menos experimentarlo en mi luna de miel. La molestia logró superar cualquier raciocinio que pudiera existir; después de lo ocurrido, ninguno de los dos había dicho nada más. 

Supongo que Jeon durmió cómodamente en la cama, sin ninguna preocupación de lo que sus acciones pudieran traer consigo. No solo eran las consecuencias que pudieran presentarse, si no que mi orgullo había sido pisoteado en sólo cuestión de minutos. 

La imagen de aquella mujer de larga cabellera, con sus manos enredadas en el cabello azabache de Jungkook, se sintió como si un boxeador me hubiera dado un tremendo golpe en el abdomen dejándome sin una gota de aire. 

¿Tan mal beso?

¿Fue simplemente un impulso de su parte?

Mi reflejo en el espejo era un total asco. Cabello alborotado, bolsas debajo de mis ojos enrojecidos y la marca del azulejo en mi mejilla izquierda. 

Suspiré, intentando que la presión que sentía en mi cuerpo desapareciera aunque sea un poco. 

Consideré la opción de quedarme bajo la ducha, pero mi hambre y hastío de quedarme encerrada eran mayores que mis ganas de hacer nada. 

Tomé mi bolso de playa, un vestido sencillo, teléfono y toalla eran más que suficientes para pasar el día. 

- Buen día, Señora Jeon - supongo que mi cara decía todo. 

La pobre chica que te recibe en la entrada del restaurante cambió su sonrisa por una línea seria al momento que esas palabras salieron de su boca. 

- Buen día - respondí. - 'Puedes darme una mesa? La más alejada que tengas de todas. 

- Claro, acompáñeme. 

El lugar no estaba muy lleno, pero algunas mesas estaban ocupadas por parejas, grupos de personas, familias y otros solos como lobos solitarios como yo. 

- ¿Desea café o algo de tomar?

- Si, un café. Bien cargado, sin azúcar. 

La chica solo asintió, alejándose hacia la cocina. 

Miré mi teléfono, el cual tenía algunos mensajes del insecto que tengo por hermano. 

Si mi vida de casada sería así, necesitaba buscar una fuente de distracción una vez regresemos a Corea. 

- Aquí tiene su café - sentía. - ¿Desea algo más?

- Por el momento estoy bien, muchas gra...- 

Y ahí, sentía ese escalofrío recorrer toda mi espalda. 

Aquella mujer que estaba con mi esposo la noche anterior, se encontraba a escazas mesas de la mía. Para mi sorpresa no estaba sola, un hombre bien parecido la acompañaba y sobre su dedo anular, un bello y brillante anillo deslumbraba libremente. 

Reí, ¿Quién diría que a mi esposo le gustaban las mujeres casadas?

El café de mi taza había desaparecido, pero mis ganas de salir corriendo seguían estando presentes. Tomé mis cosas, acomodando un poco las arrugas de mi vestido dispuesta a encontrar otro lugar donde pudiera esconderme. 

- Señora Jeon - mi huida se vió interrumpida por el mozo que nos había recibido días atrás. 

- Su esposo la está buscando - fruncí el seño. - Dijo que es de suma importancia que lo vea en su habitación. 

S A N T U O K A ; Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora