Sentimientos encontrados

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Después del banquete, todos fueron al gran salón donde se encontraban los esclavos sexuales, desnudos, esperando a sus amos.

Lena se acercó a su padre.

- Ukuhr ¿Me da permiso para retirarme? Y si le parece bien, me gustaría no volver a participar en las orgías... - dijo Lena, mientras notaba el escrutinio en la mirada de su padre

- ¿A que se debe ese cambio? Desde que tienes edad de copular, nunca te has negado a participar -

- A lo mejor me apetece cambiar un poco...-

Lionel se acercó a su hija y puso sus manos sobre sus hombros.

- Lo que desees unahmin - respondió el patriarca con una sonrisa.

Cuando el hombre se dirigió al salón, Lena se dió la vuelta para quedar frente a Kara

- ¿Te ocurre algo? - preguntó la rubia, sin entender el alivio que recorría por su cuerpo, al ver que la morena rechazaba una orgía.

La daxamita se encogió de hombros

- Realmente no me apetece, anda vamos - dijo Lena mientras agarraba la correa y se dirigía hacía sus aposentos.

Cuando entraron, Kara vió que le habían preparado un futón en el suelo a un lado de la gran cama.

Lena se desnudó y se metió en la cama, notando como la rubia la observaba.

Kara por un momento perdió la respiración observando el cuerpo de la morena.

Un cuerpo delicado, pero a la vez cubierto de cicatrices, Kara no tenía muy claro si eran por la guerra o por las fiestas. El color de porcelana combinaba a la perfección con sus labios rojos y sus pezones rosados.

Sus pechos eran perfectos, ni muy grandes ni muy pequeños. Y su intimidad estaba recortada pulcramente.

- ¿Vas a seguir mirando mucho más tiempo? - preguntó Lena divertida

Kara volvió de la visión que tenía delante y miró al suelo avergonzada.

La morena, miró el cuerpo trabajado y la piel se le erizó.

- Yo...lo siento -

La rubia se desnudó, pero se quedó con su ropa interior, se acercó caminando de rodillas hasta el futón y antes de estirarse.

Lena se asomó para mirarla.

- ¿Te incomoda si te pido que me abraces? -

Kara negó y se acercó para rodearla entre sus brazos. Lena suspiró en su cuello y se acercó más al contacto.

- Gracias - susurró la morena y notó como la rubia sonreía en su piel dejando un beso en su cuello.

- Yo soy la que te tiene que agradacer, has salvado a mi familia y a mi escuadrón -

Fue algo cómodo y tierno. La rubia se dijo así misma que no podía volver a amar, pero esta mujer era especial, más especial que su fallecida esposa, Imra. La kryptoniana se obligó a guardar lo que empezaba a sentir, porque sabía que era peligroso y podía doler mucho amar a alguien como Lena, pero lo que Kara no sabía es que la daxamita estaba pensando en lo mismo.

- Duerme conmigo y no me sueltes - dijo Lena rompiendo el silencio

- Lena...no... -

- Por favor - la interrumpió la daxamita

Kara se levantó del suelo y se acostó a su lado.

- Sigue abrazándome... - pidió la morena y la rubia se acercó a ella y la envolvió por la cintura en sus fuertes brazos. Dejó un beso en su nuca.

Guerra, paz y amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora