Mi rutina nocturna siempre es la misma, hago tareas, ceno, veo un poco de televisión y salgo a alimentar al perro blanco que aparece todas las noches. Empezó a venir desde hace unas semanas así que decidí ponerle un nombre "bolita de algodón" por supuesto no es lo más original, pero le queda.
Al salir me senté en la acera y esperé dejando el tazón a un lado de mi. Estaba cansada que por un momento pensé en meterme a la casa y dormir, pero no puedo hacerle eso a bolita de algodón, es el único que me acompaña todas las noches y no puedo dejarlo solo cuando el ha estado para mí.
A veces siento que me estoy volviendo loca al hablar así de un perro, pero es mi único amigo así que supongo que está bien. Después de unos minutos bolita de algodón se acercó y me lamió la cara.
— Que bueno que llegaste, compré un poco de comida -rasqué su cabeza y besé su nariz-, perdón por siquiera pensar en no estar aquí hoy, soy desconsiderada, ¿Me perdonas bolita de algodón?.
— Aléjate de Edén.
Me sobresalte al escuchar aquella voz y me levanté rápidamente de la acera, frente a mi estaba un chico de cabello castaño viéndome con el entrecejo fruncido.
— Lo siento, ¿Eres el dueño de bolita de algodón?.
— Que nombre más estúpido, se llama Edén.
Asentí mientras que mi vista iba hacia Edén... Definitivamente me gusta más bolita de algodón. Edén comía pacíficamente mientras que su dueño aún me miraba con desconfianza.
— Solo le dí de comer, si te molesta puedo dejar de hacerlo... ¿Te lo vas a llevar?.
Su respuesta es lo que más me aterra, si se lo lleva me voy a quedar sola, volveré a la rutina de siempre, volveré a estar sola y eso no me gusta.
— Si, me lo llevaré.
Entonces le hizo señas y Edén lo siguió, yendose por donde habían llegado, bueno aquí acaban mis noches con compañía. Tomé el tazón que aún tenía comida y volví a entrar a casa, mejor iré a dormir antes de deprimirme más.
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Las noches siguientes esperanzada me sentaba en la acera con algo de comida para perros esperando por Edén, pero nunca llegó.
Había dejado eso desde hace un mes, solo me decepcionaba cada vez que no aparecía, pero hoy, hoy es un día especialmente solitario, por lo que decidí intentarlo solo una vez más. Saqué un tazón con agua y otro con comida, también saqué mi cena para esperar a Edén.
El tiempo pasó y justo cuando estaba a punto de rendirme una bola de pelos blancos corrió hacia donde estaba, lo miré emocionada y me puse de rodillas para recibirlo con los brazos abiertos, riendo cada que me lamía la cara.
— ¡Bolita de algodón!.
— Se llama Edén.
Alcé la mirada y mi sonrisa se borró, ahí estaba su dueño con cara de fastidio, dejé a Edén ir a comer y me levanté sacudiendo mi ropa.
— Se que no tengo el derecho, pero me gustaría que Edén siguiera viniendo todas las noches.
— No, solo estábamos aquí de paso.
Me mordí el pulgar nerviosa, ok había imaginado el escenario cientos de veces, así que ya tengo un discurso preparado para esto... Solo espero que no se sienta ofendido.
--Escuchasequeestuperro,peroeslaunicacompañiaqueteníatodoslosdias,quieroseguirviendoloysitutambienestassolopodriasveniracenarconnosotros.
Hablé tan rápido que ni yo me entendí, así que cuando su rostro se deformó en una mueca que me dió a entender que, valga la redundancia, no entendió nada de lo que dije suspiré y me tranquilice todo lo que pude.