33 | una casa en margate

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Hetty no pensó que volvería a Birmingham a menos que Michael estuviera allí para recibirla, pero, por desgracia, se encontró paseando por las calles a las que tanto se había acostumbrado con Isaiah Jesus a su lado.

Una vez que llegó a la casa de los James, el teléfono comenzó a sonar, y ella contestó rápidamente—. ¿Hola? Hogar de los James.

—¿Hetty? —preguntó una voz esperanzada.

—¡¿Michael?! —gritó Hetty emocionada—. ¡Dios mío! No escuché tu voz en tanto tiempo. Te extraño tanto. ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

—Estoy bien, Hetty —dijo Michael riendo—. O al menos lo estaría si Bonnie Gold no estuviera hablando todo el tiempo de ti.

Hetty jadeó—. ¿Estás con los Gold?

—Sí —respondió Michael—. Malditos gitanos.

—No seas grosero —dijo Hetty—. ¿Sabes cuándo volverás a casa?

Michael suspiró—. No lo sé, Hetty. Pero lo que sí sé es que estoy harto de comer erizo.

Hetty se rió—. ¿Michael extraña sus comidas elegantes?

—Sí —dijo Michael—. Y te extraño a ti.

—Yo también te extraño —dijo Hetty—. Pero nos veremos pronto.

—Si no me falla la memoria, el combate de boxeo es hoy, ¿no? —preguntó Michael—. ¿Vas a ir?

—No lo sé —respondio Hetty—. No creo que sea mi lugar. Y se supone que debo tomarlo con calma, y estar rodeada de una multitud de hombres borrachos no suena como la mejor opción.

Michael suspiró—. Sí, quizás deberías quedarte en casa.

—Creo que lo haré —dijo Hetty—. Además, no tengo a nadie que me lleve.

—Podrías ir con Finn o Isaiah —dijo Michael.

—No lo sé.

—Piénsalo —dijo Michael—. ¿Qué estás haciendo ahora?

Hetty miró alrededor de la habitación vacía—. Isaiah y yo íbamos a almozar, luego me iba a esconder en mi antigua habitación y leer algo.

—Bien, hablaremos luego —dijo Michael—.Te amo.

—Yo también —respondió Hetty—. No puedo esperar para verte.

—Falta poco —dijo Michael—. Hasta pronto, Hetty.

—Adiós, Michael —dijo Hetty, colgando el teléfono y dejando escapar un suspiro.

Isaiah entró notando la expresión melancólica de Hetty—. ¿Michael?

—Sí. Lo extraño muhco.

—Estará bien —dijo Isaiah—. Oye, tu papá está afuera.

Hetty asintió y salió de la casa, encontrando a su padre parado contra su auto. Acercándose a él lentamente, casi sin aliento por todo el caminar que había hecho ese día, sintió que su padre la abrazaba.

—Hetty —dijo Alfie en voz baja, besando la parte superior de su cabeza—. Siento no haberte dicho.

—¿No haberme dihco qué? —preguntó Hetty.

—Me iré a Margate —dijo Alfie, y Hetty dio un paso atrás confundida—. Me voy a alejar de esta vida para intentar ganar más tiempo. Estarás bien aquí, ¿no?

Hetty parpadeó, las lágimas llenaron sus ojos—. ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó?

Era la peor pesadilla de un padre tener que decirle a su hijo que estaba enfermo, y Alfie no quería lastimar a Hetty más de lo que ya lo había hecho. Sabía que se estaba muriendo, y su salud, que se agotaba rápidamente, solo causaría más dolor a su hija en las etapas finales, cuando tendría que cuidarlo si se quedaba. Pensó que era mejor irse mientras tuviera algo de tiempo, y dejar que ella se adaptara a la vida sin él.

—Soy un hombre grande, Hetty —dijo Alfie—. Y ya no me necesitas.

—Lo hago —susurró Hetty—. Eres mi papá, y te necesito.

—Dices eso, pero mira a tu alrededor —dijo Alfie con voz suave—. Tienes una familia aquí, una que te cuida mucho mejor que yo.

—No...

—Ellos te cuidarán, y Michael te mantendrá a salvo —continuó Alfie—. Tendrás una buena vida aquí, Hetty. Lamento haber hecho este trato en primer lugar; al principio me odié a mí mismo, pero ahora puedo ver que fue algo bueno.

—Pero...

—Me iré hoy, y no quiero me sigas, ¿de acuerdo? —insistió Alfie—. Me mantendré en contacto, y tal vez puedas venir a visitarme, pero después de hoy, tu vida comienza aquí.

—Papá —dijo Hetty, intentando contener sus sollozos—. Me prometiste que nunca me dejarías. Lo prometiste en el hospital. ¿Y ahora me estás diciendo que me vas a dejar?

Alfie suspiró—. No quiero, pero es lo mejor. Ya no sirvo.

—No me importa —dijo Hetty, las lágrimas corrian pos su mejillas—. No quiero que me dejes. Es egoísta, lo sé, pero eres la única familia que me queda. No puedes simplemente irte.

—Ahora tienes una nueva familia, Hetty —dijo Alfie—. Tienes a Michael, ¿no? Cuidará de ti.

—Pero te necesito —susurró Hetty con la voz quebrada—. No quiero que me dejes sola.

Alfie volvió a abrazar a su hija—. No estás sola, Hetty. Crees que lo estás, pero no es así.

Hetty abrazó a su padre con fuerza, intentando no soltar el sollozo que intentaba salir de su boca—. Por favor...

Hetty comenzó a llorar en el abrigo de su padre. Él la abrazó mientras ella lo hacía, dejándola sacarlo todo, y le dio un golpe en la espalda suavemente—. No soy bueno, Hetty. Soy viejo, estoy enfermo. No es bueno para ninguno de los dos intentar que esto funcione.

—¿Qué voy a hacer sin ti? —preguntó Hetty con voz temblorosa—. Me has enseñado todo, pero no he terminado. No he terminado de aprender de ti.

Alfie le tocó la mejilla, sonriéndole con cariño—. Te enseñé todo lo que pude. Ahora es tu turno.

—¿Eso es todo? ¿Me dejarás? —preguntó Hetty.

—Hetty, escúchame —dijo Alfie—. Has sido una bendición en mi vida. Y estoy eternamente agradecido de haber tenido la oportunidad de corregir muchos de mis errores criándote para que seas la mujer que eres ahora. Vas a estar bien por tu cuenta, porque ya lo has estado haciendo durante tres años.

Y de repente todo cobró sentido.

El acuerdo de Alfie sobre el matrimonio para sellar el futuro de Hetty para cuando él falleciera, para darle una mejor vida una vez que él no estuviera presente, para prepararla para una vida que valdría la pena vivir, con alguien a quien amaba a su lado para cuidarla. Alfie había sido esa persona, pero ahora su papel como padre había llegado a su fin, y Hetty ya no lo necesitaba.

Tocando su mejilla suavemente, Alfie besó la frente de Hetty y se alejó—. Vas a estar bien, Hetty. Tienes una vida que vivir, y no necesitas preocuparte por mi. Así que sal y vive tu maldita vida, ¿de acuerdo? Hazme sentir más orgulloso de lo que ya estoy. Porque tienes un futuro por delante, y mi parte en tu historia ha llegado a su fin.

THE KIDS AREN'T ALRIGHT | Michael Gray ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora