14 | mason sobreprotector

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Hetty sabía que iba a conseguir que Tommy la regañara cuando volvieran a casa esa noche porque habían cerrado la tienda el Viernes Santo. No le tenía miedo, pero la ira que de alguna manera él provocaba cuando estaba realmente enojado era suficiente para que cualquier temblara como una hoja.

Independientemente de las consecuencias inminentes de sus acciones, Hetty dejó de pensar en Tommy Shelby y disfrutó del día.

Ella era fácilmente la más joven allí. No tenía las líneas de preocupación grabadas en su rostro, ni se encontró cubierta de una suciedad persistente que no se quitaba. Estaba fuera de lugar, porque tenía 19 años y aún no había visto el mundo laboral desde la perspectiva de una mujer que trabajaba incansablemente, día tras día, para mantener a su familia.

En cierto sentido, Hetty tuvo suerte. Básicamente, todo lo que necesitaba lo tenía por la familia Shelby, porque habían acumulado una cantidad tan grande de ganancias a lo largo de los años que estaban nadando en riqueza mientras estas mujeres, buenas mujeres que trabajaban por su propio dinero, soportaban el sufrimiento del trabajo manual para poner una comida en la mesa.

Por eso Hetty se unió a la protesta; por todas aquellas mujeres que se esforzaban al máximo y aún así no alcanzaban lo que se les debía.

El día avanzó y con él se fue la coherencia de Polly. A media tarde, estaba dando discursos y dirigiéndose a la multitud como si fuera la reina, y verla tropezar con sus palabras, y, sin embargo, pronunciarlas de una mantera tna poderosa hizo que Hetty se sintiera vigorizada. Perdió a sus amigas durante la mayor parte del día y estuvo vagando sola entre la multitud y teniendo un momento para sí misma.

A medida que la noche comenzaba a acercarse cada vez más, Hetty localizó a Tessa entre la multitud y estaba muy borracha. Hetty necesitó toda la fuerza para llevar a Tessa de regreso a Watery Lane.

—Sabes, Heeetty —dijo Tessa—. Me enferma y estoy cansada de que me den órdenes. Los hombres nos tratan como si fueramos... como si fueramos malditos perros... para cumplir sus órdenes.

—Sí, lo sé —dijo Hetty.

Tessa la miró—. Y también lo siento por ti. Si fuera por mí, cancelaría este asunto del matrimonio y te dejaría vivir tu vida. Pero no, debe suceder porque el maldito Thomas Shelby lo decretó.

—Está bien, Tess —dijo Hetty—. Ya no estoy molesta.

—Amo a Tommy, de verdad —dijo Tessa con lágrimas en los ojos—. Pero siento que ya no me dice nada. Me siento excluida, como si hubiera un gran secreto del que no soy parte.

—¿Cómo te irás a casa? —preguntó Hetty, tambaleándose bajo el peso de Tessa.

—Voy a conducir —dijo Tessa, tirando de su brazo alrededor de los hombros de Hetty—. Estaré bien. Vete.

Hetty no quería dejarla, pero la idea de dormir era demasiado buena como para resistirse—. Buenas noches, Tess.

—Buenas noches, cariño —dijo Tessa, saludando a Hetty mientras ella cruzaba la calle hacia su casa.

Una vez dentro, Mason decendió sobre ella como un murciélago saliendo del infierno. Hetty apenas había cerrado la puerta, permaneciendo tan callada como pudo en caso de que él estuviera durmiendo, antes de que él irrumpiera en la habitación luciendo más enojado de lo que Hetty alguna vez lo había visto.

—¿Dónde diablos estabas? —preguntó Mason.

—Salí con Tessa y las demás —respondió Hetty.

—Estuve muy preocupado —dijo Mason—. Pensé que te habían secuestrado o algo así. Y Dios, ¿por qué cerraron la tienda?

—No fue mi decisión —dijo Hetty—. Estaba siguiendo a las demás. Fue idea de Linda.

Mason suspiró—. Por supuesto que sí. Bueno, me alegra que estés bien. La próxima vez que te quieras ir sola, díselo a alguien que no sea Polly o Tessa, porque estoy bastante seguro de que tanto Tommy como Michael pensaron que estabas muerta o de vuelta en Londres.

—¿Qué le importa a Michael? —preguntó Hetty, cruzando los brazos.

—Se preocupa mucho por ti —dijo Msaon—. Y si no fueras tan terca podrías verlo.

Hetty negó con la cabeza—. No le agrado. Nos toleramos, en el mejor de los casos.

—Eso no es lo que estaba diciendo esa noche que te quedaste dormida en su regazo —dijo Mason, retrocediendo contra la pared—. No puedo recordar las palabras exactas, pero no te odia tanto como crees.

Hetty suspiró—. Estoy demasiado cansada para otro sermón sobre emociones. Por favor, ¿puedo irme a la cama?

—Si fuera un padre de mierda te diría que no y te sermonearía —dijo Mason—, porque es tu culpa que estés tan cansada. Pero hoy me siento bueno, así que sí, sube las escaleras. Te veré en la mañana.

Hetty sonrió—. Buenas noches, Mase.





Fue en las primeras horas de la mañana cuando Tessa Shelby apareció en la puerta, las lágrimas rodaban por sus mejillas y su compostura era un lío.

Mason y Hetty se despertaron por los golpes frenéticos en la puerta, y mientras iban a ver quién estaba haciendo tal alboroto, Mason le tendió una mano a Hetty, alcanzando la pistola que siempre colgaba de la clavija al otro lado de la puerta.

—Quédate aquí —dijo Mason, señalando la pared que medio ocultaba a Hetty de la vista. Abrió la puerta, con pistola en mano, antes de dejar escapar un suspiro—. Tess. Dios santo, ¿qué haces aquí?

—¿Puedo entrar? —preguntó Tessa con la voz temblorosa—. No tengo otro lugar al que ir. Por favor, Mason.

—No tienes que preguntar eso, Tess —dijo Mason abriendo la puerta—. Esta sigue siendo tu casa.

Tessa asintió, envolviendo sus brazos alrededor de sí misma como si temiera que pudiera desmoronarse—. Tommy y yo tuvimos una discusión... bueno, principalmente fui yo exagerando, pero había una duquesa rusa en su oficina, y estaba tirada sobre el sofá, y Mase, creo que estaba tratando de seducirlo.

Mason llevó a Tessa a la cocina, con un brazo envuelto firmemente alrededor de sus hombros—. Estás siendo tonta, Tess. Tommy no haría eso.

—No los viste, Mase —dijo Tessa en voz baja—. Me enojé tanto... y enloquecí. Dios, estaba teniendo un día tan bueno y luego volví a casa y vi eso.

Mason se sentó junto a Tessa, que tenía la cabeza entre las manos—. Oye, Tess, si quieres iré allí ahora mismo y me aseguraré de que no pase nada.

—No —respondió Tessa—. No quiero verlo en este momento. Solo necesito tiempo para pensar.

—Hetty, puedes volver a la cama —dijo Mason—. Duerme un poco.

Hetty asintió—. Está bien. Todo estará bien, Tess. Si hay algo que sé sobre Tommy es que te ama y no haría nada para lastimarte. Otros... no tanto.

—Gracias, Hetty —dijo Tessa—. Dios, lamento que tuvieras que verme así.

Hetty se encogió de hombros—. Está bien. He visto cosas peores.

Con una sonrisa final, Hetty dejó a Tessa y Mason en la cocina, sabiendo por su expresión que eso era algo que debían discutir a solas. En momentos como esos, Hetty deseaba tener un hermano, pero luego recordó que ni siquiera tenía una madre o un padre reales, por lo que tener un hermano estaba completamente fuera de discusión.

Tirándose en su cama cuando los primeros rastros de luz del sol comenzaron a perforar sus cortinas, Hetty miró al techo hasta que finalmente se durmió.

THE KIDS AREN'T ALRIGHT | Michael Gray ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora