21 | encontrar lo que se perdió

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Cuando Hetty se despertó, no supo dónde estaba. Se sentó y entrecerró los ojos para ajustarse a la oscuridad de la habitación, miró a su alrededor y sus ojos se posaron en Bella Shelby, sentada a su derecha y observándola.

—Bella —susurró Hetty—. Estoy tan feliz de que estés bien.

Agarrando a la bebé en brazos, Hetty probó abrir la puerta que, como era de esperar, estaba cerrada.

Mirando a Bella, suspiró—. Saldremos de aquí, ¿sí? Te llevaré de vuelta con tu mamá y tu papá.

El sonido de una llave girando en una cerradura hizo que Hetty retrocediera, y la puerta se abrió para revelar al padre Hughes, quien le sonrió—. Ah, estás despierta.

—¿Dónde estoy? —preguntó Hetty, bajando a Bella y parándose frente a ella de forma protectora—. ¿Por qué estamos aquí?

—Siéntese, señorita Solomons —dijo Hughes—. Puede lastimarse.

—Cobarde —dijo Hetty—. ¿Secuestrar a una niña?

—¿Y lo que tus amigos hacen no lo es? —preguntó Hughes, dando un paso hacia ella—. Todos los asesinatos, cortes y palizas...

—Hay más honor en eso que en la explotación infantil, bastardo enfermo —dijo Hetty a la defensiva.

Hughes sonrió—. Veo que has estado escuchando los rumores sobre mí. Bueno, no son ciertos.

—No te creo —dijo Hetty—. Eres un ser humano repugnante, y si das un paso más hacia esa bebé, lo juro por Dios, yo...

El sonido de pasos la hizo detenerse, y Hughes pareció escucharlos. Se volvió hacia la puerta antes de volver a mirar a Hetty, sonriendo—. Parece que tu caballero de brillante armadura está aquí para salvarte.

Agarrando a Hetty por el pelo, Hughes la arrastró fuera de la habitación y la colocó frente a él. Hetty jadeó—. Michael.

—Déjala ir —exigió Michael, apuntando su arma hacia Hughes—. Déjala ir o te juro por Dios que te volaré los sesos.

—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó Hughes, sosteniendo a Hetty por el cuello y cortándole el suministro de aire. Michael se acercó y empujó el cañon de su arma contra la cara de Hughes. El hombre jadeó—. Por favor, no lo hagas. Por favor, no dispares. Por favor, no dispares. Por favor. Por favor, no...

Empujó a Hetty a un lado, enviándola al suelo mientras atacaba a Michael. De pie y desviando un golpe, Michael le gritó a Hetty—: ¡Hetty! ¡Agarra a Bella y vete! ¡Vete!

Hetty no quería dejar a Michael, pero la seguridad de Bella era su prioridad. Agarró a la bebé que había salido gateando de la habitación, la acunó en sus brazos y corrió hacia la puerta. En el umbral, se detuvo.

—¡Michael!

—¡Solo vete! —gritó Michael, sin querer que Hetty viera lo que vendría, ya fuera su muerte o la de Hughes.

Hetty se odió a sí misma por hacerlo, pero salió corriendo de esa habitación con Bella en sus brazos. Al pie de las escaleras, se encontró con dos hombres, y se volvió para correr hacia el otro lado cuando extendieron las manos.

—Señorita Solomons —dijo uno de los hombes—. Estamos con los Blinders.

Sin saber por qué confió en ellos tan fácilmente, Hetty señaló las escaleras—. Ayúdenlo, por favor.

Esperó afuera con otro Peaky, que estaba a una distancia considerable de ella. Hetty sostuvo a Bella en sus brazos, pero cuando Michael salió del edificio, le entregó la bebé al Blinder y corrió hacia él. A pesar de la sangre que cubría su rostro, se arrojó a sus brazos y lloró en su hombro, las lágrimas caían sobre la chaqueta de Michael.

—Estás bien —susurró Hetty, agarrado la chaqueta de Michael—. Estás bien.

—Hetty —susurró Michael—. Estás viva.

—Sí —dijo Hetty—. Sí, lo estoy.

Michael sonrió, retrocediendo y mirando a Hetty—. Ya no más Charlotte. Solo tú y yo.

—¿Estás seguro? —preguntó Hetty.

Michael asintió, ya planeando terminar las cosas con Charlotte cuando regresara a casa—. Que te secuestraran me puso en mi lugar.

Hetty sonrió, aprovechando la oportunidad para burlarse de MIchael—. ¿Estabas preocupado por mi?

—Por supuesto que sí —respondió Michael—. Pensé que iban a...

Se interrumpió, pero Hetty sabía lo que quería decir. Abrazándolo de nuevo, sintió que exhalaba un largo y profundo suspiro—. Oye, estoy bien. Puedo cuidarme sola.

—Pero ahora me tienes a mí —dijo Michael—. No estás sola.

—Y tú tampoco —dijo Hetty, tomando su mano—. Michael, lo que hiciste ahí... debe haber sido difícil.

—No quiero hablar de ello.

—Podemos hablar cuando estés listo —dijo Hetty—. Pero ahora mismo, necesitas limpiarte y tenemos que llevar a Bella de regreso con sus padres.

Michael asintió—. Sí.

—Estás bien, Michael —dijo Hetty—. Todo estará bien.





Michael se limpió lo mejor que pudo y luego llevaron a Bella de regreso a su madre, que se había vuelto loca de preocupación. Cuando Hetty entró por la puerta, Ada Shelby la envolvió instantáneamente en un abrazo y dejó que Tessa y Polly se ocuparan de Michael y Bella.

—¿Estás bien? —preguntó Ada—. ¿No te lastimaron?

Hetty asintió—. Estoy bien. Solo quiero irme a casa.

Ada sonrió con tristeza—. Me alegra que estés bien.

Hetty sonrió antes de salir de las oficinas y dirigirse hacia la calle. Isaiah iba caminando cuando la vio parada fuera de las oficinas. Rápidamente dejó caer su cigarrillo y corrió hacia ella.

Hetty lo encontró en el medio de la calle, arrojando sus brazos alrededor de su cuello y abrazándolo con todas sus fuerzas. Dejando escapar un sollozo ahogado, intentó contener las lágrimas y mantenerse fuerte.

—Mierda, Hetty —susurró Isaiah—. Me asustaste. Pensé que ibas a morir.

—Estoy bien —dijo Hetty, soltando a Isaiah—. Me noquearon y Michael me salvó.

Isaiah suspiró, pasando un brazo alrededor de los hombros de Hetty—. Vamos al Garrison. Los tragos corren por mi cuenta.

THE KIDS AREN'T ALRIGHT | Michael Gray ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora