Cap 2: Taylor

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Taylor – Pasado.

2005

Mi madre me había dejado en la escuela con la esperanza de que, cuando regresará por mí, yo hubiera dejado de llorar.

Yo no sabía que había hecho mal.

¿Cuál era la razón de que ella me dejara ahí? Seguro era que había sacado toda la tierra de esa maceta que tanto le gustaba. Y yo simplemente me reía por que amaba la idea de que mis manos se llenaran de tierra.

¿Es eso lo que les pasa a los niños buenos? Los dejan en un edificio lleno de niños que tampoco saben que hicieron.

Una mujer me llevo a un salón donde las paredes son de un tono lila y en el techo había nubes dibujadas junto con unos pájaros de un tono verde brillante.

Hay niños que piensan que el azul es el mejor color del mundo, o incluso el rojo. Y luego estaba yo, que amaba el verde y el rosa por como brillaban y me hacía taaaan feliz verlo.

Llevaba una playera azul con el dibujo de una maceta llena de flores que había hecho mi mamá una semana antes. Tenía una carita feliz en el centro de color amarillo que yo le había pedido que hiciera.

Me hacía creer que el sol me sonreía.

Amaba al sol. ¿Se puede amar algo más que él sol? A tus padres tal vez.

¿Pero que puedes saber a los 5 años? Porque nadie sabe perfectamente que hacer además de jugar y comer zanahorias. A todos nos gustan las zanahorias, pero no en pastel, porque sabe horrible. ¿Cómo algo con azúcar puede saber tan mal?

Me senté en una mesa delante de un escritorio muy grande. Y solo escogí ese lugar porque tenía 2 pinceles en la mesa naranja.

Habiendo tantos colores... el naranja no era mi favorito. No era verde, y tampoco era rosa.

La mujer grande que ví en la entrada hablo y dijo que eso era la escuela, que nos vería a diario y que, probablemente más de uno tuviera miedo. Pero debíamos ser valientes para seguir yendo todos los días, hasta que por fin dejáramos de tener miedo.

Quise decirle que yo no era valiente, más bien era muy miedoso. Una vez mamá me dijo que había fantasmas en el ático, y cuando fuimos por los adornos de navidad me puse a llorar muchísimo porque no quería ver a ninguno.

Ya hay muchos valientes en el mundo. Yo podía seguir siendo un miedoso el tiempo que quisiera.

Una niña se sentó a mi lado y se reía cada que voleaba a verla. Algunas niñas están locas a esa edad, pensé. Luego de un rato deje de mirarla y me quede ahí, con las manos bailando y estirando los pies.

Había tres niños en mi mesa además de mí. 2 niñas y un niño.

Unos niños se reían de una niña que estaba llorando por que no sabía que estaba pasando. Me dieron ganas de llorar también. Solo quería irme a casa y jugar con mi peluche de foca que papá me dio un día antes de mi cumpleaños.

La maestra se paró delante de la mesa donde estábamos 4 niños sentados. Ninguno decía nada, yo tenía tanto miedo de que dijera que íbamos a quedarnos ahí para siempre así que me estire y tome los dos pinceles delante de mí y no los solté.

—Ustedes parecen ser buenos niños. ¿Por qué nadie está hablando aquí?

—Esa niña delante de mí no deja de reírse de nosotros. Me da miedo— dijo una niña pelirroja.

—¿Por qué no empezamos por decirnos nuestros nombres?

—Me llamo Rubí. Mamá dijo que me llamaron así por qué la abuela se llamaba igual.

Vas a quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora