Cap 15: Raven

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Raven – Presente

Creo que uno solo se enamora de verdad cuando no lo está buscando. Llega reconociendo la inmensidad de uno mismo de tal manera que, notas la insuficiencia de la misma.

Eso me paso a mí con la música. Y con Taylor. Sobre todo, con Taylor.

La música fue para mí todo aquello que no buscaba y sin embargo me salvo. Que aun cuando quise alejarme de ella me rescato e impulso a la superficie de mi propio mundo. Recuerdo aquellos días en los que Taylor me oía cantar las canciones de la radio, o como su madre me sonreía mientras cantaba en la diminuta y acogedora cocina de su cafetería. Y sin embargo ninguno de los dos estuvo para ver en lo que me convertí, y creo que eso me tranquiliza tanto como me lastima en partes iguales.

Taylor se fue en cuanto recibió un mensaje de un tal James diciendo que el nuevo trabajador era en palabras suyas más inepto que una mandrágora bebé. Y creo que fue una mala analogía, el idiota no sabe ni que es una mandrágora bebé.

Yo me quedé en casa y ordené pizza a pesar de que tengo dieta por las próximas 4 semanas por las coreografías de la canción que fue aprobada en la madrugada. Normalmente no hago videos en donde salga bailando, pero la disquera cree que puede vender más, además de que la gente cree que soy bien parecido y tengo el cuerpo perfecto.

Odio la idea de verme como un objeto de colección. Un muñeco con hilos de los cuales solo salen malas decisiones, y sin embargo, lo sigo permitiendo.

Me como la pizza y tomo la novela que deje a medio leer antes de que todos llegarán. Al menos puedo leer lo que quiera sin que la gente se enteré. La última vez que me captaron con una novela en la mano era uno de esos clásicos que la gente cree que te harán ver más listo, una tontería, así como Cumbres borrascosas o Matar a un ruiseñor. Lentamente me di cuenta de cuanto odiaba esos libros y de cuanto me agradaban las comedias románticas en donde todo parece un cuento escrito en sangre de unicornio.

Me mataba que la gente supiera mis gustos literarios. Harper me deja usar la dirección de su casa y me trae los paquetes cerrados para que nadie sepa lo que hay dentro. Aunque seguridad ahora piensa que me gustan los libros de piratas gay espaciales. Cosa que pasa, pero no es que disfrute que ellos estén enterados.

Termino desvelándome y pensando en cuando volveré a ver a Taylor y podremos hablar sin toda esa estúpida niebla de sentimentalismo incomodo que parece poseer toda conversación que tenemos. Lo capte viéndome mientras me quitaba la ropa. Y aunque tosas esas chicas que miraban y me sonreían, la única mirada que realmente me hacía sudar era la suya. Lo que daría por que esa mirada se repitiera. Por qué me mirara suplicando cualquier caricia o suspiro que proviniera de él.

Me duermo con la pregunta volando en mi cabeza: ¿A que sabrán sus labios?


♦♠○♠♦

Taylor

Al llegar a casa veo a nuestros vecinos espiando nuevamente como entro a casa. Les sonrío y saludo cordialmente a pesar de que me incomoda a un nivel inesperado con el paso de los años.

Doy vuelta a las llaves y empujo la puerta antes de escuchar el llamado típico de James.

—¡Ya llegué!

—¿Cómo te fue en el trabajo, cariño?

Me río y casi puedo escuchar la sonrisa de James a través de los muros.

—Bien... bueno, no lo sé. ¿Dónde estás?

—¡Baño!

Dejo mis cosas en la pequeña mesa de la cocina que tiene tantos cortes que parece más bien una tabla de cortar enorme. No me importa, me recuerda más a la cafetería en los tiempos donde mamá lo disfrutaba.

Vas a quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora